Desfilando sobre las aguas y bajo los buitres
Desfiladero de La Yecla (Burgos) ·
La Yecla es una de esas majestuosas construcciones de la naturaleza que deben ser visitadasDesfiladero de La Yecla (Burgos) ·
La Yecla es una de esas majestuosas construcciones de la naturaleza que deben ser visitadasSon muchas las ocasiones en las que la naturaleza sorprende con sus construcciones hechas con empeño, pero sobre todo con el paso del tiempo. El Desfiladero de la Yecla, situado al sur de Burgos -al límite con Soria- es una de esas maravillas. Sus imponentes ... paredes de roca caliza -que alcanzan los 100 metros de altura- tan solo son las puertas al interior de la tierra. Se trata de una estrecha y profunda garganta que se fue modelando a lo largo de millones de años por el paso del arroyo 'El Cauce', afluente del río Mataviejas -cuya historia se remonta a la época del Cid-. El proceso de disolución kárstica y los desplomes hicieron lo que hoy es un paraje de lo más increíble y llamativo.
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Distancia A 214 kilómetros de Bilbao y a 171 de Vitoria.
Aunque a primera vista la formación impresiona, no hay nada de lo que temer. Se trata de una ruta sencilla -que no aburrida- no muy larga. Se puede acceder a ella tanto desde el sur -donde se encuentra un amplio parking- o desde el norte por Santo Domingo de Silos. La primera opción permite limitarse a un recorrido de escasos 1,2 kilómetros, mientras que a pie desde el pueblo se realizan 7 kilómetros. Partiendo desde el aparcamiento se accede a las escaleras que llevan a las pasarelas y puentes colgantes por los que se hace el trayecto. Antes de iniciar el camino, un cartel sugiere el uso de un casco de seguridad. Aunque este no es obligatorio y se puede hacer la ruta perfectamente sin él, puede que alguna pequeña piedra se desprenda. Si no llevan uno, pueden pedirlo en el restaurante que se sitúa al lado o en el propio pueblo.
Ahora sí, vamos a lo importante. Nada más entrar en la garganta de la montaña quedarán fascinados por lo que sus ojos están viendo -y así será durante todo el recorrido-. Desde la pasarela podrán apreciar las diversas formas provocadas por la erosión del agua como sumideros, marmitas de gigante o pequeñas cascadas. Si van en época de lluvias, el paisaje resultará aún más impactante.
En algunos tramos del Desfiladero de la Yecla el ancho del camino no supera los dos metros, casi tocando pared con pared. De hecho, en estas zonas más vale no coincidir con otros visitantes o surgirá el incómodo -y gracioso- momento en que tendrán que decidir quién se quedará quieto y quién meterá tripa para poder pasar.
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Durante todo el recorrido seguirán desde las alturas la corriente de 'El Cauce', pero si miran hacia arriba se encontrarán con otras vistas igual de impresionantes. En lo alto de la montaña y a través de la grieta de esta podrán observar cómo vuela una numerosa familia de buitres leonados. Esta especie es la más llamativa del lugar -incluso tiene una escultura en su honor en el propio recorrido- con sus más de 100 parejas anidando en las crestas rocosas, pero también podrán avistar águilas perdiceras, halcones peregrinos, azores y alimoches. Esta es una buena oportunidad para desempolvar los prismáticos o el propio teleobjetivo de la cámara y disfrutar de la increíble panorámica.
Al salir de la montaña se encontrarán con un precioso bosque por el que dar un paseo y alargar la visita. Y es que el parque natural en el que se encuentra el enclave posee unos de los más extensos y mejor conservados sabinares de Europa. La sabina albar es una especie superviviente de la prehistoria. Por su parte, las plantas de este bosque cuentan con más de 2.000 años de antigüedad. También podrán ver encinas, rebollos y quejigos, y si tienen suerte -o no, según como lo vean-, tal vez puedan deleitarse con la presencia de alguno de los animales que allí viven: corzos, lobos, jabalíes, gatos monteses, ginetas, nutrias…
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A esta excursión al Desfiladero de la Yecla pueden ir en familia, pareja, solos o como gusten, ya que es apta para pequeños y mayores, con vértigo o claustrofobia, puesto que las vistas gustan a todo aquel que lo visita hechizándolo hasta tal punto que se irá con ganas de volver.
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