La cumbre que marca el límite de los dominios de la diosa Mari

Iniciamos esta marcha en la ermita de San Cristóbal, accesible por el alto de Krutzeta. Saliendo del aparcamiento hacia la izquierda, caminamos por la carretera unos pocos metros, hasta dar con el camino, que asciende por una pista de gravilla hasta encontrarnos con una cruz de hierro, momento en el que abandonaremos esa vía inicial para seguir unos hitos de piedra. Pasamos un collado, un hayedo y, dejando a la derecha las peñas de Arangio, alcanzamos la ermita de Santikurutz. Las vistas ya merecen la pena, pero conviene no despistarse con los hitos para no pasarnos el desvío al Orisol -a mano derecha-, ya que el sendero más marcado sigue hacia adelante y es relativamente fácil pasar de largo. Ya solo queda una pequeña trepada para alcanzar una cima que, por ponerle alguna pega, no es la más cómoda. Arriba, imponente y majestuoso, nos vigila el Anboto.

Descendemos a la anterior encrucijada de caminos, donde, por la derecha, podemos encaminar nuestros pasos hacia la zona de Ipizte, Zabalandi y Urkiola. Un recomendable paseo bajo el hayedo que dejamos para otra ocasión. Esta vez volveremos sobre nuestros pasos hasta el punto de partida, con la única y simple misión de subir a Santikurutz y descender por la pista hasta la ermita de San Cristóbal, santo protector de los viajeros.