
Esperando a Urjauzi en el paraíso
Lamioxin (Parque del Gorbeia) ·
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Lamioxin (Parque del Gorbeia) ·
Me llamó la atención la familia poco ruidosa de aquel domingo de primavera. Dos chiquillas y un pequeño llegaron en familia, con sus progenitores, todos ... en actitud casi sigilosa. Se habrán puesto de acuerdo -pensé- porque lo normal es que la chavalería en la naturaleza corra y salte, dando gritos, o que vaya protestando por tener que caminar.
No había viento y la laguna era como un espejo reflejando el bosque de hayas en una simetría tan perfecta que parecía un cuadro pintado en estilo hiperrealista. En el agua de la orilla se veían algunas fochas rompiendo el silencio, más lejos un somormujo, entre los árboles se adivinaban los colores de algunos patos. La familia hablaba muy bajito, mientras cada cual se esmeraba en señalar lo que veía. La más chiquita no pudo callarse mucho tiempo. «¿Y la lamia? me habías dicho que aquí vive una lamia», preguntó. «Vamos a esperar a ver si aparece -respondió la madre-. Es raro que se deje ver cuando hay gente, pero igual nos está mirando desde el bosque. No saldrá a peinarse sus cabellos de oro mientras nos vea, ya sabes que es muy presumida.
¿Te acuerdas del cuento? Un día un zagal que se llamaba Urjauzi vio y escuchó cómo la lamia pedía un deseo a su espejo mágico. Tanta envidia le daba poder tener cualquier deseo que en un descuido de Urjauzi le robó el espejo y luego se pasaba el día pidiéndole caprichos. Pero un día la lamia se lo encontró en un bosque junto al río medio dormido y aprovechó que estaba un poco despistado y le preguntó al pastor por su nombre. Al pronunciarlo, recibió al instante la maldición del espejo mágico y se convirtió en una cascada que está aquí cerca y otro día iremos a ver. Esa cascada es la que cada invierno sigue llenando de nieblas el bosque de Altube y con el agua que llevan se llena esta laguna que se llama Lamioxin por esa Lamia.
Mientras todos sucedió algo precioso. De pronto, dos fochas comenzaron a enredarse en estrepitosas zambullidas abriendo y cerrando ruidosamente las alas mientras corrían literalmente sobre el manto de agua y se perseguían a gran velocidad. «¡Hala, si pisa en el agua sin hundirse!», dijo el chico. No sabían que así es el cortejo nupcial de las fochas: ruidoso, escandaloso, salpicando y ondulando la paz de la laguna. El somormujo seguía a lo suyo, buceando aquí y allá, intentando atrapar algún pececillo para el desayuno.
Un poco más arriba la peña de Iñurbe que se oculta tras el bosque vigilaba la laguna que desde allí es perfectamente redonda. Un poco más abajo, algunos grandes robles seguían marcando la encrucijada de Basaude, como se llamaba la Comunidad de Montes de las localidades de Bustaiz y de Urkaerria. Son tierras de Álava que han sabido cuidar la tierra y los bosques que ahora protege el Parque Natural de Gorbeia.
Lamioxin sigue ahí, reflejando las siluetas mágicas de viejos troncos secos que, como si fueran figuras de cuento, buscan el cielo con sus brazos de piel blanca saliendo desde las aguas. Si Urjauzi aparece y puedes verla no se lo cuentes a nadie. Es mejor esperarla en la orilla.
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