![Salinas de Añana revive su pasado](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201907/03/media/cortadas/CF0PYFHF-kL5D-U80674084997hHG-1248x770@El%20Correo.jpg)
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iratxe lópez
Jueves, 4 de julio 2019, 19:13
Todo se acaba, incluso los espectáculos. La vida muta, varía sumergida en un constante movimiento. Fluye, a veces incluso a contracorriente. Nace y muere. Sobre una desaparición tratan estas líneas, la de la cita de luz y sonido que cada año, y desde hace quince, acostumbraba a distraer atención y tensiones en las mentes de vecinos y turistas llegados a Añana. Su próxima Feria de la Sal será la última que encienda brillos en las salinas y en los ojos del público. La última en disfrutar de una función programada anualmente para la noche en el graderío del Valle Salado. Al menos, como se la conoce hasta ahora.
Cuándo 13 de julio, desde las 17.00 horas. El espectáculo tendrá lugar a las 22.30 horas.
Precio 15 €. Menores de cinco años, gratis.
Información 945351111.
Reservas vallesalado.com.
Los organizadores de este evento atienden a aquella norma de reinventarse o morir. Quieren realumbrar la exhibición desde otra óptica que decidirán en 2020. Por eso ahora cierran capítulo, no libro, y lo hacen a lo grande, recordando dos circunstancias vitales para el valle: el veinte aniversario del momento en que se iniciaron los trabajos de recuperación de las salinas y el décimo de la Fundación Valle Salado de Añana, entidad encargada de buscar futuro a esta explotación salinera.
Pero volvamos a lo que nos reúne hoy alrededor de estas letras. La gala. Más de cien salineros en marcha, actores y personal de apoyo para escenificar 'La Memoria del Valle Salado'. Un escenario inigualable, el que proporciona el complejo salinero. Sones de txalaparta, romanos y romanas rescatados de aquel enorme Imperio. Luces de diversos tonos y resplandor. Y una vieja narración rememorada año tras año, la de este impresionante entorno nacido a partir de un enorme mar que se secó hace siglos y dormita, blanco y reluciente, bajo suelo alavés. Proveedor de exquisitez gracias a un manantial desde el que brota el líquido empapado en oro gastronómico a través de canales, hasta alcanzar las eras.
Milagro de la geología, como recuerda la ceremonia entre focos y música. Conocido hace ya más de siete mil años por las tribus indoeuropeas, la de los autrigones concretamente, que poblaron la zona cercana. Que desde La Isilla, allá en lo alto, descendían a la salina para hervir el agua en cántaros de barro. Hasta que los romanos, prácticos y codiciosos, irrumpieron en el territorio con sus normas, sus espadas y guarniciones. Reclamando la propiedad. Obligando a sus esclavos a trabajar este tesoro.
Decíamos… todo fluye, pasa, muda. Con la marcha del Imperio los habitantes recuperaron lo que era suyo. Casi lo perdieron de nuevo tras las incursiones moras que recopilaban sacos de sal sin establecerse. Pero allí estaban los reyes cristianos, dispuestos a proteger y a beneficiarse. Primero los de Navarra, después los de Castilla.
Vierte el tiempo sus rutinas acompañadas de historia. De tropas francesas luchando contra vecinos durante la Guerra de la Independencia, bajas inscritas en anales, mostradas durante la escenificación del espectáculo mientras el público se emociona. Del desastre en los años 70 del pasado siglo, cuando el precio de la sal se derrumba y aparece la emigración obligada a las ciudades. Lágrimas al abandonar el terruño.
La explotación de las salinas torna entonces a actividad doméstica. El sufrimiento por la ausencia se refleja en la población y en los actores. Hasta que la vida resurge en este paisaje níveo, animada por la Fundación Valle Salado de Añana a finales del siglo XX. Y vuelve la producción, el orgullo por aquel pasado que construye genealogías. Superado a base de brazadas y de esfuerzo. De nadar a contracorriente.
La emotiva jornada es más que un espectáculo nocturno. Empieza a las 17.00 horas con una visita teatralizada por la villa que se repite a las 18.30, una introducción a este impresionante lugar bañado por la historia y bendecido por la sal. A las 19.00 horas la sonrisa se instala en el rostro de la mano de Campeonato de Bolos, modalidad bolo salinero. También desde las 1.:00 horas, y hasta las 21.00, la fanfarria Gesaltza se encarga de imprimir ritmo a las calles. Momento de llenar el estómago a las 20.00 horas gracias a una barbacoa. La preparan vecinos del pueblo y la ofrecen a todos los concurrentes, repartidas en pintxos a la venta. Ya de noche, cuando la oscuridad se adueña del mundo, luces y sonido dominará el espacio desde las 22.30 horas. Y para cerrar del día, a las 24.00 horas continúa la música de la mano de un concierto.
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