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El arroyo forma en su recorrido pequeños saltos en la roca. Kepa García
Un grato paseo primaveral por la orilla del río Purón

Un grato paseo primaveral por la orilla del río Purón

Un recorrido accesible para todos junto a uno de los arroyos mejor conservados de Euskadi descubre fauna y flora a ambos lados del cauce

Jueves, 21 de abril 2022

Si amas las rutas fluviales, esta te gustará. Discurre paralela a uno de los ríos mejor conservados de Euskadi, adornada por el relieve calizo de la sierra de Arcena. Nos desplazamos hasta el extremo más occidental de Álava, al desfiladero del Purón, en Lalastra, municipio perteneciente a Valdegovía/Gaubea. Al Parque Natural de Valderejo, que dibuja frontera con Burgos. La senda sirvió en el siglo IX para que pasaran los primeros cristianos, quienes comenzarían a repoblar la meseta castellana. Puedes llegar allí desde Lalastra o hacerlo desde Ribera, si prefieres ahorrarte los 4 kilómetros que unen ambas localidades. La ruta más larga abarca 7,7 kilómetros de ida, pero recuerda que tienes otros tanto de vuelta. En ambos casos, desde Villanueva de Valdegovía sale la carretera señalizada hasta el comienzo.

El Purón nace en la sierra de Andarejo, a 970 metros de altitud. Discurre hacia el Ebro entre calizas y margas. Allí los buitres leonados son los señores del cielo. Si tienes suerte y te fijas, también contemplarás águilas reales y alimoches, mientras corzos, jabalíes, gatos monteses y garduñas engrosan el animado vecindario de la zona. Recorren un entorno poblado por quejigos, encinas, robles y hayas que en grupo, como buenos ciudadanos nacidos en plena naturaleza, componen el manto vegetal. Se mezclan con la vegetación de ribera, con alisos, sauces, fresnos y algún que otro olmo para aumentar la perfección y el interés de la visita.

En el Centro de Interpretación del Parque Natural de Valderejo (Lalastra) te informarán sobre el enclave y sobre su entorno. Abre de martes a viernes de 9.00 a 15.00 horas; fines de semana y festivos de 10.00 a 14.30 y de 15.30 a 17.30. El paseo puede hacerse durante todo el año, aunque el mejor momento de cara a elegirlo es la época de lluvias, tras el deshielo. La estación multiplica los saltos de agua que dan movimiento al paisaje, sobre todo en la zona situada entre las localidades de Ribera y Herrán.

Kepa García

Si ya tienes todo preparado, toma la calle Real. Tras 3,6 kilómetros de campas y monte te toparás con el pueblo abandonado de Ribera, donde solo la iglesia de San Esteban ha resistido el embate del tiempo. Para no extraviarse existe una ruta balizada con el nombre de 'Senda- desfiladero', solo tendrás que obedecerla. Cruza la corriente, debes dejarla a la izquierda. Tienes algo más de medio kilómetro a través de una campa hasta acabar en un paraje boscoso donde el camino se vuelve más estrecho mientras avanza, impresionante, por el cañón.

Una pasarela metálica anclada a la roca sirve de balconada desde la que admirar una poza. En este tramo disfrutarás especialmente de las vistas. Otra textura, la de la madera, da forma a un puente desde donde admirar el encanto del angosto desfiladero, que serpentea abriéndose paso entre la roca, obstinado, sin mirar atrás.

Pero debes hacerlo: atrás, adelante, a los lados; toma nota de todos los detalles. Cuando accedas a la zona más cerrada te sorprenderá la verticalidad de los paredones de roca caliza, imponentes como colosos naturales, voluminosos y rígidos. El trayecto se extiende otros dos kilómetros hasta el municipio de Herrán, en el valle burgalés de Tobalina. Justo antes de llegar a esa localidad cuentas con una zona de esparcimiento repleta de mesas, a la izquierda, por si te apetece parar a descansar y comer algo para reponer fuerzas. Acabarás la cita en el puente-pasarela a la entrada del pueblo. Queda la vuelta, siguiendo el mismo camino.

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