El escondite del corazón de Carlos II, el Malo

Situada en la parte oriental de Navarra, Ujué o Uxue corona una de las montañas que integran la sierra homónima. Su cima es la iglesia-fortaleza de Santa María. El carácter defensivo de la localidad sigue intacto y se aprecia nada más adentrarse en ella. Se trata de uno de los castillos-fortaleza erigidos para defender el Reino de Pamplona del avance del islam. De hecho, el geógrafo Al-Himyarí lo describió como el sistema defensivo «construido con más solidez y en la posición más elevada».

El encargado de esta construcción no fue otro que Sancho Ramírez, primer rey de Pamplona y Aragón, que fundó la iglesia de Santa María en 1089. Pero el aumento de la fama de Ujué llegó de la mano del ascenso al trono de la Casa de Évreux. Carlos II, apodado el Malo, y su hijo Carlos III, el Noble -nótese que la tiranía no era hereditaria- manifestaron frecuentemente su predilección por el santuario de la villa.

Tras los dos Carlos, el amor por la villa continuó gracias a Blanca de Navarra -nieta del Malo e hija del Noble-, quien pidió que al morir la enterraran allí, pero sus deseos no fueron concedidos debido a las guerras civiles de la época. A su vez, su hija Doña Leonor frenó que el pueblo decayera organizando peregrinaciones al santuario y liberando a sus vecinos de pagar impuestos.

Desgraciadamente, en la actualidad, de todo ese esplendor sólo se conserva intacta la iglesia con sus dos torres almenadas y la casa parroquial, puesto que el Cardenal Cisneros tuvo a bien ordenar el derribo de las demás edificaciones. Pero no se desanimen, son lo suficientemente valiosas para que la visita merezca la pena.

Un conjunto de antiguas casas abrigan la iglesia-fortaleza de Santa María ante los azotes incesantes del cierzo -van a agadecer estar dentro-. Tras subir las empinadas callejuelas empedradas de la villa se alcanza la cima desde donde se puede observar la cordillera pirenaica, la ribera del Ebro y la silueta del Moncayo.

La visita al santuario de estilo gótico, erigido sobre una iglesia románica del siglo XI, y a su vez sobre un templo prerrománico del X, comienza en el exterior. A través de un circuito perimetral que pasa por debajo de los contrafuertes se pueden ver en los capiteles figuras de guerreros, seres fantasticos, tetramorfos... -les animo a buscarlas-. En esta zona también se halla la galería de arcos lobulados, que ofrece vistas de la ribera, y las ruinas de la Universidad que Carlos II no llegó a finalizar.

Una vez dentro, tras haber observado la portada con sus imagenes de una Última cena con un gallo o de los Reyes Magos junto a el Malo, destaca la cabecera de la nave coronada con un triple ábside. Es allí donde tras cruzar un enrejado gótico se encuentra la Virgen de Ujué de 1190, posteriormente forrada en plata. Pero el verdadero 'tesoro' se encuentra a escasos metros de ella.

Guardado dentro de una hornacina y encerrado por una reja -y no apto para aprensivos-, se encuentra el corazón de Carlos II, que pese a su maldad amó Ujué y a su virgen y les donó su corazón. Pero no es la única reliquia de Santa María. En la zona del coro, tras la caja del órgano, se encontró una pintura mural del siglo XIV en la que se ve a la Virgen con el Niño y tres jinetes casi desaparecidos.

Tras disfrutar de un paseo por el pueblo, se pueden acercar hasta las ruinas de la iglesia de San Miguel con su fachada románica con motivos celestiales y su nave de estilo gótico.