La familia Gallagher da la bienvenida a Freddie.

'Shameless' sin Fiona es menos 'Shameless'

Décima temporada ·

Los Gallagher siguen tratando de sobrevivir al día a día en una temporada bastante menos ácida y crítica que parece adelantar que su fin está cerca

Iker Cortés

Madrid

Lunes, 25 de noviembre 2019

Había ganas de ver cómo se las arreglaban los Gallagher tras la marcha de Fiona (Emmy Rossum). Y es que, pese a lo que en un principio pueda parecer, 'Shameless' es más bien una serie coral que hasta ahora cedía un importante ... protagonismo al rol encarnado por la actriz y cantante, siendo a menudo sus tramas las más importantes de una ficción que, de momento, parece incombustible. Ni siquiera la presencia de Frank Gallagher (William H. Macy), el desastroso padre de familia, alcohólico y drogadicto, que servía como detonante de las distintas acciones, lograba restar importancia a la hermana mayor de un clan familiar que vive en la penuria en el South Side de Chicago.

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Así que su marcha, después de nueve años al cuidado de la familia, no solo resultaba extraña sino que podría suponer un punto de inflexión para la ficción. Esta ya décima temporada arranca con una Debbie (Emma Kenney), aparentemente -y esta es una de las partes más desternillantes de la nueva temporada-, mucho más responsable que nunca. Antes de marcharse, Fiona dejó a la prole 50.000 dólares para ayudar con los gastos de la casa y la manutención, que ha sido siempre la gran preocupación familiar -vea el capítulo uno de la primera temporada-, y es ella quien se está ocupando de gestionarlo. No en vano, los créditos de la serie cambian por primera vez en años y Debbie toma el papel de Fiona, sacando a Frank del baño. No dudará la joven, madre soltera, en solicitar a Frank un pago en metálico si quiere comer o dormir en la casa.

Liam (Christian Isaiah), por su parte, no acaba de encontrar su sitio y está estudiando el origen de sus antepasados negros -recordemos que el hijo más pequeño de Frank que es el único afroamericano de la familia-. Lip (Jeremy Allen) espera su primer hijo junto a Tami (Kate Miner), la peluquera con la que inició una relación en la anterior temporada. Carl (Ethan Cutkosky) acaba de terminar la academia militar y no parece muy interesado en seguir con eso de las armas. Ian (Cameron Monaghan) sigue en prisión con su novio Mickey (Noel Fisher) y lo cierto es que la convivencia en una angosta cárcel no está siendo un camino de rosas y Kevin (Steve Howey) no está llevando bien que uno ya tiene una edad. ¿Y qué pasa con Frank? Bueno, Frank se mantiene en la máxima de siempre: conseguir los máximos beneficios con el mínimo esfuerzo. Vamos, no da ni un palo al agua y hace uso de los timos para llevar algo de dinero a casa. De adicciones, además, sigue hasta arriba.

Entonces, ¿sigue todo igual? Lo cierto es que no. Es evidente que la ficción no pasa por su mejor momento. Son ya nueve años y diez temporadas y se nota que el chicle se está empezando a acabar. Es cierto que solo se han emitido dos capítulos y que es precipitado emitir juicios al respecto, pero da la sensación de que ninguna trama tiene peso suficiente para capitanear el rumbo de esta décima temporada. Ni siquiera la llegada de Freddie, el hijo de Lip, un momento que la serie utiliza para demostrar que, pese a todo, la familia Gallagher permanece unida, parece un acicate. La primera paternidad pone en aprietos a Lip pero se olvida de que el mecánico había estado ocupándose de sus hermanos menores. La justificación de los guionistas -«Vosotros no me importabais y él sí», llega a decir a sus hermanos- es pobre, ridícula y sobre todo falsa.

Y también parece que esa crítica al capitalismo estadounidense y a la sociedad de consumo, esos golpes de cruda y triste realidad que el espectador se llevaba consigo entre carcajada y carcajada, también han desaparecido. Evidentemente, se sigue cargando contra la ausencia de sanidad pública -«No, Urgencias no es gratis, es que tu no pagas las facturas», le dicen a Frank cuando asegura que no tiene sentido que la familia ahorre para los posibles gastos en salud- y contra el machismo instaurado en una sociedad que entiende que debe ser Debbie quien ponga orden en casa, y tampoco se olvida tampoco se olvida la picaresca que siempre ha mostrado 'Shameless'. Pero, incluso en esos momentos, uno tiene la sensación de haber visto algo idéntico en las nueve temporadas pasadas -¿en serio nadie se quedó con el cargamento de un repartidor desaparecido en otros capítulos?-.

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Basada en la serie homónima británica creada por Paul Abbott, sin duda John Wells -detrás de series como 'El ala oeste de la Casa Blanca' y 'Urgencias'-, que actúa como productor de la ficción, supo ver su magia en su traslado a la realidad estadounidense y a su casa, Showtime,pero también debería ser consciente de cuándo hay que ponerle fin.

Movistar+ emite un capítulo de la décima temporada de 'Shameless' todas las semanas.

Vídeo. El tráiler de 'Shameless'.
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