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gaizka olea
Viernes, 12 de abril 2019
De la piedra al titanio, Bizkaia dispone de suficientes atractivos como para recorrerla de norte a sur, del este al oeste. Su litoral y sus montes, las ciudades y las aldeas, los templos, la naturaleza o los cambios introducidos de la mano del hombre han creado lugares a los que merece la pena llegar. Todo está cerca, pero algunos sitios son completos desconocidos incluso para los vizcaínos. Aquí va una lista con 20 alternativas para el ocio y el disfrute, desde los destinos que conoce todo el mundo hasta los secretos mejor guardados.
Bilbao es el epicentro de Bizkaia, mal que les pese a muchos vizcaínos quejosos de vivir cerca de una ciudad que todo lo oscurece. Lo hacía cuando era un centro de negocios sucio y contaminado y lo hace más ahora, cuando brilla. Perderse por el Casco Viejo, menos afamado que los de las ciudades vecinas, es una opción interesante para descubrir su hermosa arquitectura, con la iglesia y el puente de San Antón como referentes principales. Y el viajero deberá subir hasta Begoña por las escaleras de Mallona o en el ascensor, para averiguar porque la amatxu reina en la provincia.
Dos museos encabezan el tirón de la ciudad. Uno, el de Bellas Artes, contiene una sensacional colección de obras de todos los tiempos y todos los estilos, un gancho para los aficionados y los curiosos que no sólo ha sabido sobrevivir a la llega de su colosal vecino, sino que ha crecido a su lado. Porque el Guggenheim, emblema y motor de la nueva ciudad, ha colocado junto a la ría un barco varado lleno de joyas del arte moderno. Y en este caso, el continente vale tanto como el contenido.
El más elegante. Y el más útil. El puente colgante activo más antiguo del mundo salva la ría con una elegancia simpar gracias a la extraordinaria mano del arquitecto Alberto de Palacio. La obra erigida entre 1887 y 1893 es el único monumento en Euskadi que ha merecido la distinción de Patrimonio de la Humanidad pero por encima de ello destaca el uso que de él hacen a diario miles de personas. Y si el Puente Bizkaia salva la ría, el muelle de hierro de Evaristo Churruca en Portugalete, otra importante obra de ingeniería, consiguió a finales del XIX que fuese navegable.
El símbolo por excelencia de Bizkaia, que aúna las antiguas y las nuevas libertades, es el roble que crece en el templete que preside la Casa de Juntas de Gernika. Más allá de las creencias y los mitos, el lugar es especial por la historia que acumula, porque permite recordar el dolor del bombardeo del 37 y el vigor de quienes han reconstruido la villa sin mirar atrás con odio. Las estatuas de Henry Moore y Eduardo Chillida en el parque vecino completan la visita.
El santuario lo comparten dos 'santos Antonio'. San Antonio Abab rocía con agua bendita los animales que cada 17 de enero acercan sus dueños para lograr su protección y las solteronas y los solterones aún dan vueltas en torno al 'meteorito' situado ante el Santuario de Urkiola para ver si San Antonio de Padua les consigue pareja. Pero tanto si la necesita como si no, el viajero podrá perderse en el hayedo para seguir el sendero que asoma al balcón de las cruces, uno de los más impresionantes miradores de la provincia, pasear hasta la base del Anboto o hasta el Sabigain... o conseguir queso y rosquillas.
La cruz de la cima más alta de Bizkaia es el faro que ilumina los paseos en el entorno del Gorbea. Bien desde Areatza, bien desde Barazar, se abren paseos accesibles para toda la familia que les llevarán hasta la cueva de Mairulegorreta, el humedal de Saldropo, las campas de Arraba o el hayedo de Otzarreta. Los senderistas más avezados disfrutarán en el laberinto de Itxina. Quienes tengan piernas podrán soñar con la cima, desde donde las vistas compensan el sofocón.
El peñón y la ermita de San Juan existían antes de que llegaran los de 'Juego de tronos', pero muchos han descubierto ahora este delicioso lugar de la costa vasca a caballo entre Bakio y Bermeo. El paisaje, la historia y el mito rodean el peñasco que se adentra en el mar como un dragón que buscara su refugio, por lo que conviene armarse de valor y subir la escalera que conduce a lo alto y contar sus 241 peldaños, en uno de los cuales, dicen, quedó marcada la huella del santo.
La ría se abre camino hacia el mar en un escenario simplemente alucinante que juega con las mareas para cambiar de aspecto varias veces cada día. Urdaibai es Reserva de la Naturaleza por la vida que acoge, destino turístico por sus playas y las bondades de sus pueblos, un recordatorio de nuestro pasado que se oculta en la cueva de Santimamiñe y en el yacimiento romano de Forua y un museo al aire libre gracias al bosque de Oma y a las formas pintadas en los pinos por Agustín Ibarrola. La encantadora Elantxobe y el peñón de Ogoño cierran por el este el espacio.
Bermeo es el guardián que vigila Urdaibai desde el oeste y un recorrido por su puerto permite conocer la grandeza pasada y presente de la localidad. Su largo muelle apunta directamente a la isla de Izaro, ganada a sus vecinos en una regata, pero avisa también de que el mar es un rival invencible que salta y destruye las defensas construidas por el ser humano, como las 30 torres con las que contaba Bermeo y de las que hoy solo queda en pie la de Ercilla. Un paseo por su casco viejo hasta a la atalaya ofrece pistas de lo que fue este puerto poderoso.
Posiblemente, el mejor ejemplo del arte medieval en Bizkaia es el templo que domina el casco urbano de Lekeitio. Asentada sobre una anterior iglesia románica, entre 1485 y 1487 ya era apta para el servicio religioso. Todo en su interior es armónico y elegante, pero destaca sobremanera su extraordinario retablo. Admirar los palacios que salpican las calles de su casco antiguo, un paseo por el puerto, cruzar a la isla de San Nicolás cuando la marea baja lo permite o acercarse al faro de Santa Catalina, primer faro visitable de Euskadi, son algunas de las claves para conocer este bello pueblo costero.
La Iglesia cristiana siempre ha sabido aprovechar los residuos del paganismo para asentar sus creencias, y eso se aprecia en Markina mejor que en cualquier otro lugar. San Miguel de Arretxinaga se alzó sobre un conjunto de tres rocas colosales existentes allí desde hace 40 millones de años cuya colocación asemeja a una pequeña ermita natural. La creencia popular asegura la boda antes de que acabe el año para los solteros que pasen por el hueco que dejan estas piedras. También en Markina se encuentra la iglesia de la Asunción, uno de los pocos ejemplos de iglesia-salón (todas las naves tienen la misma altura) en Euskadi y el mayor de ellos. Junto a ella se encuentra el cementerio, una de las mejores obras clasicistas de Bizkaia.
El monasterio adscrito a la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia es un enclave relevante dentro de la ruta jacobea de la costa y fue declarado Monumento histórico-artístico en 1948. Cuenta con una iglesia gótica, hospedería y un bello claustro plateresco, único de estas características en Bizkaia. El templo está situado a medio camino entre Gernika y Markina, en el municipio de Ziortza-Bolibar, cuna de la familia de Simón Bolívar, donde se puede visitar el museo que muestra la vida de los vizcaínos en la Edad Media y la del líder por la independencia de varios países sudaméricanos.
Barrika, Gorliz y Plentzia componen las fronteras 'políticas' de la bahía de Astondo, la particular 'Concha' vizcaína pero que, milagrosamente, se conserva mejor que las bahías de San Sebastián o Santander. Unas pocas construcciones relativamente alejadas de las playas afean la fotografía que los dos antiguos sanatorios (uno es un centro de investigación marina y el otro, hospital) embellecen con su elegante arquitectura. Además de las playas, conviene acercarse paseando hasta el faro de cabo Billano, con sus vetustos cañones y su vista a la isla.
El puente viejo, o de la muza, es la imagen definitiva del último pueblo de las Encartaciones antes de la muga con Burgos. La construcción data del siglo XII salva el río Cadagua con una elegancia acorde a su utilidad, pues durante siglos fue aduana, punto de paso y pago para quienes transportaban mercancías al interior de la villa. Los palacios y la monumental iglesia de San Severino completan una visita imprescindible.
La vieja aldea de mineros es un ejemplo de cómo la mano del hombre modifica el terreno. Se puede subir en coche hasta La Arboleda, pero es aconsejable recurrir al funicular que asciende desde Trapagaran y caminar por el paisaje de lagos creados a partir del agua acumulada en los viejos pozos. Los restos de las antiguas casas de los trabajadores y las contundentes alubias que se sirven en sus restaurantes enriquecen el recorrido.
El municipio más extenso de Bizkaia anima al viajero a introducirse en tiempos pasados, debido a la conservación de los viejos oficios en un valle que vive de la agricultura, en medio de un paisaje verde y arbolado. Pero el atractivo se extiende hasta el interior de la tierra con la visita obligada a la cueva de Pozalagua, con su alarde estalactitas y estalagmitas, descubierta por casualidad a consecuencia de una voladura en una cantera cercana.
Torre Loizaga, en Galdames, alberga la única colección de Rolls-Royce en Europa con todos los modelos fabricados entre 1910-1998 y reunidos por decisión del empresario Miguel de la Vía, pintor de románticos paisajes, pianista y acordeonista. A él se debe la reconstrucción de la torre medieval y la adquisición de medio centenar de vehículos que se presentan al visitante en perfecto estado de conservación.
Jentilzubi, el puente de los gentiles, es un arco natural horadado por el agua y que permanece en un sorprendente equilibrio en Dima, entre Igorre y Otxandio, en un paisaje de ensueño. Muy cerca están el abrigo de Axlor, que contiene un yacimiento prehistórico del período musteriense, y la cueva de Balzola, con su enorme boca de acceso y su intrincada red de galerías, por las que discurre un arroyo que desaparece bajo tierra y resurge cerca de Jentilzubi.
El tren que llevaba mineral desde Arrazola hasta Apatamonasterio dejó de funcionar hace décadas y ahora se ha convertido en un sendero casi llano y ancho que discurre entre prados y huertas a la sombra del Anboto, el hogar de Mari. Son cinco kilómetros de apacible paseo que permite pasar cerca de algunos caseríos de imponente estructura.
La necrópolis situada en las afueras de Elorrio agrupa estelas y sepulcros en torno a una pequeña iglesia en un paraje arbolado, y es uno de los más destacados monumentos mortuorios del País Vasco por su calidad y su número, con piezas datadas en el siglo IX. Elorrio reúne, además, una irrepetible colección de palacios en torno a la iglesia de elegante la Purísima Concepción, que alberga el altar-mausoleo de San Valentín de Berriochoa, segundo patrón de Bizkaia, construido con motivo de su beatificación en el año 1906.
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Fernando Morales y Sara I. Belled
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (gráficos)
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