Castillos, torres o museos habitados por personas de coraje

Historias de osadía de personajes lunáticos o valientes pero incomprendidos en su tiempo, cuyas vidas pueden recrearse en fortificaciones, jardines y museos

Jueves, 24 de marzo 2022, 01:05

Escribe el refranero: «Febrero loco, y marzo otro poco». Inmersos en este chiflado mes, dedicamos nuestras excursiones a personajes históricos vascos que pudieron ser tildados de dementes o cuya actitud, al menos, perturbó a sus coetáneos. Alejarse de la normalidad levanta sospechas, supone, en muchos ... casos, el adjetivo de alienado. Por alienados se tomaba antaño a quienes sufrían una enfermedad mental, aunque en ocasiones sus síntomas respondieran solo al hecho de poner distancia respecto al precepto social.

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Pasó mucho, por ejemplo, con las mujeres, protagonistas también de marzo. Diagnosticar como histeria femenina el derecho a vivir según los propios deseos fue práctica común antaño, aunque la valoración médica tuviera más que ver con el rechazo a la rebeldía. La prescripción para superar tal dolencia en la medicina medieval y renacentista resultó curiosa: cita entre sábanas. Con el marido si estaban casadas, buscando esposo en el caso de las solteras o mediante masaje genital aplicado por comadrona como último recurso. Pero regresemos a nuestros locos y a los espacios vinculados a ellos que invitamos a visitar. La propuesta empieza, precisamente, con dos mujeres convertidas en leyenda.

María Pérez

Torre de los Varona (Villanañe, Álava)

Conocida como María Varona, sus gestas medievales la elevaron a mito… una verdadera locura. Dicen, y todo forma parte de esas leyendas, que en plena trifulca contra Alfonso 'El Batallador' de Aragón, decidió vestir armadura y luchar. Que las circunstancias la colocaron frente al monarca a quien, para su vergüenza y a pesar del rimbombante sobrenombre, apresó una mujer. Lo entregó a otro Alfonso, en este caso Alfonso VII de León (un poco lío, ya). Que este último afirmó: «Haveis obrado, no como dèbil muger, sino como fuerte varon, y debeis llamaros Varona vos y vuestros descendientes», una frase que ahora no pasaría el filtro, pero que perdonamos porque añade teatralidad al asunto. Nacía así el apellido de la torre que puedes visitar en la localidad alavesa de Villanañe.

María se hizo un hueco en los textos, incluso en los de Lope de Vega. Parte de su historia se halla recogida en la fortaleza, habitada por la familia del siglo XV al XIX. Visitable, el interior conserva camas con dosel, alacenas con vajilla de la Cartuja de Sevilla, cristalería de Bohemia, escritorios, librerías... Papeles pintados de pared creados en París, Alsacia y España en el XIX, colección de cerámica, arcones... En la zona ajardinada se levanta una fuente rematada por el escudo-efigie de La Varona.

Catalina de Erauso

Jardines de Miramar (Donostia, Gipuzkoa)

Busto de Catalina de Erauso ante el palacio de Miramar. JOSE MARI LÓPEZ

De Catalina cuentan muchas historias y no todas buenas. Conocida como 'La monja alférez', nació a finales del XVI. Se sabe de ella porque, además de saborear el éxito, escribió una autobiografía. Escapó del convento en el que sus padres la habían internado para, vestida de hombre, embarcar al Nuevo Mundo. Y como hombre se quedó. En Trujillo mató a un hombre por ofenderla. En Lima fue acusada de «andar en las piernas» de otra doncella. Como el jaleo se le daba bien, se apuntó a las guerras de Perú y Chile.

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Condenada a muerte por matar a un alguacil, tenía claro que si se confesaba mujer le perdonarían la vida (perturbada no sabemos si era, lista un rato). Inteligente, recibió el indulto del obispo de Cuzco. Obstinada también, tras múltiples peticiones a Felipe VII, este le concedió el título de alférez y una pensión anual por los servicios prestados. Dicen, además, que el Papa Urbano VIII le dio el beneplácito para vestir como varón. Al final murió en México, transportando mulas. Por entonces se hacía llamar Antonio de Erauso.

En el parque de Miramar, estratégicamente situado entre las playas de La Concha y Ondarreta, admirarás un busto suyo. Detrás de la escultura se levanta el palacio de idéntico nombre. Diseñado según estilo 'old english', fue inaugurado en 1893 como casa de campo para las estancias estivales de la familia real. El francés Pierre Ducasse compuso los jardines que ofrecen una de las mejores vistas sobre la ciudad. En Bilbao, dentro de Azkuna Zentroa y hasta septiembre, puedes ver su retrato en la muestra 'Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans', del colectivo artístico Cabello/Carceller.

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Francisco de Javier

Castillo de Javier (Javier, Navarra)

Primero marchó a la India, después a Japón y, como no tenía bastante, emprendió una expedición con la idea de adentrarse en el imperio chino, el más poblado y poderoso de Oriente, donde –y aquí viene el puntito de locura– la entrada de cualquier extranjero estaba penada con la muerte. No logró la última hazaña. Moriría a las puertas de China, en la isla de Sanchuan. Su cuerpo fue trasladado con fervor popular a Malaca y después a Goa, donde es venerado desde entonces. También conocido como Francés de Jasso (1506-1552) vivió 46 intensos años. Miembro del grupo precursor de la Compañía de Jesús, recibió el apodo de 'Apóstol de la India'. Supervisó las misiones de ese país, hasta que decidió marchar a tierras niponas, convirtiéndose en el primer misionero europeo en el país. Por su labor fue canonizado y declarado patrono del Reino en Navarra.

El Castillo de Javier, que puedes visitar, acogió a su familia. Empezó siendo torre defensiva entre los reinos de Navarra y Aragón. Ampliado después, dentro vivían propietarios, jornaleros y campesinos. Un puente levadizo da acceso a la puerta principal, coronada con los escudos familiares. En el sótano, doce esculturas resumen momentos de su vida. Hallarás objetos de arte, esquemas, planos, documentos y cálices en las antiguas caballerizas. Imaginarás las veladas de la familia en la Sala Grande. Tras bajar por la escalera del cojo aguarda el recinto más antiguo, formado por la base de la Torre del Homenaje, la Capilla de San Miguel y la habitación del Santo, que habitó desde joven hasta partir a la universidad de París en 1525. La joya del castillo es la Capilla del Cristo. Ocupa la torre de mismo nombre, antaño espacio de oración. Muestra frescos del siglo XV únicos en España. La tradición dice que el Cristo tallado en nogal sudó sangre el día en que el santo murió.

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Cristóbal Balenciaga

Museo Balenciaga (Getaria, Gipuzkoa)

Javier Etxezarreta

Son muchos los artistas tildados de lunáticos, aunque gocen de mentes preclaras. Lo distinto no se entiende y lo que no se entiende se siente raro. De ahí a calificarlo enajenación basta un paso. Tal vez se considerase extraño en la época que Cristóbal Balenciaga (Getaria 1895-Valencia 1972) amara coser. Por suerte tuvo una madre que nunca le impidió ese deseo; ella misma ejercía como costurera de los Marqueses de Casa-Torres. Su influencia le convirtió en uno de los principales diseñadores de alta costura.

Ava Gardner, Elizabeth Taylor, Grace Kelly o Marlene Dietrich fueron algunas de las estrellas que lucieron sus creaciones. Balenciaga había dado sus primeros pasos como sastre en Donostia en una época floreciente para la capital guipuzcoana debido a la presencia de la corte en verano. El éxito eclosionaría en su etapa parisina, tras llegar allí empujado por la guerra civil. Rompió con su moda los cánones socioculturales e introdujo, como buen genio alienado, la abstracción.

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El Museo Cristóbal Balenciaga alberga sus creaciones. Además, hasta el 8 de mayo mantiene la muestra 'Balenciaga, la elegancia del sombrero', en colaboración con el Museu del Disseny de Barcelona. En ella se admiran 87 piezas, desde boinas a tocados, pasando por pamelas o pillbox. Más 10 total looks, indumentarias completas.

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