EFE
GPS | Paisajes con alma

Estío en el Mar del Pirineo

Embalse de Yesa ·

Huellas romanas y aguas termales escondidas ante la mayor reserva hídrica de los últimos diez años

Domingo, 8 de octubre 2023, 07:29

El agua nos preocupa. Porque llueve poco y escasea; o bien porque llueve demasiado y torrencialmente, nos inunda pueblos y casas, destruye bienes y cosechas. ¡Ah! pero solo nos acordamos de Santa Bárbara...

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Pensemos entonces en el agua antes de la tormenta. Hoy echamos una ... mirada a un lugar mitad navarro, mitad aragonés, donde el agua dice muchas cosas: habla del pasado, es indicador del presente y también parece poder vaticinar el futuro si este es incierto. Miramos y pensamos desde las orillas del embalse de Yesa, esa preciosa e inmensa mancha azul que llamamos Mar del Pirineo porque por los ríos Esca y Aragón le llegan las aguas limpias de muchas montañas y valles pirenaicos. El embalse ya acabó con varios pueblos a costa de inundar sus tierras: Tiermas, Escó y Ruesta; también promete quitar los campos de labor, si el proyectado recrecimiento se lleva a término a pesar de la dilatación en el tiempo de los trabajos, de las localidades de Artieda, Sigüés y Mianos.

Estas aguas que fabrican nuevos paisajes mientras destruyen otros tienen que preocuparnos ahora cada día más porque sus caprichos ya van a ser inevitables. Por ejemplo, es curioso y llama la atención que, este año de terribles avisos de sequía en la península, el nivel del embalse de Yesa haya tenido el menor estiaje no de los últimos veranos sino de la última década.

En 2022 el embalse de Yesa almacenaba a principios del otoño 60 hectómetros cúbicos, un 13% de su capacidad, este año, sin embargo, tiene en reserva 152 hectómetros cúbicos, un 34% y la media de los últimos diez años es de 132 hectómetros cúbicos.

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Claro, esto ha impedido a los cientos de aficionados a las aguas termales rebozarse a placer en el barro de Tiermas porque el estío no lo ha dejado al descubierto. En Yesa se siente: agua que esconde agua.

Aunque en la última semana el nivel del embalse sigue bajando quizás no se podrán experimentar esas sensaciones primitivas de meterse en bolas en una balsa calentita de aguas sulfurosas burbujeantes, frotarse el lodo en la cara y salir con el pellejo reafirmado, suave y hasta los huesos sintiendo el bienestar que los romanos ya aprendieron a disfrutar.

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Tapados por el agua, tampoco hemos podido ver al aire los círculos de los crómlech de Ruesta, ni las trazas de la calzada romana que el embalse sepulta y esconde.

Desde que en 1959 las aguas azules del Pirineo enterraron las vegas de Tiermas y Escó bajo el embalse de Yesa y escondieron el manantial sulfuroso que emerge, a cuarenta grados y oliendo a huevo podrido, cada verano nos invita a pensar en el agua. Fabrica paisaje, la embalsamos, la gastamos, pero cuidamos escasamente.

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