El castillo califal de Gormaz tiene fama de ser el más largo de Europa.

Berlanga de Duero y Gormaz, contrastes sorianos

Dos aldeas con un patrimonio envidiable, fruto de su pasado como tierra de frontera y propiedad de nobles con ínfulas de poder

Jueves, 17 de enero 2019, 18:00

Menos de mil habitantes tiene la localidad soriana de Berlanga de Duero pero, y esto no es nada raro en el centro de la Península, el patrimonio con el que conviven ya lo querrían para sí en algunas grandes ciudades. Un palacio que ha ... visto pasar ya más de cuatro siglos (el de los Marqueses), un castillo de origen islámico que fue fortaleza de frontera, una plaza mayor que presume de ser uno de los mejores ejemplos de plaza castellana de la provincia –con su forma cuadradita y sus casas de pilares de madera sobre bloques de piedra–, una puerta superviviente de la muralla que lleva ahí desde el siglo XIV, un convento y los restos de un hospital... Y una colegiata que tiene el nombre de Santa María del Mercado que, en fin, por dimensiones muy bien podría haber sido levantada en alguna capital.

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Y es que los señores de Berlanga, María de Tovar e Íñigo Fernández de Velasco, quisieron dejar su huella para dejar bien claro quién mandaba allí. Muchos de esos edificios que hoy pueden verse en el pueblo surgieron en su época, en las primeras décadas del siglo XVI. La colegiata es quizá el mayor símbolo de aquel poder. De columnas altísimas y muy adornadas, el centro de este edificio es lo que ahora se llama de 'open concept', es decir, que desde cualquier punto se puede ver el conjunto, no hay obstáculos para la vista.

Murallas y castillo de Berlanga de Duero.

Luego están todas esas capillas (hasta nueve)... Y el lagarto de Fray Tomás esperando junto a la Puerta del Sol. En este pueblo nació el descubridor de las Islas Galápagos, Fray Tomás de Berlanga, y el caimán que se trajo de aquellas latitudes ha acabado disecado y expuesto en la colegiata.

Diez iglesias derribadas

Para hacerse una idea completa de aquel poderío, se puede fijar el visitante en la ausencia, también. Hay que pensar en todos los símbolos que ya no están: en Berlanga de Duero hubo hasta diez iglesias románicas y los señores mandaron derribarlas para modernizar la villa. De lo románico al renacentismo y la apariencia de alta nobleza. Ahora existe el Centro de Interpretación de San Baudelio, que no es tanto románico como 'pre'. Esta ermita de influencia mozárabe permanece al fresco a unos nueve kilómetros, en la localidad de Casillas de Berlanga. Lo de fresco no es en vano: su paredes estuvieron en origen completamente recubiertas de pinturas y aun pueden verse algunas.

El resto viajaron a museos de Boston y al del Prado. De San Baudelio destaca además esa construcción con un único pilar central, de los que salen como si todo fuera una palmera ocho arcos de herradura. En invierno abre de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 18.00 horas, ni lunes ni martes ni domingos por la tarde.

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Otra ermita con frescos, esta un poco menos famosa pero igualmente merecedora de una visita, sin ninguna duda, es la de San Miguel. Está en Gormaz, otro pueblito situado a menos de 20 kilómetros de Berlanga, en la carretera que sube hasta la fortaleza califal que domina todo desde el cerro. San Miguel es pequeña y por fuera parece muy sencillita, pero aquí dentro hay un verdadero tesoro. Son sus pinturas murales románicas (del siglo XII, nada menos).

La Biblia, pero no en verso, sino en fresco. En un rincón, un hueco excavado en el suelo del que se dice que fue una pila de baustismo por inmersión. La ermita abre los sábados, de 10.30 a 13.30 y de 16.00 a 18.00, y los domingos de mañana. Un poco más arriba está la fortaleza califal, del siglo X; las vistas desde ahí son impresionantes. Imaginen, la tierra y el río, los campos y el horizonte.

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En Berlanga de Duero hay un restaurante de postín que podría, como la colegiata, estar sin problema en cualquier otro lado. Se llama Casa Vallecas –también es hotel– y en época de setas se monta unos menús degustación cuyos platos a veces parecen cuadros. En febrero la protagonista suele ser la trufa, que en Soria hay mucha. En la carta hay cochinillo y lechazo, chipirones con oreja y salsa de almendras, bacalao al pilpil, escabechados y postres de autor. El menú desgustación cuesta 50 euros. Abre de lunes a domingo, en el número 16 de la calle Real. 975343136/975343033.

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