En su libro 'Prime Time' Conchi Cascajosa explica que fue Robert Thompson el que denominó al periodo entre comienzos de los años ochenta y mediados de los noventa la segunda edad dorada de la televisión norteamericana. La primera corresponde al periodo fundacional. La tercera, a ... la que comenzó con la llegada del nuevo siglo y la irrupción de cadenas y plataformas, que propició cambios de consumo y sobre todo un aumento considerable de producciones y de temáticas.
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La tercera edad de oro parecía que no acabaría nunca. Llevamos 20 años frente a un catálogo de obras excepcionales, que han convertido a la televisión en el soporte cultural más relevante, con mayor impacto social y auténtico motor de lo audiovisual. A las veteranas 'Los Soprano' y 'The Wire' les sucedieron las no menos estimables 'Breaking Bad' y 'Mad Men', sin olvidarnos de otras notables como 'Perdidos', 'Mujeres desesperadas', 'House', 'Nurse Jackie' y 'Black Mirror'. Después llegaron 'True Detective', 'Homeland', 'El cuento de la criada' y, por supuesto, 'Juego de Tronos'. 'The Good Fight', 'Succession' y 'The Crown' han seguido manteniendo el listón alto. Por ello era lógica la idea de que esta edad de oro de las series sería eterna.
Pero no. La edad de oro de las series ha acabado. Ya hacía tiempo que daba síntomas de fatiga, de desgaste, de achaque, pero se ha confirmado al ver a Carrie, Miranda y Charlotte resucitadas por Nueva York, desdibujadas y torpes. Ellas, que fueron emblema de una nueva forma de contar las cosas en las series. Ellas, que derribaron prejuicios y demostraron que las mujeres y los problemas que les atañen también podían interesar a una audiencia global. Ellas, que plantearon temáticas que hasta entonces nadie se había atrevido. Sí, ellas. Ellas han sido convocadas ahora que el consumo es más voraz, que las ideas escasean, que se abusa de los 'remakes'. Han vuelto para demostrar que lo que en 1998 era rompedor y diferente, ahora es simplón, predecible y algo patético.
Porque si por algo se caracterizaba 'Sexo en Nueva York' era por ser desinhbida y directa. Y, sin embargo, 'And Lust Like That', que es la continuación que ha lanzado HBO Max, está poco inspirada y peca de pacata. Solo hay que ver a Carrie azorarse cuando se habla de masturbación en un estudio de radio, o a Miranda, incapaz de actuar con naturalidad ante personas de otra raza en el máster al que se ha apuntado para reinventarse laboralmente. No es que cause sorpresa la deriva tomada por esta producción, que ya perdió su esencia en las dos películas que se hicieron tras su final. Lo que sorprende de verdad es la desesperación que se adivina de productores y guionistas por tratar de traer a nuestros días a unos personajes concebidos hace más de 20 años. y adaptarlos a circunstancias y realidades que, desde luego, desconocen o no saben retratar.
La edad de oro de las series murió. Y Carrie, Miranda y Charlotte andan pululando como tres zombies por nuestra televisión mientras tanto. ¿Es terrible todo lo que propone esta secuela? No, hay un golpe de efecto interesante al terminar el primer episodio que va a colocar a las protagonistas en un estadio diferente. Y hay intenciones plausibles de contar cómo ha cambiado Nueva York y el mundo, pero vistos solo dos de los diez capítulos grabados la sensación por el momento es de decepción.
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Cuando parecía que nada podía ser peor que lo visto con Bradshaw y compañía, la revista Variety reveló hace unos días que HBO trabaja en una posible continuación de 'A dos metros bajo tierra', obra maestra en torno a una familia que regenta una funeraria y que concluyó en 2005 con uno de los mejores finales nunca vistos. Han pasado más de 15 años y nadie ha sabido clausurar mejor una historia. Está cerrada y bien cerrada.
¿Entonces a qué viene este proyecto? A falta de ideas estimulantes o a necesitar un éxito lo más inmediato posible. Es curioso porque, en general, este tipo de reuniones y recuperaciones luego no despuntan casi nunca en audiencias y generan malas críticas, pero las cadenas siguen insistiendo. Y se muestran incluso capaces de intentar restaurar a los Fisher. A los Fisher nada menos. Los seguidores han emitido un grito casi unánime: los Fisher están muertos y bien muertos, no hace falta hacer nada nuevo con ellos. No existe ningún clamor para que esta serie vuelva. Sigue siendo valiente y moderna dos décadas después de su estreno. Vista hoy en día se disfruta exactamente igual, por lo que no es necesario actualizarla. Por el momento poco se sabe de esta noticia, únicamente que el desarrollo estaría a cargo su equipo original, entre ellos, Alan Ball, que no ha vuelto a escribir nada como aquello. 'True Blood' era otra cosa. Y 'Here and now' merece caer en el olvido.
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Este 'remake', o lo que sea, si se lleva a cabo seguirá la estela de otras continuaciones estrenadas recientemente. Y que no están contando con suficiente respaldo entre la audiencia. Porque en este caso, efectivamente, cualquier tiempo pasado fue mejor, pero la solución no está en sacar del baúl nada sino en crear textos nuevos e ingeniosos, que reinventen de nuevo a la pantalla. Parece imposible que algo tan bien acabado como 'A dos metros bajo tierra' pueda aportar nada bueno o novedoso con respecto a lo que vimos.
Sucedió con la precuela que se sacaron de la manga de 'Los Soprano', que narraba los años juveniles de Tony, pero que no enganchó a los espectadores que tuvo aquella. Tal vez haya cierto temor a intoxicar algo de lo que guardamos un recuerdo bello. O con la recuperación de 'Dexter', que al contrario de la de Alan Ball, tuvo una clausura floja en su día. Pero porque ya llevaba varias temporadas a la deriva. Los episodios emitidos este año no auguran nada mejor. Atrás queda el terror y el misterio que este personaje transmitía cuando se estrenó y que parece que no lo recuperará en este intento inédito.
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Mucho han cambiado las series en dos décadas. Cada vez es más difícil retener a los espectadores, lograr que su atención no decaiga, por eso lo habitual es que las plataformas apuesten por miniseries en lugar de por tramas que se alarguen durante varias temporadas. Y es necesario que el seguidor se enganche desde el primer momento, no hay tiempo de pausas y ritmos sosegados en los episodios pilotos. No es un buen marco para que retorne una producción como 'A dos metros bajo tierra'. Mejor dejarla como está, enterrada, y probar con obras acordes a estos modelos de consumo.
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