El castillo francés que mira las estrellas
Castillo d'Abbadia (Hendaya) ·
El vasco Antoine d'Abbadie erigió un observatorio para contemplar el cielo y el mar en HendayaSecciones
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Castillo d'Abbadia (Hendaya) ·
El vasco Antoine d'Abbadie erigió un observatorio para contemplar el cielo y el mar en HendayaEs un castillo-observatorio con espectaculares vistas hacia la costa y que se puede ver desde todo Hendaya. El Castillo d'Abbadia es uno de esos palacios que dejan con la boca abierta al visitante. Por su espectacular edificación y, sobre todo, por la historia ... real, la del noble que la puso en pie. Porque Antoine d'Abbadie, que así se llamaba el promotor de esta finca, era un personaje que debería ser estudiado en el colegio por erudito y emprendedor hace dos siglos. Dublinés de nacimiento (1810-1897), fruto de la relación entre una irlandesa y un vasco del País Vasco francés, fue un reputado astrónomo -en 1867 sería nombrado miembro de la Academia de las Ciencias francesa y después ejercería como presidente-, pero no le hizo ascos a la geología, la lingüística, la etnología, la cultura oriental...
Distancia 120 kilómetros desde Bilbao y 126 km. desde Vitoria
De ahí que el palacio en el que fijó su residencia -también fue un empedernido viajero que cartografió países como Etiopía-, muestre esa vena más propia de la ilustración. El castillo se debate entre el estilo neogótico y oriental, y está distribuido según las necesidades de su forma de vida. El ala noroeste estaba dedicada al estudio, la este a la devoción y la meridional para recibir visitas. Todo ello de tal manera que se aprovechaba al máximo la luz solar y las estupendas vistas. Visitarlo provoca sensaciones amables, pues parecen mezclarse en el edificio realidad y sueño. Como un castillo de ficción con formas caprichosas empleadas en su edificación por Eugène Viollet-le-Duc, quien fuera arquitecto restaurador de Notre Dame de París.
Un par de cocodrilos flanquean la entrada a la abadía, recordando el interés de su dueño por las fuentes del Nilo. En la escalera de honor, adornada con una rica vidriera, permanecen visibles los dos lemas que guiaron su vida ('Más ser que parecer' y 'Mi fe y mi derecho'), vigilados por animales fantásticos. No son las únicas inscripciones presentes en un inmueble digno de cuento, de relato envuelto en misterio. Sorprende la dispuesta sobre una viga, en euskera: «Basta un loco para echar un bloque a un pozo, pero hacen falta seis sabios para sacarlo». O la que dibuja un símil sobre la chimenea: «La vida pasa como el humo».
La capilla en la que rezaba sirvió para albergar su tumba y la de su esposa, Virginia Vincent de Saint-Bonnet. También es de admirar la biblioteca de este sabio, que contaba con más de 10.000 volúmenes, 960 obras vascas y 234 manuscritos bíblicos y literarios escritos en Ghez, lengua litúrgica etíope. Junto a todo ello, otro detalle que evidencia su personalidad: la estatua dedicada a su protegido, Abdullah, niño etíope que el ilustrado liberó y que acabaría fusilado ya adulto por participar en la revolución de la Comuna de París, en 1871.
Fuera, dejando atrás salones orientales, cuartos de inspiración árabe y piedra, 65 hectáreas de naturaleza por las que transitar, pertenecientes al Parque Natural Abbadia. Acantilados, zonas de brezo, pastos naturales donde campan las ovejas, bosquecillos y un vergel de variedades autóctonas, orquídeas salvajes incluidas, que podrás conocer gracias a la Maison de la Corniche. Un entorno en el que recordar que, ochenta millones de años atrás, el mar ocupaba aún la cadena pirenaica. Donde rememorar que, siglos después, Antoine d'Abbadie tuvo un sueño y lo cumplió, levantando este maravilloso conjunto.
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