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'El caballero negro', la nueva serie coreana de acción y ciencia-ficción estrenada en Netflix, no es el sumun del entretenimiento, pero le da mil vueltas a 'Citadel', la apuesta en la misma onda de la competencia, Amazon Prime Video, que ha tirado ... la casa por la ventana para ofrecer al espectador lo mismo de siempre sin gracia ni atisbo alguno de ingenio. El lanzamiento que nos ocupa deambula igualmente por lugares comunes del género, pero no parece estar escrita por una inteligencia artificial, a diferencia de la carísima producción de la segunda plataforma con más horas de visionados del planeta, devorada por la sensación de déjà vu.
Ambientada en el futuro, en el año 2071, presenta una distopía que ya, de entrada, nos puede sonar de algo. En una atmósfera postapocalíptica, tras el impacto de un meteorito gigantesco, un porcentaje irrisorio de seres humanos sobreviven, a duras penas, respirando lo irrespirable. Una catástrofe medioambiental acabó con la práctica totalidad del planeta. Una nube tóxica impide que los pulmones de la población vayan a pleno rendimiento. Salir a la calle sin usar una buena máscara de gas es jugarte el pellejo. Este terrible drama ha dado pie a la instauración de varias clases sociales. Existe una sociedad privilegiada que vive en una cúpula donde el aire es limpio gracias a una gigantesca turbina. Mientras, los refugiados asentados en los alrededores subsisten como pueden en su día a día. En esta situación trágica se mueven los repartidores, también conocidos como caballeros, unos individuos preparados para afrontar cualquier adversidad con los puños o tirando del gatillo. En sus camiones blindados se dedican a repartir oxígeno y víveres, además de repartir estopa entre los cazadores que siembran el pánico en las polvorientas carreteras, tipos motorizados con malas pulgas que actúan como piratas.
No es difícil intuir que hay algo de 'Mad Max' en 'El caballero negro', que también abraza 'Los juegos del hambre', con un torneo incluido. El estoico protagonista se maneja como nadie sobre ruedas y también en las escenas de acción, bien coreografiadas, como cabe esperar en una propuesta de estas características. A partir de la base de ciencia-ficción, la serie se mueve entre el drama, la aventura y el thriller, con algunas secuencias de lucha e intercambio de disparos por encima de la media.
Choi Ui-seok ('Cold Eyes') dirige y firma el guion de seis capítulos cerrados que precipitan su conclusión. El arco argumental cuenta con principio y final, tras llamativos cliffhangers al final de cada episodio. Puede entenderse como una miniserie, formato poco habitual en el audiovisual con el sello coreano, más acostumbrado a ofrecer temporadas de más de diez entregas, con duraciones similares a las de una película. Se agradece poder ver la historia del tirón, sin miedo al tedio. Kim Woo-bin, visto en 'Alienoid', encarna con fuste a 5-8, el repartidor protagonista, toda una leyenda en su oficio. Pronto descubriremos que esconde más de un secreto y es fiel a sus raíces y férreos principios. La organización Cheonmyeong maneja los hilos en este mundo distópico donde reina la desigualdad y la élite ningunea a los expulsados. El conflicto está servido.
El capítulo piloto presenta con creces el contexto en el que se mueven los personajes, con el detalle de las mascarillas, un elemento que nos invita a encontrar paralelismos con nuestra civilización actual. 'El caballero negro' no tiene la capacidad de llamar la atención y enganchar a la audiencia como 'El juego del calamar', no innova en su forma y su fondo consiste en un amasijo de referencias bien cocinadas, pero deviene un buen divertimento, bien narrado y envuelto. La serie empieza con más fuerza de la que muestra en su desenlace, donde de pronto acelera y se rinde a las elipsis, como si hubiera un hachazo en montaje. La figura del repartidor es un buen reclamo. Goza de un carisma indudable en medio de la trágica situación. Hay quien ha relacionado la premisa del proyecto con 'Death Stranding', el videojuego postapocalíptico de Hideo Kojima, donde también hay un sujeto que ejerce de mensajero frente a la adversidad. La esfera de las ideas, todo está inventado, cambia la forma de contarlo. Y de devorarlo.
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