Las bicicletas y los hayedos también son para la primavera

Merece la pena pedalear por sus alfombrados senderos en otoño, con la hojarasca cubriéndolo todo, pero también es una gran experiencia visitarlo en primavera, cuando las yemas de los árboles comienzan a brotar con un verde claro que contrasta con el ocre del suelo.

La excursión al hayedo de Leva no tiene ninguna dificultad si llegamos en coche hasta la puerta de esta aldea. Se trata de un sencillo paseo de unos tres kilómetros en ligera pendiente ascendente a la ida, y de otros tres de regreso en suave bajada. Es por ello que se puede alargar la jornada si decidimos partir de Puentedey, donde es obligatoria la visita al arco natural de piedra que sostiene parte de su núcleo urbano sobre la oquedad que durante miles de años ha abierto el río Nela. En esta localidad, además, puede uno disfrutar de un baño en el río o de un tentempié en la terraza de un bar.

Al salir de Puentedey cogeremos un desvío a la izquierda y, por una carretera solitaria que remonta un arroyo, ascenderemos hasta Leva. Son apenas tres kilómetros, pero con buenas rampas. Ya en el pueblo, el camino al hayedo hay que buscarlo en una bifurcación que baja hacia la izquierda.

A partir de aquí entramos en un espacio donde reinan el silencio y los sonidos de la naturaleza. Es momento de empaparse de un paisaje sobrecogedor, solo interrumpido por la visión del cercano parque eólico de Brizuela-Escaño. Si tenemos ganas de aventura, podemos descender a estos pueblitos por varios senderos y pistas. En algunos casos, las bajadas resultan algo técnicas. Si no queremos complicarnos, siempre podemos regresar a Leva por donde hemos venido, no sin antes inmortalizar el bosque con un buen selfi.