IRATXE LÓPEZ
Jueves, 28 de junio 2018
La Reserva de la Biosfera de Urdaibai no es solo un espacio natural protegido, también destaca como un territorio con mucha historia. Verde de monte y azul de agua comparten lienzo en este precioso entorno vizcaíno; el color arena se añade a la paleta ... gracias a los hallazgos arqueológicos que aquí han tenido lugar. Varias salidas guiadas, ofrecidas por la Diputación Foral de Bizkaia, introducirán a los visitantes en años pasados, en una cita de ocio y cultura. Los cicerones explicarán diversos enclaves atendiendo a datos que estudiosos y expertos en la materia corroboraron a lo largo del tiempo, a informaciones descubiertas sobre estos monumentos que moldean nuestro pasado.
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La cuenca de la ría de Mundaka guarda tesoros invisibles a primera vista, yacimientos escondidos donde otros dejaron huella. En lo alto, divisando desde sus confines las tierras cercanas, sobre la cumbre de la cordillera de Gastiburu, aguarda el Oppidum de Arrola, uno de los poblados prerromanos más importante de todo el Cantábrico oriental. Desde su nacimiento en el siglo IV antes de Cristo dirigió la vida en Urdaibai. Su prominencia caería en el siglo I después de Cristo pero hasta entonces, repartido en tierras que actualmente pertenecen a Arratzu, Nabarniz y Mendata, sus dieciséis hectáreas de extensión dieron cobijo a un poblado numeroso para la época.
Cuándo: Julio y agosto.
Horario Lunes a domingo, salvo martes, 11.00 y 17.00 horas, según calendario.
Idiomas Euskera, castellano, francés e inglés.
Precio 3,50 € (niños hasta 12 años gratis).
Información y reservas 688856689 / ibilbideak@bizkaia.eus
El Oppidum se levantaba como un tipo de fortaleza, un castro de los que se salpicaban aquí y allá durante la Edad del Hierro. Entender la vida que allí tenía lugar, con labores definidas para cada individuo, comprobar la pequeñez de sus cabañas o cómo sobrevivían a inclementes inviernos y veranos forma parte de esta experiencia con vistas de ensueño en días despejados, que se completa con visita al Centro de Interpretación, Arrolagune, en Arratzu.
El conjunto histórico de Forua captará el siguiente destino en estas visitas a las que cualquiera puede apuntarse de manera independiente. Yacimiento de época romana, está reconocido como el mejor conservado de la costa vasca. La colina de Elejalde cedió sus terrenos al lugar que descansaba sus rutinas sobre la ribera izquierda del río Oka. Gracias a excavaciones realizadas hasta 2017 han podido contabilizarse catorce construcciones de diversa tipología y uso, en mampostería de arenisca, localizadas en una superficie de seis hectáreas que germinaba en el siglo I.
Cabañas, hornos metalúrgicos para la fundición del hierro y herrerías mediante las que se labraban herramientas, armas y barras de metal son, ahora, signos certeros de hombres y mujeres que estrenaban calendario cristiano. Además, en el subsuelo de la iglesia parroquial de San Martín de Tours, bajo del templo cristiano renacentista, fueron recuperadas necrópolis medievales, así como la planta de un templo gótico.
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Una tercera alternativa, la Estación megalítica de Katilotxu, presenta en sus lindes construcciones funerarias de uso colectivo. Se trata de dos dólmenes excavados y restaurados entre 2004 y 2008, uno perteneciente al periodo neolítico y otro al calcolítico, además de tres estructuras tumulares no intervenidas.
La cuarta posibilidad pasa por el Castillo de Ereñozar, donde las vistas alegran el alma. La cima medieval de San Miguel de Ereñozar se encuentra en Ereño. Allí, los estudios evidencian una secuencia histórica desde la Edad Media a nuestros días, con necrópolis de diferentes etapas y restos de un castillo que no pudo elegir mejor ubicación para controlar pasos y sendas. Una ermita es el único edificio que queda sobre la loma. Dentro y fuera del templo los visitantes escucharán narraciones sobre luchas y fortalezas, modos de vida y creencias que han marcado el devenir de nuestra historia.
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Bermeo y Busturia acogen la Necrópolis de Tribisburu donde las tareas de excavación comenzaron hace solo cinco años. Aunque en 1994 ya se habían localizado los primeros indicios del yacimiento, no fue hasta 2013 cuando el servicio de Patrimonio Cultural de la Diputación Foral de Bizkaia lo incluyó en sus investigaciones.
A pesar de la juventud de este trabajo han sido localizadas ya diez estructuras funerarias que acogían las cenizas y efectos personales de los difuntos. Muestran el rito funerario seguido por nuestros ancestros entre los siglos I a III: se incineraba el cadáver en una pira de leña acompañado de sus enseres personales y ofrendas de sus allegados.
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Eran tantos los objetos dispuestos que han sido hallados vestidos, calzado, armas, adornos, platos, ollas de cerámica. Por supuesto no están enteros, son muchos los fragmentos en que se dividen, pero queda clara la influencia romana en ellos.
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