
Las cascadas más espectaculares de Las Merindades
Las Merindades (Burgos) ·
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Las Merindades (Burgos) ·
Ruta por algunos de los saltos de agua menos conocidos al norte de BurgosGabriel de la Iglesia
Viernes, 14 de marzo 2025, 15:05
Para quienes buscan un turismo diferente, adentrarse en la comarca burgalesa de Las Merindades supone caminar por una suerte de paraíso en el que el ... patrimonio, la historia y la naturaleza se dan la mano para brindar una retahíla de sensaciones difíciles de describir. Hay quien descubre sus tesoros siguiendo el hilo conductor de los orígenes de Castilla, quien deja que el rumbo lo marquen los sentidos del gusto y el olfato y quien se adentra en sus rincones buscando el rumor del agua. Y es que, la caprichosa orografía, la omnipresencia del karst y la acción de ríos como el Ebro, el Nela y el Trueba han ido dibujando durante siglos un paisaje espectacular, en el que las cascadas y los saltos de agua se erigen como protagonistas.
Pocos son los que no conocen, al menos de oídas, la cascada de Orbaneja del Castillo, la de Pedrosa de Tobalina y las de Tobera. Pero más allá de esas cuatro grandes referencias, hay todo un mundo por descubrir.
Distancia 80 kilómetros hay de Bilbao a Villarcayo, capital de Las Merindades
Eso sí, ahí va un aviso para navegantes: el camino es largo, así que habrá que planificarlo bien y buscar dónde avituallarse en condiciones. No será difícil, dado el abanico gastronómico que se abre en una comarca caracterizada por la calidad de sus carnes -buena parte del vacuno se alimenta de los pastos en libertad- y sus pescados -las truchas rebosan en los ríos de la zona-. Varios son los productos que llaman la atención en el mercado, como la lechuga de Medina, la miel de brezo, el chorizo de Villarcayo o la patata.
Pero para comer, primero hay que hacer hambre. Y para ello, nada mejor que darse un buen paseo. Quizá la más espectacular de todas las cascadas sea la de San Miguel, enclavada en las estribaciones de la Peña Angulo, en el límite fronterizo entre Burgos y el País Vasco. Allí, el río San Miguel, que nace apenas unos metros antes en tierras vascas, se precipita sobre el valle en una caída de 100 metros, recordando en muchos aspectos al cercano Salto del Nervión.
Siguiendo el cauce del propio río San Miguel, llegamos a otra de las cascadas más interesantes de la comarca: la de Peñaladros. Situado junto a la localidad de Cozuelo, este salto de agua, de poco más de 10 metros de altura, destaca por lo agreste de su entorno. De hecho, es una de las de más difícil acceso.
Muy cerca de allí, en del Valle de Mena, otras dos cascadas compiten en belleza y espectacularidad. La primera se sitúa junto a la localidad de Irús, al pie del alto del Cabrio, donde el río Hijuela se va precipitando poco a poco a través de un paraje articulado por la presencia de una antigua calzada que algunos historiadores califican de romana. La segunda, conocida como Aguasal, se alza a apenas un par de kilómetros al norte, donde los límites entre Burgos y Cantabria comienzan a desdibujarse. En este caso, es el río Ordunte, que da agua a Bilbao, el que, nada más nacer en el manantial del Puente de los Llanos, se precipita formando varios saltos de agua encadenados que forman un conjunto digno de apreciar a pesar de la dificultad del acceso.
Si aún tenemos tiempo para continuar la ruta, objetivo complicado si hemos cometido el garrafal error de reservar un solo día para el cumplir con el obligado menester de conocer Las Merindades, toca girar la vista hacia el sector occidental. Allí se alzan una retahíla de saltos de agua entre bosques, formaciones rocosas y buena gastronomía.
Quizá, la cascada más conocida de este sector sea la de Las Pisas, situada entre las localidades de San Cibrián y Villabáscones de Bezana. Allí, el río Gándara atraviesa de camino a su desembocadura en el Nela un frondoso bosque impregnado de un halo de misterio protagonizando varios saltos de agua, incluyendo una cascada de unos 20 metros de altura que asombra por su belleza.
Muy conocida también por los oriundos de la zona es la cascada de La Mea, a la que se accede desde la carretera que une Quintanilla de Valdebodres y la espectacular localidad de Puentedey, parada obligada para cualquiera que esté por la zona. Por allí, el arroyo de La Mea va serpenteando por una hoz hasta precipitarse por una cornisa de 30 metros de altura. Una cornisa que, por cierto, permite al visitante adentrarse en el interior de la propia cascada.
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