El bosque que se negó a abandonar el cantábrico
Encinar cantábrico ·
Los encinares cubrían toda la península hasta que el clima se tornó húmedo y frío en el norte. Pese a todo, algunos resisten y forman 'islas' de gran importancia ecológicaSecciones
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Encinar cantábrico ·
Los encinares cubrían toda la península hasta que el clima se tornó húmedo y frío en el norte. Pese a todo, algunos resisten y forman 'islas' de gran importancia ecológicaBizkaia, Gipuzkoa, Cantabria o Asturias albergan uno de los entornos boscosos más peculiares de España: el encinar cantábrico. La singularidad de estas masas arbóreas estriba en dos aspectos. Por un lado su desubicación y por el otro que se trata de espacios naturales con miles ... de años de antigüedad. Son, según los expertos, pequeñas islas mediterráneas que han echado raíces en zonas de la península con un clima húmedo que no es el más favorable a su desarrollo.
Encinares como los de Urdaibai cuentan la historia de una zona norte en la que allá por el Terciario se daban las condiciones idóneas para el desarrollo de este tipo de bosques. El clima era cálido y seco, propicio para especies como la encina, el laurel, el madroño, el acebo, el endrino, la zarzaparrilla, la nueza negra o el rusco entre otros árboles y arbustos. Las condiciones cambiaron en el Cuaternario, cuando la zona cantábrica pasó a ser húmeda y fría y los encinares retrocedieron hacia el sur de España buscando espacios más propicios para su desarrollos.
Dónde Barakaldo, Urdaibai, Escalante, el bajo Urola...
Composición Encina, laurel , acebo, madroño...
Quedaron, no obstante, algunos reductos que se aferraron a espacios en los que la característica común con los suelos de poco interés forestal o agrario. Son entornos de difícil acceso, a menudo cársticos, con pendientes inclinadas e imposibles que muchas veces llegan al mismo borde de los acantilados y por las que el agua corre pero no se almacena. Amenazados principalmente por los incendios forestales y la sobreexplotación maderera, su importancia ecológica radica en su capacidad para conservar y mejorar los suelos sobre los que se asienta. No solo retienen el agua de lluvia, sino que la conducen a los acuíferos subterráneos protegiendo el suelo de la erosión.
Además de su valor paisajístico, en su espesura sobreviven innumerables especies de aves como el petirrojo, la tarabilla común, la curruca capirotada, el alcaudón dorsirrojo, el cernícalo común o el milano negro. Por ellos también pululan erizos, garduñas, jinetas, tejones o zorros, entre otros mamíferos.
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