Benidorm, refugio climático para ciclistas

Pero conviene no llevarse a error por la imagen de los arenales y los paseos marítimos: el interior de la provincia de Alicante no es llano, ni mucho menos. Es una zona muy tranquila en cuanto uno deja la última rotonda urbana, eso sí, pero más vale mentalizarse para subir cuestas. La ruta que se propone aquí sube al puerto de Tudons tras partir del nivel del mar y nos lleva hasta los mil metros de altitud por una carretera que pasa por Finestrat -donde Indurain vivió durante un tiempo, seducido por las carreteras y el clima de la zona-. En un recodo de la carretera podemos ver los rascacielos de Benidorm refulgir al sol como en un mundo muy lejano, pero situado a menos de cinco kilómetros en línea recta. A partir del pueblo, tras pasar el alto del mismo nombre y enfilar después por terreno más favorable, la carretera mira definitivamente hacia el interior y ya no veremos el mar, aunque nunca llegaremos a alejarnos demasiado de él.

La siguiente referencia es la localidad de Sella, poco antes del cruce donde confluye la ruta que viene desde la zona de Villajoyosa, más al sur. Antes de llegar aquí el paisaje se ha vuelto ya completamente rural y la carretera tiene ese aspecto tan típico de la zona, caracterizado por los quitamiedos a base de grandes sillares de piedra pintados de blanco, como si fueran azucarillos gigantes colocados en el arcén a intervalos regulares.

En la cima, si giramos a la derecha, podemos ver una carretera que aún sube más arriba. Es la cinta de asfalto que lleva a la base de radares de Aitana, que es el nombre de la sierra en la que nos encontramos. La Vuelta ha llegado allí varias veces, pero para que se abra esa valla guardada por soldados y videocámaras hace falta pedir permiso al ministerio de Defensa.