Noah, en primer término, en un fotograma de la quinta temporada, con Alison al fondo.

'The Affair': auge y caída del hombre heterosexual blanco

Quinta y última temporada ·

La serie de Showtime ha explorado durante sus cinco temporadas en los modelos de comportamiento masculino, uno de los aciertos de una ficción que cayó en el olvido de muchos espectadores demasiado pronto

Mikel Labastida

Valencia

Lunes, 11 de noviembre 2019

La representación masculina en las series ha estado dominada durante muchos años por un perfil de hombre triunfador, seguro de sí mismo, con éxito en su trabajo y con las mujeres, y una vida sentimental y sexual activa. Solo debemos recordar a los protagonistas ... de los culebrones de lujo americanos de los años 80 y 90, como 'Dinastía' o 'Falcon Crest', en su mayoría multimillonarios hombres de negocios cuyos únicas preocupaciones eran perder dinero en algún negocio mal llevado o en qué cama y con quién pasarían la noche. Un esquema similar representaban los que encabezaban las tramas de títulos policiacos, como 'Starsky & Hutch', 'Magnum' o 'Corrupción en Miami', y procedimentales del tipo 'La ley de Los Ángeles' o 'Remington Steele'.

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Estos personajes se enfrentaban a todo tipo de conflictos externos pero raramente lo hacían a conflictos internos, a cuitas o inseguridades, a juicios sobre su conducta. Los suyos eran comportamientos que no se ponían en duda, que no generaban controversia, que no admitían discusión. Aunque los relatos se abordasen desde puntos de vista diferentes, el varón heterosexual blanco ocupaba un papel preferente, ejercía un rol dominante dentro del sistema. Ni siquiera series más complejas, narrativamente hablando (como 'Canción triste de Hill Street', 'Urgencias' o 'Twin Peaks'), escapaban de este estereotipo y en ellas este perfil de hombre seguía ejerciendo un liderazgo sin fisuras.

Estas masculinidades se han mantenido en muchas de las producciones de comienzos de siglo, sí, pero en algunas la imagen indiscutible empieza a resquebrajarse, afloran fallas, e incluso, con cuentagotas, se pone en cuestión los modos de actuar de estos protagonistas. Uno de los ejemplos más llamativos es el de Tony Soprano, que representa al hombre dominante social, aunque eso no le excluye de tener crisis internas y vulnerabilidades. Otro caso notable es el de Nate Fisher, de 'A dos metros bajo tierra' (esta serie además incluyó nuevos modelos masculinos que hasta entonces no habían logrado gran relevancia). El hijo mayor de la funeraria entraría en el prototipo señalado antes -heterosexual, seguro de sí mismo, con éxito entre las féminas-, pero admitía matices, presentaba inconsistencias y, sobre todo, era cuestionado en muchas ocasiones y rebatido por mujeres que lo miraban de igual a igual. Esta desvirtuación del patrón dominante en los protagonistas masculinos se explota en 'Mad Men', por más que sea un título que se desarrolla en los años 60 en una sociedad eminentemente machista. Don Draper cumple todo los requisitos para ser un macho alfa (atractivo, seductor, triunfador), pero el guion ofrecía otras dimensiones del personaje, que venían a desmontar el mito, a desenmascarar sus miedos y frustraciones, y a afear su conducta.

Helen y Noah.

El personaje de Noah Solloway -ahora sí vamos con 'The Affair'- bebe mucho de Don Draper: resulta irresistible a las mujeres, las usa como quiere sin reparar en el daño que pueda hacerles, tiene talento para sobresalir en su terreno laboral, ha conseguido formar una familia que no duda en poner en juego con sus escarceos, oculta un pasado que le ha marcado y le hizo profundamente infeliz, arrastra heridas de la infancia y se ha ido haciendo algunas nuevas como consecuencia de sus insatisfacciones y los choques con la realidad. A ambos, por supuesto, les separan más de 50 años, tiempo suficiente como para que la sociedad cambie y con ella el modo en que se pone en tela de juicio determinados perfiles y conductas.

'The Affair' podría titularse también 'auge y caída del hombre heterosexual blanco'. Del auge no somos testigos plenamente, pero lo intuimos (Noah enamoró a Helen y después a Alison, despierta pasiones entre sus alumnas, colecciona relaciones como la de Juliette o la de Janelle...). De la caída sí, incluso da nombre a uno de sus libros y posterior película: Noah es incapaz de ser feliz en las dos primeras temporadas (por mucho que las series y películas se hayan empeñado habitualmente en que ese comportamiento masculino conducía a la felicidad, no siempre ha sido así); se enfrenta a sus fantasmas (pasados y presentes) en la tercera tanda de capítulos, y finalmente es denostado y reprobado en las últimas entregas de la serie, en especial en los episodios en los que el movimiento #MeToo hace acto presencia y le explota al protagonista en la cara. Porque ese movimiento señala a hombres poderosos que abusaban de sus subordinadas, pero también a un modo de proceder de ciertos hombres que ha amparado y legitimado abusos, desigualdades y atropellos.

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Anna Paquin interpreta a Joanie, la hija de Alison.

¿Es Noah un ser perverso? Ni mucho menos. Uno de los aciertos de la serie, durante sus cinco años en antena, ha sido dotarle de complejidad y empaque al personaje principal, ese padre de familia desorientado e incapaz de reconocerse a sí mismo sus temores y fracasos, que se deja llevar por la pasión para huir de su realidad. 'The Affair' gustó mucho por el novedoso planteamiento con el que se estrenó, mostrando una misma historia -la infidelidad de un hombre y una mujer, ambos casados, durante un verano en Montauk- desde dos puntos de vista diferentes, a veces complementarios, a veces no, dependiendo de quién contase lo ocurrido. Sin embargo, se volvió más interesante cuando inició la exploración de las personalidades de los protagonistas, cuando se dedicó a trazar un desgarrador retrato de cuatro adultos que rondan los 40 años, entran en crisis o padecen las de sus parejas, y dejan ver sus llagas y lamentaciones. Y en el centro de ese meollo estaba Noah, el heterosexual triunfador al que se ha ido desmontando poco a poco, temporada tras temporada, hasta llegar al final: al capítulo 9 de esta última tanda, en el que se le somete a un juicio sumarísimo, a un repaso pormenorizado de sus acciones, llevado a cabo por las mujeres de su vida y con su hija mayor a la cabeza.

Nadie apostaba demasiado por esta temporada final de 'The Affair'. Y no es extraño porque empezó con mal pie y ha ido enderezando el camino hasta conseguir un desenlace más que correcto y consecuente con lo que ha narrado. Y no era fácil. La propuesta de Showtime ha atravesado diferentes etapas. Se convirtió en la serie de moda cuando se estrenó, logrando incluso premios importantes, algo que le sirvió para mantener el interés al año siguiente. Una errática tercera parte (demasiado centrada en Noah y olvidando por completo al resto de implicados en el affaire) provocó que muchos de sus seguidores se bajasen del barco y olvidasen esta historia. Y fue una pena porque la siguiente temporada enderezó el rumbo para presentarnos a unos personajes aún más complejos e interesantes, que tratan de sobrevivir a sus traumas y de no volver a caer en los mismos errores (con escaso éxito). El desenlace resultó desolador, Alison perdía la vida a manos de su nuevo amante, Ben, una noticia que impactaba en el resto de manera estruendosa. 'The Affair' se mostraba implacable y cruel, privando a sus protagonistas de la posibilidad de redención.

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La ficción se ha enfrentado en los últimos meses con once episodios al reto de clausurar esta historia. Y lo consiguió, con dificultades eso sí, y en ocasiones creímos que iba a naufragar o que se iba a convertir en una especie de 'Nip/Tuck' (por su talante desnortado). Se perdió en un principio concediendo demasiada relevancia a personajes como el de Janelle, Sierra o Sasha, planteando situaciones grotescas -como la madre de Helen comprando juguetes eróticos para interferir en la relación de su hija o Noah participando de esta idea descabellada- y no terminó de explotar todo lo bien que podía las posibilidades que ofrecía el salto al futuro a través de la hija de Alison. La idea era buena; servía para cerrar el arco de su madre, para conocer el destino del resto de vértices del cuadrado sentimental y para explorar en las consecuencias que tienen en nuestros descendientes las decisiones que tomamos. Pero tardó en arrancar y después se cerró con torpeza (¿no es muy rebuscado el idilio que vive con el hijo de Sierra? ¿no resulta abrupto el encuentro y desencuentro con Ben?). Con todo, la composición que hace Anna Paquin de Joanie es atractiva y se revela como una digna heredera de lo que vimos de su progenitora. Y, sobre todo, mereció la pena aguantar hasta el final para asistir al encuentro entre ella y un Noah octagenario, que descubrimos terminó viviendo sus últimos años junto a Helen en Montauk, la localidad en la que comenzó todo, regentando el restaurante donde se originó el conflicto.

Un fotograma de la serie.

Como siempre lo mejor estuvo en Noah y Helen, ese matrimonio que acumuló todo tipo de turbulencias, que coleccionó encuentros y desencuentros, que admitieron una dependencia (en ocasiones tóxica) con la que muchas parejas se sentirán identificadas. 'The Affair' es también muy buena en ese análisis, en la exploración de la pareja, de sus complejidades, de sus extremos, de sus defectos. Ella ha ido ganando enteros a medida que avanzaba la trama, por más que dieran ganas de estamparle una bofetada por algunas de sus reacciones. En realidad como espectadores hubiésemos abofeteado a todos los personajes varias veces. Porque era difícil entenderles, empatizar con ellos, excusarles.

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Con la trama de Noah 'The Affair' pone su granito de arena en la lucha feminista alentada por el movimiento #MeToo. El propio escritor se encuentra con la denuncia de varias mujeres que consideran que su comportamiento no fue del todo deseable cuando él gozaba de una posición social superior a ellas (como su jefe, como su profesor). Sin embargo él se defiende asegurando que todo lo que ocurrió fue consentido, algo que su propia exmujer, Helen, confirmará sin entender la magnitud del suceso y cómo le ha afectado a ella. El espectador no terminará de entender la gravedad del asunto hasta que la hija mayor de ambos, Whitney, les espeta que esta acusación va más allá, no se refiere solo a un hecho concreto, sino de un modo de operar, a un reparto de roles (el del cazador y sus presas) en el que él ha participado y que la sociedad de hoy en día, o parte de ella, condena. Se abre ahí un debate interesante, como solo son capaces de propiciar las buenas series. Y 'The Affair' lo ha sido, a pesar de sus tropiezos y de algunas decisiones no demasiado acertadas. No ha sido sobresaliente ni falta que le ha hecho.

Vídeo. El tráiler de la quinta temporada.
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