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El túnel de La Engaña, en las Merindades, es el final de un viaje a ninguna parte. Su boca tapiada perfora la ladera de los montes de Somo, en el fondo de un barranco boscoso y húmedo donde los árboles se han enseñoreado del paisaje. ... Es un paraje neblinoso y oscuro, se podría añadir mágico regado por el río Engaña, que nace muy arriba, en las turberas del Cotero y del Nevero del Polluelo.
El viajero entra en la Merindad de Valdeporres y tuerce en el antiguo cuartel de la Guardia Civil para encaminarse hacia Rozas. Pasa junto a la estación del tren y San Martín de Valdeporres. La carretera pronto se bachea. Las casetas del puesto de guardia son apenas visibles entre las árgomas y los abedules. Dos kilómetros después, cuando la antigua caja del tren termina aparecen de sopetón la iglesia; los barracones del poblado obrero; la estación, los andenes y el hangar de las máquinas. Al final del todo está la boca del túnel coronada por la torre de la cementadora.
Es el punto final de recorrido del ferrocarril Santander-Mediterráneo que quedó inconcluso en 1959. Aquel año los obreros liaron sus petates y se marcharon. Dejaron detrás unos edificios magníficos, habitables. Casi 60 años después la estación es un fantasma sin raíles. Una ruina que encoge el alma y por donde vacas y caballos vagan en libertad.
Cómo llegar: De Espinosa de los Monteros, BU-526 a Soncillo. En Pedrosa de Valdeporres desvio a Rozas y La Engaña
Comer: Restaurante Begoña Teléfono 666111829 y Rincón de las Merindades Teléfono 652735662
Compras: Panadería Lucy. Antigua Casa Cuartel. Ctra, a Reinosa. Miel junto al Restaurante Begoña
Dormir: En Valdeporres/Santelices CR La Serna, La Engaña y Río Nela. En Dosante CR Nines
El barranco de La Engaña se orienta al norte. Sumado a la proximidad del río lo convierten en el paraje ideal para que prospere el bosque, que incluso en este otoño tan seco se resiste a perder la hoja.
Podemos llegar en coche o a pie, por la vía verde del tren. Elegimos la segunda opción. Aparcamos en una entrada (derecha) a un kilómetro de Rozas. Era el camino de una explotación de piedra arenisca afortunadamente parada.
No hay letreros. Sólo la vía verde que nos permite recorrer un bosque recrecido y joven donde los arces y los escasos cerezos y serbales ponen la nota roja. Amarillean los abedules en los taludes y los chopos, también dorados, se aferran a la orilla del río. Aquí torrencial y ruidoso.
Las hayas y los alisos avisan de la mudanza, mientras que los robles aguantan. Entre el follaje el verde oscuro de los pinos pone la nota. Son los retoños de las repoblaciones de los años 70 que fueron arrasadas por el fuego (intencionado) casi en su totalidad.
El bosque lo cierran los peligrosos endrinos ya deshojados; los escaramujos o rosales que exhiben sus vistosos tapaculos rojos; espinos albares y muchas zarzas y árgomas. Forman un muro formidable que sólo los jabalíes son capaces de atravesar.
Con calma hemos llegado hasta el poblado de la obra. Se llamaba Portolés (por la empresa constructora) y llegó a albergar a 370 trabajadores forzados de un destacamento penal, que junto a obreros voluntarios perforaron el túnel. El indulto del 9 de octubre de 1945 liberó a los presos, pero muchos optaron por quedarse y continuar en la excavación, ahora cobrando.
Poco queda de aquello. Todo se ha derrumbado, aunque más que caerse se lo ha tragado el bosque. Permanecen algunos muros cubiertos de pintadas y poco más. El túnel ha sido retapiado, quizá de manera definitiva. Durante muchos años permitió cruzar al Valle de Pas, pero en el año 1999 un hundimiento a tres km de la boca burgalesa (mide 6,9 km) cortó este flujo viajero. El derrumbe ha ido a más, por lo que ha sido clausurado.
Salvado el recodo del túnel la pista sube (carrozable para todo tipo de vehículos) y el valle se abre. Vuelve la luz. Al fondo, lejos, se divisan los Cuestos y la ladera cubierta de árgomas del Nevero.
Llegamos a un área recreativa con mesas. También hay un puente sobre El Engaña. Cruzamos el río para continuar pista arriba unos metros. En el siguiente cruce, en el lindero de un amplio prado, seguimos el tramo de la derecha. Es ancho y lleva con ligera pendiente hacia una zona de cabañas llamada Las Galgueras que se protegen en el borde de robledales con árboles de tamaño descomunal. En la espesura se cobijan acebos, avellanos y algún castaño. Sorprenderemos a vacas silvestres ¡atención¡ y con suerte a algún corzo despistado.
No es conveniente llegar más lejos salvo. La pista sube y el bosque se complica en la zona de Ropedroso antes de bajar hacia el puente de Las Lindes. Sólo para expertos provistos de mapa y GPS.
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