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Los perros tiran del trineo en una estación pirenaica española.

La agenda infinita de los Pirineos españoles

Actividades nocturnas, juegos para los más pequeños, senderismo o buceo bajo el hielo en el sector español de la cordillera

elena sierra

Martes, 31 de diciembre 2019, 12:31

Hay pistas de esquí que despiertan al caer la noche, y todo cambia entonces. Es lo que ocurre en el Pirineo aragonés (www.aramon.com). El plan es este: cuando la luz natural ya ha desaparecido, a eso de las siete de la tarde, y la ... estación está cerrada, tú te montas en el telesilla de Sallent y dejas que te suba tranquilamente hasta Cantal mientras ves alejarse los signos de vida de la urbanización de Formigal, es decir, las bombillitas. Una vez arriba, te diriges a la Trattoria Cantal para esperar a que la noche se cierre aun más charlando, más tranquilamente si cabe, con los amigos alrededor de una buena cena italiana.

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Y después, vuelves a salir al frío y a la oscuridad, recoges un trineo de madera, escuchas atentamente las explicaciones de quienes saben –qué menos que intentar hacer las cosas bien– y te deslizas por la pista Río, que está iluminada solo para que quienes han contratado esta experiencia puedan disfrutar del silencio de la noche y de las estrellas titilando en lo alto. ¿Suena bien? Pues si tienes más de 12 años y menos de 64, ya puedes ir reservando tu 'tobogganing'. Los sábados, con pizza; los jueves, con cena cóctel en Panoramic Cantal.

Buceo bajo el hielo del lago de Nùria.

Claro que igual prefieres no bajar del paraíso blanco hasta la mañana siguiente. No hay problema: en Las Mugas, en la misma estación, todo está preparado para pasar la noche bajo las estrellas. No es una exageración. Este campamento base de lujo tiene seis habitaciones con forma de iglú, pero con todas las comodidades, desde los que es posible ver en todo momento el entorno. La subida se hace cuando cierran las pistas y la bajada, a primera hora, para ser los primeros en pisar la nieve.

Y aunque los esquiadores disfrutarán al subir y al bajar de su deporte favorito, el plan está diseñado también para quienes no esquían y se sienten, simplemente, atraídos por la naturaleza en estado puro e invernal. Una máquina quitanieves se encarga de llevar hasta allí a los afortunados y para volver a la realidad se utiliza el telesilla. En medio, una cena y un desayuno gourmets y un paseo en raquetas por las inmediaciones del campamento.

Para el ocio familiar y más asequible, hay que ir a la zona de Nieve Aventura. Aparte de descender por la nieve en tubbing –un flotador especial–, en un trineo clásico o desplazarse en 'snowbike', 'snowscooter' y 'skitrineo' –que de todo hay–, se puede realizar una exploración del entorno sin correr ningún riesgo. Hay un recorrido balizado diseñado para ir con raquetas y salvar los obstáculos instalados para darle un poco de emoción.

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Descenso en trineos.

En La Molina (www.lamolina.cat), en el Pirineo catalán, también se han apuntado al 'tubbing'. Hay dos pistas para lanzarse subidos al donut gigante, ambas en la zona familiar del Bosquet. Y aunque este tipo de diversión está muy bien, merecerá la pena montarse en otro tipo de transporte para alcanzar el punto más alto y tener las mejores vistas a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar, que es donde se sitúan el refugio Niu de l'Àliga y el pico de La Tosa.

Desde allí pueden verse las comarcas de la Cerdanya, el Ripollès y el Berguedà y todo el Pirineo catalán y oriental francés. Si no hay nubes, incluso la sierra de Montserrat, el Montseny y hasta el Tibidabo. Se llega gracias al telecabina Cadi-Moixeró, que esta temporada estrena un recorrido más largo, en total 20 minutos de viaje sobre la montaña blanca. Si se opta por hacer la subida al atardecer es posible quedarse a cenar en el refugio y descender esquiando con antorchas hasta la base de La Molina. Acompañados, claro, por personal experto.

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Bajo el agua

Y para expertos, solo para los acreditados, es una propuesta diferente que hacen en Vall de Nùria (www.valldenuria.cat), también en Cataluña. Se trata del buceo bajo el hielo. El juego de luz y burbujas que surge bajo la capa helada del lago crea un paisaje que nada tiene que ver con el de la superficie, y que los buceadores titulados mayores de 18 años pueden admirar cualquier día de la semana.

En Grandvalira (visitandorra.com) es posible disfrutar de la aventura incluso con los más pequeños de la casa. Al menos a ellos, a los niños de entre 3 y 5 años, les va a parecer que la viven cuando desciendan las pistas hasta el pueblo de Soldeu a bordo de un tren articulado de trineos. El viaje no es ninguna tontería: son 35 minutos deslizándose por la montaña. A esas edades, además, pagan lo que paga el adulto que se suba con ellos (23 euros los dos), mientras que un solo ticket ya cuesta eso cuando hablamos de mayores de 6 años.

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Otra actividad para realizar en familia es el 'mushing', el trineo tirado por perros. Animales y caminos nevados, bajo los árboles, sin poner ni un poquito de esfuerzo... No suena mal. Cada trineo tiene capacidad para dos personas y puede contratarse con o sin guía.

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