'Merlí': el comprometido giro de la serie juvenil
Segunda temporada ·
El 'spin off' de Movistar+ sorprende en su segunda temporada por cómo visibiliza una realidad poco tratada en nuestras ficcionesSegunda temporada ·
El 'spin off' de Movistar+ sorprende en su segunda temporada por cómo visibiliza una realidad poco tratada en nuestras ficcionesLa continuación del 'spin off' de la muy recomendable 'Merlí' (que triunfó en TV3 y después Netflix internacionalizó) ya está disponible en Movistar+. Este título sigue las andanzas de uno de los personajes más emblemáticos de la serie original, Pol Rubio (Carlos Cuevas ... ), una vez comienza a estudiar la carrera de Filosofía. Si en la primera temporada lo vimos llegar a la Universidad, encontrar su hueco allí y seguir descubriéndose a sí mismo, en esta lo vamos a acompañar en un proceso de maduración sacudido por una noticia inesperada que recibirá.
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La gran pregunta que debemos hacernos al finalizar el primer capítulo de esta segunda parte de 'Merlí: Sapere Aude' es por qué nos sorprendemos tanto de lo que le sucede al protagonista. Y esto nos va a llevar a dos conclusiones: una, que tenemos ciertos estigmas sociales asumidos que no sabemos reconocer, y dos, que como espectadores estamos malacostumbrados a la falta de representación en nuestra ficción de algunas realidades.
Vamos por partes. Conviene que no sigan leyendo aquellos que no hayan visto el citado episodio. El protagonista en esta entrega se va a encontrar con Efra, un ligue que tuvo hace años cuando trabajaba en un supermercado y al que los seguidores de esta producción conocieron en la serie madre. Este le cuenta que tiene VIH y le recomienda que se haga las pruebas para descartar un posible contagio. En la conversación se da a entender que no siempre tomaron todas las medidas de prevención recomendables. A pesar de este dato, cuando Pol acude a la farmacia a hacerse un test, los espectadores -o sea nosotros, o la gran mayoría de nosotros al menos- no espera que el resultado vaya a ser positivo.
¿Por qué? ¿Por qué estamos convencidos de que la prueba será negativa? Porque, a pesar de la información con la que contamos sobre este virus y de los enormes avances en sus tratamientos (todavía no hay vacuna, eso sí) existe un déficit de visibilidad en torno a él que nos impide normalizarlo como una amenaza que puede afectar a cualquiera. Es decir, si Pol hubiese acudido a detectar un posible cáncer o un caso de coronavirus habríamos permanecido atentos sin presumir el resultado.
Parte de la responsabilidad de esto la tienen las series, por el modo en que han representado este virus y las enfermedades que puede acarrear. El sida ha sido protagonista de títulos concretos que trataban de mostrar sus orígenes (recientemente 'It's a sin', anteriormente algunos notables como 'Angels in America'). En esos casos siempre ha estado asociado a la tragedia, dado que en aquellos tiempos la nula investigación médica condenaba a muerte a quienes se infectaban. Dicho de otro modo, el espectador ya iba preparado para lo que iba a pasar. Afortunadamente esta situación ha cambiado sustancialmente y hoy en día se puede convivir perfectamente con el VIH gracias a una serie de inhibidores que bloquean sus efectos. Pero esta realidad ha sido mucho menos tratada en televisión.
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Existen algunos ejemplos, claro. Entre las producciones nacionales títulos juveniles, como 'Física y Química' y 'La pecera de Eva', introdujeron a dos personajes diagnosticados por VIH, Marina y César, y ambos se parecían respecto a cómo les afectaba esta condición, puesto que los hacía esquivos y misteriosos e incapaces de iniciar una relación por miedo a contagiar. Más recientemente 'Élite' presentaba una adolescente seropositiva, que sí mantenía una vida amorosa y sexual activa, ya que su tratamiento controlado había hecho que su carga vírica fuese casi indetectable. El problema en este caso se vivía alrededor, por cómo aceptaban la enfermedad los familiares de la joven (mal). Fuera de nuestras fronteras la versión americana de 'Queer as folk' incorporó a varios personajes afectados, aunque el más significativo fue Vic, que echó por tierra algunos mitos como que no se puede mantener una relación sana y estable si estás contagiado.
No es así. La vida sigue más allá para un positivo del VIH y la nueva 'Merlí' ha querido visibilizarlo. Es reseñable el modo en que plantea el asunto porque en este caso afecta de lleno al protagonista y ello va a servir de leitmotiv de la temporada. Esta vez el virus no se cuela a través de un personaje secundario ni pasa al lado del argumento principal, a pesar de que el desarrollo del primer capítulo engaña. La aparición de Efra parece indicar que la serie tocará el tema de refilón, pero no. Tampoco el modo en que Pol acude a hacerse el test, sin dramatismos, hace intuir el desenlace. Repito, el problema está en nosotros, en cómo vemos esta realidad y en cómo estamos acostumbrados a que nos la retraten en la pantalla.
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El propio Pol no se cree en un primer momento la noticia. Ha pasado tiempo desde que se acostó con Efra (lo cual indica que no se realiza pruebas periódicamente) y se siente sano. Pero el resultado no es erróneo. Nadie es inmune a esta enfermedad, cualquiera puede contagiarse.
Por todo eso es tan importante la segunda temporada de 'Merlí: Sapere Aude', por cómo trata al espectador y por el modo responsable y comprometido en que muestra la realidad del VIH en la sociedad actual. Pol atraviesa distintas fases desde que sale de la farmacia, de la incredulidad en un primer momento a la toma de conciencia mucho más adelante, no sin antes atravesar etapas de rabia y perplejidad. Héctor Lozano, creador de la serie, tenía claro que ese personaje (un ídolo juvenil al que hasta ahora todo le había ido todo bien, no sin pelearlo muchas veces) era el adecuado para tratar esta temática. Y acierta.
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Es el gran acierto de esta continuación, que flaquea en otros lados, puesto que ninguno de los miembros de la pandilla de Pol en la Universidad cuenta con una trama interesante y la relación con la profesora no termina de atrapar como el año pasado o como en los años en que Francesc Orella estaba en la serie. Tampoco ayuda mucho que la salida del personaje de Bruno no se explique ni se mencione en ningún momento.
Estas carencias no obstante no deslegitiman el relato principal en el que Lozano se ha centrado esta vez y que se resuelve de un modo valiente y realista, que seguramente servirá para que no pocos espectadores se identifiquen y para que otros cuantos dejen atrás algunos prejuicios que en pleno siglo XXI seguimos teniendo. Será la última lección de 'Merlí' (la serie se acaba), pero no la menos importante.
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El primer capítulo de la segunda temporada de 'Merlí: Sapere Aude' está disponible en Movistar+.
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