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Está en prácticamente todos los bares, es el bocado por excelencia, pero hay algunas que son inolvidables y ganan adeptos a diario. Con cebolla o sin ella, la tortilla de patata es uno de esos platos básicos de nuestra cocina que todos saben hacer, pero ... algunos bordan con arte. Y es que la receta tiene sus trucos para que salga 'redonda' y a muchos aún se les resiste. No es el caso de las que proponemos a continuación. No están todas las que son, pero las que os presentamos conforman un 'repóker' de lujo que sabe a gloria. ¡Hay que ver el gusto que dan un puñado de patatas, un poco de aceite de oliva y buenos huevos y sal, todo aderezado con un poquito de amor!
Es el plato estrella del local desde que Rosa Romo y Francisco Rubio apostaron por él hace ya décadas. La ofrecen sola y muy jugosa, pero el cliente puede también añadirle ingredientes extras como chistorra, pimiento verde, cebolla o morcilla. Son muchos los ilustres que han ponderado la tortilla de patatas del Txiki. De Carlos Herrera a David De Jorge, pasando por fieles que saborean el manjar a diario como si de una costumbre inolvidable se tratara.
Jugosa y muy sabrosa, la tortilla de Michel Sagredo alimenta a la ciudadanía que acude a su local en busca de un tentempié a media mañana. La receta es clásica, por eso la llaman 'de la amama'. Y quienes prefieran degustarla en privado, pueden pedirla a domicilio y se las hacen llegar volando. Para los más osados, la pueden acompañar también con jamón del bueno (acompañada de queso y pimiento rojo) o con chorizo. Lo que para algunos es sacrilegio, para otros es diversificación.
¡Qué recuerdos! Más de un veterano rememora aquellas tortillas manchadas del mítico Naroki que hicieron las delicias de miles de personas. Pues el Deportivo Alavés mantiene la sana costumbre y 'ensucia' el pintxo con una exquisita salsa de chorizo que traslada al comensal a otros tiempos. Puedes tomarla sola o arropada con un trozo del embutido cocido. La tortilla es de esas que logran que el comensal se quite el sombrero ante ella.
Es ver pasar las tortillas por la barra del Anboto y no poder resistir la tentación. ¡Es que vuelan! Y no es para menos porque son de aúpa. Muy jugosa, cuajada al punto con la patata cortada en dados muy finos, sin más artificios. Viene montada ya en su pedazo de pan y adornada con una 'alegría' que le da un punto especial. Y todo ensartado con un palillo, por supuesto. Degustar este bocado en pleno Casco Medieval es un lujo a la altura de todo el mundo.
Estamos ante uno de esos bares de toda la vida en los que quienes entran se convierten por arte de magia en familia. Y sus tortillas puede que sean las más jugosas del mundo, con abundante huevo líquido, casi de untar, de hecho son varios los que aprovechan para mojar el pan hasta la última gota porque es una de esas recetas que saben a poco. Jugosa a más no poder, el huevo sin cuajar del todo envuelve a las patatas como si fuese una salsa. Merece la pena acercarse a saborearla.
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