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Lunada ofrece una ascensión larga y muy bonita. D. M.
GPS

El discreto encanto del puerto más mítico de las tierras pasiegas

Portillo de Lunada | (Cantabria) ·

Son más de 30 kilómetros de subida en los que se puede disfrutar de un paisaje muy particular en cualquier época del año

Martes, 19 de diciembre 2023, 01:01

Hay un puerto en Cantabria que ejerce una atracción casi mágica a todo aquel que lo pisa. Es el Portillo de Lunada, un pequeño paso de montaña que comunica los valles pasiegos y la comarca burgalesa de Las Merindades. En el ambiente ciclista es muy ... conocido porque ha sido incluido más de una vez en carreras profesionales, entre ellas, la Vuelta a España.

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En bici

  • Distancia 30,5 km.

  • Altitud máxima 1.317 metros.

  • Desnivel 1.230 m+.

  • Pendiente máxima 12%.

Se trata de una subida que tiene dos vertientes. En este caso la vamos a ascender desde el municipio cántabro de Liérganes, al que podemos llegar cómodamente en coche. Se trata, además, de un lugar muy turístico y que bien merece un buen paseo. Además de unos ejemplos magníficos de casonas y de poder disfrutar de la gastronomía local -la entrada en pastelería Rego es obligada y su escaparate en estas fechas llama la atención-, es una ocasión inigualable para empaparse de la leyenda del hombre pez al que encontramos a orillas de río.

Una vez ya montados en la bicicleta, tenemos por delante una ascensión larga, muy bonita y con algunos puntos donde poner a prueba nuestras fuerzas. Son nada menos que 31,5 kilómetros donde vamos a ver cómo cambia el paisaje a lo largo de la ascensión. También podremos disfrutar de la particular arquitectura pasiega, con sus típicas cabañas, muchas de las cuales se han restaurado ahora como viviendas de vacaciones, pero antaño eran casas con la cuadra para las vacas abajo.

Se da la circunstancia de que el paisaje también ha sido obra del hombre pues en su momento, los siglos XVI y XVII, este paraje fue uno de los que abastecía a la Real Fábrica de Artillería de La Cavada con madera, que resbalaba ladera abajo. Los surcos que dibujaban los troncos cincelaron la tierra y son hoy visibles, dotándole de ese toque especial.

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Como puntos más duros en la subida están los dos kilómetros antes de llegar al pueblo de Linto, con varias rampas del 10%, y la zona de la ermita del Toral, igualmente dura. Entre ambos puntos, siempre podemos parar a tomar un refrigerio en La Concha, cuyas antiguas escuelas son hoy un coqueto bar-restaurante.

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