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Cerca como estamos del verano, los refugios de montaña que cierran durante el invierno comienzan a abrir sus puertas, una aportunidad para explorar nuevas montañas. Es el caso de Picos de Europa, donde cientos de vascos acuden a recorrer sus escarpados caminos y sus agrestes ... cimas. Algunas de las más conocidas son Torre Cerredo, Cabrones, La Palanca, el Lambrión u Horcados Rojos. Apostamos hoy por una más sencilla, Torre Jermoso, una cumbre que apenas es cumbre y que queda ensombrecida por sus vecinas, las citadas del Lambrión y La Palanca, y por el cobijo de montañeros que está a apenas unos metros: el refugio de Diego Mello, más conocido como de Collado Jermoso.
Distancia: 4 km.
Altitud máxima: 2.113 metros.
Punto de salida: Cordiñanes.
Dificultad: Media.
Como ocurre con el de Cabrones, no hay forma fácil de llegar aquí. Ubicado en una terraza al borde del Macizo Central, el acceso más clásico es por el pequeño pueblo leonés de Cordiñanes, el inmediatamente anterior a Caín, punto de partida -o final, según el sentido en que se haga- de la ruta del Cares. Según un cartel al comienzo de la ruta, son cuatro kilómetros que se recorren en algo menos de cuatro horas.
La ruta no es difícil desde el punto de vista técnico, pero sí es exigente. Lo es desde el principio, cuando transcurre pegada a la pared e incluso cuenta con una cuerda para ayudarnos a progresar hasta el bosque de Asotín, un bonito hayedo que da acceso a la vega del mismo nombre. Buen momento este para un descanso y disfrutar del paisaje.
Retomada la caminata, remontamos la pendiente hasta llegar al collado Solano y enfilamos un ascenso progresivo hacia la derecha en dirección al Argayo Congosto, un embudo que anuncia que el refugio, aunque todavía no visible, está cerca. Tras alguna que otra trepada sin mayor dificultad, llegamos al famoso albergue montañero, muy popular también por sus espectaculares puestas de sol. La pregunta es inevitable: ¿a quién se le ocurrió situarlo en un lugar así? Torre Jermoso está a unos metros, casi tímida en un paraje tan abrumador. Toca disfrutar de «uno de los mejores atardecer del mundo», como presumen allí.
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