Forma parte de la Red de Espacios Protegidos de Cantabria y tiene nombre propio: Ruta de La Canal de Cureñas. Basta seguir las marcas del PR-S 118 para hacerla sin haber tenido antes el gusto de conocer sus senderos. El encuentro está plagado ... de sorpresas, 18 kilómetros de ida y vuelta, traducidos en 7 horas aproximadas, dan para mucho. Para concretar aún más, el desnivel acumulado es de 920 metros, y el camino transcurre por la Mancomunidad de Campoo-Cabuérniga, una comarca con identidad propia.
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Debes dirigirte a la carretera CA-280 entre Cabezón de la Sal y Reinosa, concretamente al kilómetro 25. Busca el cartel de 'Jaya Cruzá' tras pasar el Pozo del Amo. Alude a uno de los árboles que hallarás al arrancar la travesía, reconocible por su tronco arqueado hacia la mitad, que parece salido de un cuento de hadas. A la derecha aguarda el parking y, allí, otro panel que señala el inicio.
Atento durante la ruta, porque acabarás bañado en naturaleza. Primero toca ascender entre hayas acompañando el curso del río Saja. Luego bajar hasta un puente que señala 'Tramborríos', rincón denominado así porque marca el lugar donde el río Bijoz –también conocido como Corba–, y el Cureñas –llamado además arroyo de la Canal del Diablo–, se hermanan para engordar el Saja. Se trata de un entorno perfecto donde relajarse, escuchar el rumor del agua y revisar los saltos de agua.
Sube de frente con las hayas a tu costado, también existe una mancha de roble albar, especie poco común en Cantabria. Verás, más tarde, al otro lado de la senda, varias rarezas geológicas: los Molinucos del Diablo. Se trata del sugerente nombre que dan a conglomerados rojizos de areniscas con forma de castillo. Obsérvalos con detenimiento. En el límite superior del hayedo, un abedular achaparrado habla de su capacidad de adaptación al techo del bosque cantábrico. Poco a poco dejarás atrás ese bosque que da paso al pastizal. Dominan el lugar brezos, juncos, turberas y escobas en un hábitat por el que se mueven anfibios en busca de charcas y arroyos, ciervos volantes y vecinos menos comunes como los osos pardos, que se dejan ver menos.
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Tras cruzar una pasarela, asciende por una breve cuesta –puede resbalar, así que atento–, hasta acceder a los Puertos de Sejos a través de la Sel del Abedul. El Cueto de la Concilla a la derecha, la parte norte de la Sierra del Cordel, con el Cueto Iján en primer lugar y el pico del Cordel en segundo lugar, a la izquierda. Elige seguir por el este, entre acebos. Hazte con la loma hasta otro punto de interés geológico, los Cantos de la Borrica o 'bloques erráticos'. Transportados por los glaciares, al retroceder estos últimos las enormes piedras quedaron depositadas tal y como las encuentras hoy.
El collado de Sejos supone la divisoria con el valle de Polaciones. En la ruta encontrarás menhires grabados, una muestra del fenómeno megalítico datado a finales del periodo calcolítico (2.500-1.800 a.C.). Suponen el hallazgo más antiguo de la presencia de hombres y mujeres en el Parque Natural Saja-Besaya. Recuerda, al contemplar con placer las praderas, que fueron modeladas por los humanos a lo largo de siglos de explotación. Los ganaderos campurrianos y cabuérnigos actuaron, desde la primera Edad Media, como escultores de este paisaje al emplear la trasterminancia, variedad menor de la trashumancia, caracterizada por movimientos estacionales de corto recorrido.
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