La Encontrada del río Baias

La Encontrada fue una importante ferrería que se construyó en 1726 a orillas del río Baias en el término de Lukiano. En Álava trabajaron pocas ferrerías ya que además de haber poco hierro la Corona Castellana había prohibido a los hijosdalgo alaveses la construcción de estas fábricas fundamentales. Alfonso I dictó en 1332 una ley que limitaba su número para «conservar los bosques, porque los montes no se yermen ni se estraguen». Ahí es nada: ya en el siglo XIV había políticos con mentalidad sostenible. Aunque sirvió de poco porque el desarrollo industrial del s. XVIII disparó el número de ferrerías y también de la quema en ellas de buena parte de los bosques.

La Encontrada fue una de las primeras en edificarse en territorio alavés y se hizo sobre el solar de un antiguo caserío que ya en el siglo XVI figuraba como molino. Allí estaba la casa fuerte de los Gereña que luego paso a manos de los Velasco y de aquello queda ahora un caserío, mitad de ladrillo, mitad de sillería; hay al lado un bonito puente medieval que todavía permite vadear el río Baias y fabrica una preciosa simetría cuando el agua está remansada a sus pies.

Aguas arriba hay apenas unas piedras, un resto del túnel hidráulico, un resto de la presa. Lo mejor es el cauce tranquilo del Baias que llega en una galería de verdes donde ahora un puente colgante sirve para cruzar el río. La ferrería La Encontrada llegó a producir en el siglo XIX casi 2.000 quintales de hierro anuales, el doble de lo que la vecina de Abornikano fundía en su horno, pero para 1860 ninguna de las dos funcionaba ya.

¿Por qué La Encontrada? Una leyenda es la versión más divertida. Cuenta que la princesa Blanca de Navarra era perseguida por ser partidaria de su hermano, el príncipe D. Carlos y heredero del trono de Navarra, preso entonces por su padre el rey D. Juan. En su huida Blanca recaló en el valle de Kuartango donde encontró cobijo y refugio en casa de los Gereña, señores de La Encontrada. Al parecer su hermano Carlos, el Príncipe de Viana, una vez liberado del cautiverio, partió en su busca con un grupo de escuderos. Habiendo conocido que estaba en Álava, caminaban un día por el valle de Kuartango hacia Vitoria y al llegar a las proximidades de la torre de Gereña su hermana, asomada a la ventana, lo reconoció y salió corriendo a su encuentro. Al ver a su hermana el príncipe gritó emocionado: ¡encontrada! Y así, desde entonces, se cambió el nombre de la torre por el de La Encontrada.

Todo esto y más lo contaron los historiadores José Iturrate Sáez de Lafuente y Julián Olabarria Sautu. Pero también desvelaron que puede ser algo más banal esta denominación. Porque en tiempo medieval ese término, 'encontrada', correspondía a una antigua organización administrativa del espacio, asimilable a una comarca y que tiene su igual en los términos francés de contrée, el catalán contrada o el inglés de country. Con leyenda o sin ella, en La Encontrada hay ahora mucha paz; apenas se escucha el susurro del Baias discurriendo plácidamente donde antaño se vivía un incesante trajín de leñadores, carboneros, carreteros y ferrones.