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La llaman la Senda del Oso, pero si le pusieran la de los fósiles, la del pantano, la de los chozos y hasta la del pueblo desaparecido, también estaría bien llamada. Y es que esta ruta por las inmediaciones de Cervera de Pisuerga, en la ... montaña palentina, recala en muchos puntos de interés a lo largo de sus doce kilómetros; doce kilómetros que, por cierto, empiezan y acaban en el mismo lugar. Otra ventaja de este caminito que llanea y sube y baja, sin pasarse en desniveles.
El Pisuerga entra a la población por el Paseo de Antonio Villanueva, en la zona del campo de fútbol y del camping Fuentes Carrionas –que tiene un restaurante bien majo que, en otoño, hasta jornadas mexicanas organiza–. Allí mismo, en el parque fluvial, hay un montón de esculturas fruto del trabajo de artistas españoles y asiáticos promovido por el Centro de Cultura y Arte China-Occidental.
Cómo llegar La localidad se encuentra a 25 kilómetros de Aguilar de Campoo.
Se atraviesa el parque, con el río a la derecha como quedará la primera parte del camino, muy llana, y ahí está un oso dando la bienvenida a la senda. Primero en una acerita preparada para todo tipo de visitantes, más adelante adentrándose en el bosque de ribera, y por lo tanto a menudo en el barro, y luego de nuevo en buena pista, se llega a Arbejal, un pueblito con iglesia en lo alto con vistas de campos y montes. Para este momento se han andado dos kilómetros y medio tranquilos, sin esfuerzo.
De Arbejal hay que seguir en la dirección que se llevaba y cruzar la carretera para alejarse del río y los campos, hasta perderlos de vista, y empezar a subir un poco. Hay bosquecillos a izquierda y derecha, y en algún momento –está bien señalado– el camino los atraviesa, jugando con la luz y la sombra, para luego descender hacia el otro lado de la peña.
Ahí abajo está el embalse de Requejada, que en los últimos meses se ha visto vaciado como tantos otros y exhibe deja a la vista barro de siglos. Lo interesante de este pantano es que, además, está a los pies de una cantera y por todas partes hay restos fósiles. Conchas y conchitas expuestas en las piedras son el recordatorio de un pasado muy distinto pero igualmente ligado al agua.
De seguir hacia delante pegados al embalse, por un caminito marcado paso a paso en la tierra, se llegaría a Vañes y poco más tarde al bosque en el que vive desde hace más de 800 años el Roblón de Estalaya, pero el objetivo es volver a Cervera de Pisuerga dejando el pantano atrás y la cantera a la izquierda.
Aquí la senda sube más en menos tiempo y da la oportunidad de ver rapaces y hasta corzos antes de meterse en un bosque en el que seguro que han nacido leyendas sobre magia y fieras. Queda muy poco para llegar a Peñas Negras, unas paredes de roca que relucen al sol y en las que no hay leyenda sino Historia: aquí hubo un pueblo y hubo una fortaleza hace diez u once siglos.
Las vistas del valle del Pisuerga, con Arbejal y Cervera, y de los macizos rocosos de enfrente merecen la pena. Ya solo queda pasar por el chozo del Tremedal –con triste historia de pestes en su haber– y bajar hacia el pueblo los últimos dos kilómetros. Esto significa que para disfrutar de la panorámica desde Peñas Negras, si no se tienen tiempo ni ganas, siempre se puede iniciar la Senda del Oso al revés y plantarse en ellas en un rato.
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