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Dicen que la curiosidad mató al gato, pero todos sabemos que los felinos tienen siete vidas, así que tampoco será tan peligrosa. Gracias a la curiosidad de los curiosos el mundo avanza, los simples que no se preguntan nada aportan poco al planeta. Curiosear significa ocuparse de averiguar lo que alguien hace o dice, así que hemos decidido ponernos a ello. Indagaremos en varios asuntillos que otros desvelaron para husmear sin pudor y aprender algo nuevo. Después toca coger la mochila y acercarse a fisgonear lo escudriñado, olisquear nuevos horizontes sin que eso nos haga sentir entrometidos.
Eguílaz (Álava)
Para empezar, dos curiosidades del dolmen de Aizkomendi: se trata del primero descubierto en Álava y el primero identificado en la Península Ibérica en el año 1831. Seis grandes piedras calizas y una de arenisca colocadas verticalmente, junto con otra gran losa que las corona, componen su esqueleto. Allí se encontraron restos de 300 cadáveres; dato llamativo: todos de hombre. Bien conservados además. Pero también hallaron algo menos previsible: botones de un uniforme perteneciente a algún soldado de Napoleón.
Quién sabe si el militar pasaría por allí y… Lo importante es que este hallazgo conecta con una historia fabulosa, perfecta para amantes de rarezas históricas. Tiene que ver con la intentona de invasión napoleónica a Rusia y la 'Peste del estaño'. ¿Eso qué es?, nada menos que el paso del metal beta a la forma alotrópica alfa. Ya, les hemos dejado igual. ¡Atentos! El estaño es un metal maleable pero frágil con el frío. ¿Y? Pues que en las tierras rusas que trataban de conquistar las tropas francesas durante el invierno, calor no hacía. El enfriamiento brusco de los uniformes en 1812 transformó los botones fabricados con estaño beta en alfa, por lo que se deshicieron. Vamos, que acabaron hechos polvo, literalmente. La imposibilidad de abrocharse bien el traje sumó hipotermia a la mal pensada estrategia militar, a la falta de higiene y a la alimentación deficiente (muchos de aquellos hombres debieron comer carne de caballo cruda, cortada del animal aún vivo, lo que aumentó las enfermedades gastrointestinales). El caso es que las bajas aumentaron muy rápido, la suma pasó a multiplicación en poco tiempo y aquello se fue al garete. Resumiendo, no es que la desintegración de los botones causara la derrota del ejército imperial, pero cada vez más historiadores piensan que contribuyó a ella. Interesante, ¿no?
Pero volvamos a tierras alavesas, fresquitas en ocasiones, aunque no tanto. La botonadura apareció por este dolmen que contaba con cámara poligonal de losas imbricadas, corredor cubierto de aproximadamente 6 metros de largo (hoy desaparecido) y gran túmulo parcialmente desmontado en 1965 para observar la construcción desde la carretera. Ese túmulo inicial medía unos 30 metros de diámetro y detectaron sobre él restos de hogueras utilizadas durante rituales, con mucha probabilidad. En una segunda fase, el túmulo fue ampliado hasta alcanzar un diámetro de 64 metros. Tras su descubrimiento, hallarían nuevos objetos pertenecientes a distintas épocas (muchos desaparecidos actualmente), que apuntan a un primer uso del sepulcro en época neolítica y otro posterior en el Calcolítico.
Barakaldo (Bizkaia)
El mito es muy becqueriano, no porque Gustavo Adolfo lo inventara, sino porque lo podría haber incluido entre sus leyendas. En realidad fue el escritor del XIX Antonio Trueba y de la Quintana, conocido como 'Antón, el de los Cantares', quien lo puso sobre papel advirtiendo de que un amigo se lo narró. Cuenta que en un caserón junto a la orilla del río Cadagua vivía una hermosa muchacha, muy querida en Santa Águeda, que se prendó de un apuesto mozo de la ribera opuesta, Castrejana. Sus encuentros obligaban a vadear peligrosamente el agua de piedra en piedra; a pesar de todo, el noviazgo se formalizó. Hubo un pero, jóvenes aún para el matrimonio, debían esperar, o eso pensaron sus progenitores. Las malas lenguas, siempre prestas, aprovecharon esa demora para poner en duda a la chica, decían que si era tal, que si hacía cual... El, celoso, sospechó una infidelidad que nunca había acontecido, y decidió cortar de raíz marchando a la guerra. Recibida la noticia, la chica corrió a buscarlo. Pese a una enorme tormenta de agua y granizo desatada, trató de pasar la corriente... sin conseguirlo. Lloraba y lloraba, ahogada por la pena, cuando en la tupida noche se hizo un claro del que surgió un hombre misterioso que pronunció las siguientes palabras: «Antes de que el gallo cante al amanecer, puedo construir un puente a cambio de tu alma». Tanto amaba a aquel muchacho que la moza aceptó, pero al ver surgir de verdad la pasarela ante sus ojos, sin mediar trabajo de canteros ni esfuerzo alguno, se dio cuenta de que acababa de hacer un trato con el mismísimo Diablo. Devota de la amatxu de Begoña, rezó y rezó hasta que San José llegó en su auxilio, evitando con un golpe de vara que el demonio consiguiera colocar la última piedra del puente. Cantó el gallo antes de la amanecida y el malévolo huyó entre bramidos, mientras la piedra, ya libre de peligro, encajaba a la salida del sol. Testigo del milagro desde la orilla opuesta, el antes ofuscado novio corrió por la nueva estructura para abrazarse a la que sería, lo había decidido ya, su esposa. Y ambos se juraron amor eterno.
La leyenda no es mala, aunque en realidad no se sabe la fecha de nacimiento del puente de Castrejana, ya citado en documentos del siglo XIV. Es probable que emergiera, sin intervención divina ni infernal, en 1435 o 1436, de manos del maestro Pedro Ortiz de Lequeitio. Fundamental hasta el XIX, formaba parte del Camino Real que unía Bilbao y Castilla a través de Balmaseda y el Valle de Mena. Por él cruzaban vecinos, comerciantes y peregrinos del Camino de Santiago, especialmente irlandeses y británicos que bajaban de los barcos que les habían traído a nuestras costas en Bilbao y Portugalete. Gótico, cuenta con un único arco de medio punto y doble rosca, sillares de piedra arenisca. La pasarela da la mano al barrio baracaldés de Urgozo-Las Delicias con el bilbaíno de Castrejana. Para conocerla, los aficionados a la caminata pueden enfrentarse a una que parte desde este puente con el objetivo de llegar a Sasiburu. Se trata de una ruta circular de 11,6 kilómetros, disponible en Wikiloc. Su dificultad es moderada, con desnivel positivo y negativo de 522 metros.
Miera (Cantabria)
Queda dicho de antemano, se trata del mayor columpio de España. Sobre la tierra y casi sobre el agua reproduce su vaivén infinito, e infinita parece algunas veces la cola para tomar la foto y mecerse sobre el ingenio como cuando éramos críos. La idea surgió en pleno Valle Pasiego. Entre las localidades de Miera y Liérganes, en los Pozos de Noja, que ya a principios del siglo pasado se usaban para almacenar las lágrimas de la lluvia y a los destemplados hijos de las nevadas, los copos de nieve, para obtener de su pena y mala temperatura electricidad. Nos referimos a pozos legados por la historia industrial cántabra, lagunas artificiales creadas por la ingeniería humana y transformadas ahora en idílico emplazamiento. Sobre una atalaya que supera los 740 metros. Para atraer turistas y aficionados a columpiarse en la vida o contra el viento, en una zona cada vez más despoblada que necesita atenciones para seguir sintiéndose querida.
De amantes y romanticismo va ese ir y venir sobre un paisaje marcado por el Gilbo, el Yordas y el Espigüete. Con panorámica del Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre. Al que llegar desde la localidad de Riaño, por el camino que conecta con el Bosque de Hormas. El artefacto no cree en eso de que el buen perfume se vende en frasco pequeño. Símbolo del dinamismo, ofrece aromas naturales de la tierra desde sus 7,5 metros de altura. Tuvo clara intención publicitaria la de su nacimiento, ya lo hemos advertido, de ahí que en el banco cercano que han construido (también enorme, por cierto), la leyenda inscrita rece: 'Miera te espera, territorio meracho'.
Si apetece caminar hasta los Pozos de Noja, es recomendable la ruta desde La Estranguada, cerca de Liérganes. Muy popular, la adornan preciosas panorámicas del valle. Una vez allí, toca disfrutar con la serenidad de las aguas, pararse a reflexionar un poco, a meditar sobre el futuro y mecer los pensamientos y el cuerpo en la deseada atracción. A ver si tocas el cielo con los pinreles.
Arraitz (Navarra)
Hablamos del más viejo de Europa occidental, no vamos a dilatar el misterio. Nada de poner cebos como en la tele para mantener al espectador atado a la pantalla hasta, finalmente, desvelar una minudencia. Esto es importante, por eso ha de contarse pronto. El mapa más anciano del continente apareció en las Cuevas de Abauntz, dentro del paraje de Arizarte, a un kilómetro aproximado de Arraitz, en Navarra. Lo encontraron en un yacimiento prehistórico del que rescataron restos humanos y cerámica de la Edad de Bronce. Muchos de esos y otros hallazgos aguardan en el pamplonica Museo de Navarra, por si quieres acercarte. Pero volvamos a lo que nos interesa. Grabado en una piedra datada hace 13.660 años, fue en 2009 cuando la arqueóloga aragonesa Pilar Utrilla distinguió las marcas.
Dicen que la cavidad era hogar de brujas, que un pastor del municipio las proveía cada día de leche de oveja. Hasta que una jornada se le ocurrió mezclar el líquido con caca del rebaño, vaya usted a saber por qué, con el subsiguiente enfado de las sorginak. Fueron todas a cazarlo para vengar tamaña afrenta, pero las campanas de la iglesia de Arraitz tocaron las doce de la noche (la hora cenicienta también para las hechiceras) y debieron regresar pitando a casa, no sin antes maldecirle y jurar que en su hogar nunca faltarían desgracias. Y no faltaron.
Tú, mejor no te la juegues, que las brujas no olvidan los agravios fácilmente. Puedes caminar hasta su casa gracias a un corto paseo desde el pueblo, por los barrios Orkin y Ventas, pero cumple las normas y avanza cuidando el entorno. Solo un kilómetro la separa si usas la pista de Zaldazain, eso sí, con desnivel. No podrás entrar en la cueva porque una verja la protege, pero sentirás la energía de aquellos que la habitaron. Regresa rodeando el monte Kaskaxu, mientras lo dejas a la izquierda. Existe la opción de sumar al paseo la ruta de las minas romanas de Lantz, por redondear la salida.
Uzquiano (Burgos)
Si tus pasos se dirigen hacia la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, si la voluntad de tus piernas te lleva hasta este templo incluido en el Condado de Treviño, te preguntarás por qué hay en ella dos pórticos y no solo uno, como suele ser lo habitual. Surgirá ya de tus labios la primera cuestión que retumba como el eco en tu cabeza... ¿habrá más? Se trata, por cierto, de dos portadas románicas instaladas en el muro sur. En estas líneas descubriremos el secreto, así no le das demasiadas vueltas y dedicas el tiempo a observar este edificio proveniente del siglo XIII, aunque luzca torre barroca del XVII.
Una puerta a la izquierda, más simple a primera vista; la derecha con mayor importancia de labrados. Esa diestra en realidad postiza, llegada desde el deshabitado pueblo de Ochate, la localidad abandonada a la que viajan muchos con la intención de escuchar espíritus y de buscar almas perdidas. «¿Fantasmas, dices?», segunda pregunta que bulle en tu cerebro. Espectros, sí, errantes que no encuentran el camino al más allá. En este más acá hallaron la portada de San Miguel, trasplantada hasta Uzquiano en los años 60 del pasado siglo. Viajera ella, creen que antes debió estar en otro emplazamiento, pues sus detalles no casan con la austeridad de aquella antigua población donde no sobraba el dinero como para tallar con detalle, sus humildes habitantes se dedicaban al pastoreo y la agricultura, y eso nunca ha dado mucho de sí. De hecho, hay quienes aseguran que tal vez, quizá, puede ser, provenga de la iglesia de San Pedro del pueblo de Chochat, abandonado muy pronto debido a la política territorial de Alfonso X. Alguien pensaría lo de 'vamos a aprovechar lo hecho', y pillaron, con o sin permiso, los elementos, portada incluida.
De dónde viene tampoco influye demasiado. Lo esencial es fijarse en sus arquivoltas, observar los preciosos eguzkilores, que antes (y hoy en día) se colocaban en las puertas de los hogares con la clara idea de ahuyentar a los malos espíritus, especialmente a la brujas (pobrecitas mías, menuda mala fama se han ganado siempre). Revisa bien la ornamentación de los capiteles, repletos de arpías (esas sí que eran tremendas), de demonios (peores aún), animales, ángeles y rostros humanos. Después, dirige tus ojos a la portada original de la iglesia, la otra menos viajera, cuidada con mimo bajo pórtico barroco. Decoración vegetal con pequeños rostros asomando es lo que verás allí, mucho más sencilla, pero hermosa.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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