![Caminos de memoria en Unbe](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202010/14/media/cortadas/unbe1-kkfF-U120456282396urG-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Gaizka Olea
Jueves, 15 de octubre 2020, 07:19
Senderismo, vistas e historia se combinan en un grato paseo accesible a toda familia y que nos conecta con el pasado, con la cultura de los pastores del neolítico y, más recientemente, con la Guerra Civil. El cordal que une el alto de Unbe con el barrio sopeloztarra de Larrabasterra está jalonado con hitos de nuestra historia en un paseo que no requiere demasiado esfuerzo, en el que los más perezosos o los menos fuertes podrán evitar la subida más exigente si toman como punto de partida la zona de Pozozabale, allá donde Erandio y Urduliz tienen su muga.
El paseo tiene dos posibles salidas. El primero y más exigente parte de Urko, el área deportiva situada junto a la estación del metro de Larrabasterra, desde donde arranca una pendiente que nos llevará al cordal y al sendero que conduce hasta Unbe. Es una subida apestosilla que puede amargar el paseo si uno no anda sobrado de forma física o va acompañado de remolones, y tampoco tiene alicientes que justifiquen el esfuerzo. La segunda opción, la más cómoda, es el alto de Unbe, donde es posible aparcar en las inmediaciones del restaurante Amalur. Allí mismo, a la derecha del parking, arranca la carretera que lleva a Berango, que recorreremos durante cinco minutos hasta toparnos con el cartel que informa sobre la ruta de dólmenes de Munarrikolanda.
Es un sendero estrecho que de inmediato confluye con la pista creada para el paso de las explotaciones forestales que nos acompañarán durante la caminata. Será, en ese sentido, una compañía un tanto deprimente, pues el cordal está saturado de eucaliptos y en algunos tramos nos impedirán las vistas. El caminante encontrará, sin embargo, algunos imponentes madroños y numerosos robles, la mayoría pequeños, como si crecieran atosigados por la presencia de los eucaliptos, que son más y crecen mucho más rápido. Convendrá, en fin, impedir que las especies invasivas no nos amarguen la jornada.
La ruta no tiene pérdida, pues está balizada con postes o marcas rojas y blancas, aunque hay algún tramo en que se echan en falta. Basta con fiarse del sentido común y seguir la pista. En caso de duda, se aconseja evitar los tramos de descenso pronunciado, pues pronto apreciaremos que no nos llevan al lugar deseado y, dándole la vuelta al dicho, todo lo que baja tiene que subir. Siguiendo la ruta desde Unbe, tardaremos media hora hasta llegar al primero de los restos arqueológicos, el más llamativo de los siete localizados, y bautizado como Munarrikolanda 2. Bajo el montículo de tierra se encuentra un dolmen, un espacio dedicado a los enterramientos en grupo, que destaca por la hendidura central.
Los restos de Munarrikolanda (la campa del mojón) no han sido excavados, de modo que no se puede apreciar la rústica belleza de estas construcciones, pero se supone que fueron construidos en un periodo comprendido entre hace 5.300 y 3.500 años. El primero de ellos fue descubierto en 1965, fecha en la que se emprende la tarea de localizar más sepulturas, y que permitió localizar los seis restantes. En el grupo de edificaciones hay dólmenes y túmulos, estructuras diferentes pero con una función idéntica. Hoy en día, el lugar en el que se encuentran permanece limpio de maleza y señalizado con un simbólico roble.
Muy cerca de Munarrikolanda 2 es posible acceder a los búnkeres y trincheras construidos para defender Bilbao de la arremetida del ejército de Franco, pero el descuido ha transformado la fortificación en un zarzal, cuando hace años era un lugar despejado y con excelentes vistas sobre el valle abierto por el arroyo Urko, que en el polideportivo del mismo nombre antes citado confluye con el Gobela en su camino hasta desembocar en el Nervión. Hoy, con arduo esfuerzo, es posible localizar la escalera que daba acceso a las trincheras y a los túneles defensivos y a una de las troneras para ametralladoras y tiradores.
Durante el recorrido nos sorprenderán las vistas a ambos lados del cordal: primero sobre el valle del río Butrón, con el castillo al fondo, el barrio de Mendiondo, el monte Jata o Maruri. Más tarde aparecerán las instalaciones del campus de la Universidad del País Vasco en Leioa, sobre la torre de Martiartu, una gran panorámica de Getxo, El Abra, Serantes, la margen izquierda y La Arboleda, pero también Sopela, Barrika, Gorliz y su litoral, que se cierra justo con el faro de Cabo Villano. Todo esto, encajado en un paseo de unas tres horas si partimos de Unbe; una más si empezamos en Larrabasterra. Basta con un poco de ánimo y unas sólidas deportivas.
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