Toda 'Scream' en doce minutos
La secuencia perfecta ·
La secuencia inicial de la película de Wes Craven resume a la perfección las virtudes de todo el largometrajeLa secuencia perfecta ·
La secuencia inicial de la película de Wes Craven resume a la perfección las virtudes de todo el largometrajeEn 1996, 'Scream: vigila quién llama' redefinió el cine de terror adolescente con un ejercicio cercano a la metaficción -en las secuelas, menos interesantes, fue a más- que mezclaba horror y humor a partes iguales. Detrás de la cámara estaba Wes Craven, ... todo un conocedor del género y artífice de películas tan imprescindibles como 'Pesadilla en Elm Street' o 'La última casa a la izquierda'. El libreto, en cambio, había salido del majín de Kevin Williamson, que luego escribiría los guiones de títulos como 'Sé lo que hicisteis el último verano' o 'Secuestrando a la señorita Tingle'. Williamson había escrito una película de terror llamada inicialmente 'Scary Movie', que luego daría pie a la célebre saga de filmes paródicos, en la que los personajes eran estudiantes y se sabían al dedillo todos los clichés del cine de género. Fue un éxito pero lo más sorprendente es que la secuencia inicial, de alrededor de doce minutos, ya resumía a la perfección las virtudes de todo el largometraje.
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El sonido de un teléfono y su imagen en primer plano abre la cinta. Casey -Drew Barrymore, en un cameo maravilloso, pues no volvería a salir en toda la película y aún así es casi la imagen icónica de la cinta- coge el teléfono y contesta. Se inicia entonces una conversación que más bien parece un diálogo de besugos. «¿A qué número he llamado?», pregunta una voz al otro lado del teléfono. «¿Qué número ha marcado?», inquiere Casey, que recibe como respuesta un lacónico «no lo sé». «Pues creo que se ha equivocado. Suele pasar, tranquilo», concluye Casey al colgar.
La cámara persigue a Casey por una casa de grandes dimensiones pero, unos segundos más tarde, vuelve a sonar el teléfono. «Lo siento, supongo que me había equivocado de número». Es la misma voz y dice que ha vuelto a llamar para disculparse. «Pues está disculpado. Adiós», contesta Casey. «Espere, no cuelgue, quiero hablar con usted», dice el extraño. «Hay líneas 900 para eso», resuelve Casey antes de colgar.
La cámara muestra ahora el exterior de la enorme casa. Un columpio se balancea y fuera la noche parece estar en calma. La acción regresa al interior de la casa. Casey ha colocado una sarten ya preparada con papel de aluminio para hacer palomitas. De nuevo, suena el teléfono y la cámara persigue a la joven por la casa hasta el salón. Vuelve a coger el teléfono. «¿Por qué no quieres hablar conmigo?», pregunta la voz. «¿Quién es?», responde ella. «Si me dices tu nombre, te diré el mío», le propone él. Ella da una negativa por respuesta mientras remueve las palomitas de la sarten.
Preguntada por el ruido, Casey le dice que está haciendo palomitas, que se dispone a ver una película de miedo. Él le pregunta que cuál es su favorita. «'La noche de Halloween', la del tipo con la máscara blanca que se pasea acechando a niñeras», le explica. Será la primera de decenas de referencias al cine de terror. Mientras tanto, la cámara muestra cómo la sarten va inflándose a medida que las palomitas se van haciendo. Continúa la conversación y Casey está cada vez más cómoda. Le dice, por ejemplo, que cree que la película favorita de ese extraño al otro lado del teléfono es 'Pesadilla en Elm Street' y cuando él le dice que le gusta y que es «terrorífica», ella le contesta que «la primera sí, pero las otras no valen nada». La cámara sigue a la joven y va mostrando de la planta baja de la casa.
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La voz da un giro cuando el extraño le pregunta si tiene novio. Ella flirtea un poco y le dice que no. Entonces él vuelve a preguntarle su nombre. «¿Por qué quieres saber mi nombre?», responde ella. «Porque quiero saber a quién estoy mirando», dice. Si hasta ese momento la música había estado ausente, aquí se mete hasta la cocina junto a la angustia de la chavala, que enciende la luz de la terraza para ver si hay alguien y comienza a cerrar todas las entradas a la casa. Asustada, ella le cuelga. Mientras el volumen de la sarten sigue creciendo. Acude a quitarlas del fuego cuando de nuevo suena el teléfono. «Te he dicho que no me colgaras», dice con tono desafiante. «¡Escúchame, pequeña zorra, si vuelves a colgarme te destriparé como a un pescado!».
La tensión va en aumento. Casey, llorando, dice que va a llamar a la Policía, pero el extraño le dice que están lejos de la ciudad y que no llegarían a tiempo. «Solo quiero ver cómo son tus entrañas», le amenaza. De pronto, suena el timbre de la puerta. «¿Quién está ahí?», pregunta Casey atemorizada. Por teléfono su acosador le dice que nunca debe preguntar eso, que es como provocar a la muerte. La iluminación va oscureciéndose.
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«Mi novio te dará una paliza», dice ahora Casey, sin embargo la voz le dice que vuelva a encender las luces del jardín. Su novio Steve está ahí, atado a una silla y amordazado. La voz entonces le propone un juego. Si responde a unas preguntas lo libera. Acurrucada junto al televisor, Casey entra al juego. La primera pregunta es fácil: ¿Quién es el asesino de 'Halloween'? Casey no lo duda, Michael Myers. La segunda pregunta es: ¿Quién es el asesino de 'Viernes 13'? Casey salta como un resorte y grita: «¡Jason! ¡Jason!». Pero se ha equivocado, la voz le dice que en la primera entrega el asesino es la madre de Jason y su novio acaba destripado.
Pero el juego aún no ha terminado. La voz le dice que le dejará en paz si adivina en cuál de las dos puertas principales de la casa está. Casey rehusa jugar y entonces una silla rompe la puerta que da al jardin. Ella sale corriendo y va a la cocina, donde las palomitas siguen en el fuego y la humareda es importante. Al fondo del pasillo, ella y el espectador ven por primera vez la amenaza que ha estado jugando con ella durante todo este tiempo, un tipo que parece disfrazado con unas telas negras. Casey sigue con el teléfono en la mano.
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Ha salido de la casa y observa el salón desde el exterior, donde el extraño está buscándola. La joven observa la llegada del coche de sus padres y se agacha para pasar por debajo de las ventanas del salón, pero en la última se levanta y observa la figura de negro, que justo se da la vuelta mostrando su fantasmal cara. El extraño sale a buscarla y tras un forcejeo la tira al suelo y la ahoga. Casey consigue zafarse con una patada. Se incorpora, mientras la cámara ralentiza sus movimientos, y camina hacia sus padres, que están entrando en casa. Trata de gritar, pero no le sale voz alguna de la garganta, mientras se escucha una música dramática. El acosador le asesta una cuchillada y la vuelve a tirar al suelo. Ella logra quitarle la máscara pero la cámara rápidamente se mueve hacia el cuchillo con el que la apuñala. Los padres han entrado en la casa y buscan a su hija. La sarten está en llamas. Cuando tratan de llamar a la Policía escuchan los últimos estertores de Casey. Al salir de la casa para pedir ayuda, la encuentran colgada de un árbol.
Es una escena brillante, que arranca con un diálogo inocente y que va sumando una tensión irrespirable hasta el desenlace final.
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