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iratxe lópez
Jueves, 9 de enero 2020, 01:17
Es una cárcel y está en un restaurante. Suena raro, pero nadie miente. De hecho, se construyó junto con el ayuntamiento en 1711. Y junto al hostal y al bar. Digamos que en aquella época los edificios gozaban de multifunción. Aprovechaban cada hueco para ofrecer ... un servicio, incluido el penitenciario, en este caso. Por eso el municipio guipuzcoano de Zerain conserva la mazmorra instalada dentro del restaurante Ostatu. Por entonces servía como castigo a vecinos descarriados, gentes privadas de libertad durante horas o pocos días. También a prisioneros de paso que iban camino de la costa a cumplir su pena en galeras.
Cómo llegar La localidad se encuentra a 10 kilómetros de Beasain y a 50 de San Sebastián
Amarraban a los más peligrosos con grilletes unidos a la pared o cepos pegados al suelo. Aún puedes ver alguno. Entre paredes de madera de roble, estructuras más complejas de romper. ¿Por qué? Durante esos años las piedras de los muros se mezclaban con barro, material no demasiado compacto, por lo que los prófugos conseguían huir fácilmente rascando. Salvo en lugares como éste.
Entre sus antiguos ocupantes se cuenta a 26 presos de guerra llevados allí en 1835 para trabajar dentro de las minas, aunque fueron muchos más a lo largo de su amplia historia. Entrado el siglo XX esta estructura punitiva fue perdiendo su finalidad primaria hasta alcanzar hoy día la distinción de curioso recuerdo del pasado.
En el ayer, precisamente, parece haberse detenido esta localidad de la comarca de Goierri, conservando casi intacto el ambiente tradicional. Agricultura y explotación de recursos naturales, de hierro, carbón y madera, nutrieron el devenir de sus días. Como vestigio interesante queda también la llamada Montaña del Hierro, las minas de Aizpea, declaradas Conjunto Monumental. Su explotación tuvo lugar desde el siglo XI, dentro de las 150 hectáreas que albergaban. Los trabajos dibujaron un curioso paisaje en el monte, protegido dentro del Parque Natural de Aizkorri-Aratz.
Allí espera el Centro de Interpretación Aizpitta, para conocer la tradición minera vasca. A pesar de que existen más de 200 galerías, solo es posible adentrarse en la 'Polborina'. La visita aclarará cómo explotaban este yacimiento gracias a canteras, bocaminas y galerías, el impacto que supuso su incursión en el paisaje, en la economía y el conjunto de la sociedad. También dará cuenta de cómo se transportaba el mineral, a base de planos inclinados, vías, cables o ferrocarriles. Y asombrarán los espectaculares hornos, esqueletos de otro tiempo que cohabitan con polvorines, talleres de arreglo, cantinas, oficinas, cisternas…
Para profundizar en las costumbres que rigieron la zona abre al público el Museo Etnográfico. Diferentes secciones albergan herramientas, muebles, utensilios y documentos, entre otros objetos, intérpretes de un proceso que hizo historia. Hablan del enorme empujón dado desde que agricultura y pastoreo gobernaban este lugar hasta la aparición de la minería, para acabar el recorrido en la actualidad. Fueron los habitantes del municipio quienes donaron estos útiles para mantener viva la memoria con reliquias rescatadas de caseríos que ayudan a entender un mundo casi extinguido.
Como parte de aquellos usos queda en pie la bolera, utilizada hasta nuestros días. Juego de gran tradición en Euskal Herria, Zerain llegó a contar con nueve repartidas por el pueblo. Su soniquete hipnotiza aún a los vecinos. Las reglas son sencillas. Hay que volcar los nueve bolos sin tocar el 'chaparro' situado a medio camino. Cada jugador puede probar su destreza en cinco oportunidades y gana quien derribe más.
Durante el paseo por Zerain disfrutará el turista de la arquitectura civil y religiosa. El máximo exponente de la primera es el palacio situado en la cima de la plaza, sobre el casco urbano. Allí habitaron los nobles del lugar, en un edificio de paredes construidas con sillería. Sobre un arco de estilo gótico figura la inscripción 'Ave María, llena eres de gracia, bendícenos'. También el escudo de armas más antiguo del pueblo. A su lado espera una misteriosa imagen cuyo sentido no se ha podido descifrar: un sol apagado, abrazado por un cuarto de luna y rodeado de cuatro estrellas con ocho puntas. En cuanto a los templos, destaca la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Levantada en la primera mitad del siglo XV, dispone de una cruz románica de cobre con piedras preciosas del XII, única en toda Guipúzcoa salvo por la existente en la vecina localidad de Zegama. Vale la pena detenerse ante la hermosa pila bautismal del XVII que incluye el escudo de armas de Zerain, el sol, un león, un racimo de uvas y la luna.
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