El Ave Fénix de las plantas capaz de crecer en lugares incendiados

Natural de Europa, el norte de África y América, el brezo es un arbusto pequeño que puede llegar a alcanzar un metro de altura. Se caracteriza por su gran cantidad de ramas rígidas de color marrón rojizo. Y unas pequeñas hojas se ocultan entre el verdadero atractivo de esta planta: sus pequeñas flores -desde malvas hasta blancas- que forman un racimo en las terminaciones de la mata.

El también conocido como biercol destaca por su adaptabilidad a cualquier tipo de terreno. Es más usual encontrarlo en zonas montañosas, pero se puede localizar desde el nivel del mar hasta los 2.600 metros. Prefieren la tierra estéril y ácida que se da por ejemplo en las turberas -humedales acidulados- o en landas. También aparecen en los claros de los bosques, pero su presencia es una señal de la pobreza de ese suelo. Aunque este arbusto ayuda a la formación de un tipo de sustrato nutritivo que potencia el crecimiento de otras plantas durante años, además de absorber grandes cantidades de CO2.

Su nombre, Calluna, deriva del griego barrer, y es que la planta se utilizaba para hacer escobas, sobre todo en el Valle del Rudrón, en Burgos. Asimismo, se usó durante años como combustible para avivar la llama de los hogares pobres del Mediterráneo. De hecho, ahora en el sur su presencia es limitada. Y en Cataluña y el norte de África se emplean sus raíces para fabricar pipas de fumar.

Su consumo también tiene grandes ventajas, ya que es astringente, antiséptica, diurética y puede sedar el sistema nervioso. Bien se puede tomar para aliviar la inflamación intestinal al infusionar sus flores o mediante la miel de brezo. El singular aroma de la planta atrae a las abejas que se alimentan de su néctar, fabricando así una de las melazas más ricas.