Veintidós años después vuelven los personajes de 'Ciudad de Dios' (2002), esta vez en formato serie, disponible en Max. La película, basada en el libro de Paulo Lins, se convirtió en un fenómeno en su momento, fusionando el cine social y el thriller con pandilleros, ... inspirándose en la realidad de Brasil y los barrios de chabolas del extrarradio de la capital. Los precarios asentamientos que crecen en torno a las grandes ciudades, las tristemente famosas favelas, vuelven a ser el escenario de una historia crítica y reivindicativa, con violencia descontrolada y un reparto coral cumplidor que rescata a gran parte del casting original, ya crecido y con más tablas.
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Buscapé, el otrora pequeño protagonista, ahora se hace llamar Wilson, aunque sus colegas se niegan a cambiarle el nombre. Su voz en off -repite el mismo actor- va presentando a los diferentes personajes, recordando su vida y fechorías de antaño. Hay quien ha rehecho su existencia y quien sigue atrapado en la misma espiral de drogas y atracos. El inquieto menudo, ahora un ser adulto, comenta cómo se tiene que cambiar de acera cuando camina por la calle y se topa con la policía, pero también cuando se cruza con algunos viejos conocidos, o alguna nueva banda de delincuentes, no necesariamente de poca monta. «De correr delante de la policía a hacerlo detrás», cuenta, porque se gana las lentejas como fotógrafo y reportero, buscando la noticia cada día con su cámara, en vez de una pistola, jugándose el pellejo esquivando balas. Se emplea a fondo desempeñando un periodismo de riesgo en toda regla.
Ambientada a principios del siglo XXI, 'Ciudad de Dios: La lucha sigue' retoma la acción dos décadas después de los acontecimientos descritos en la cruenta película dirigida por Fernando Meirelles -realizador en series recientes como 'Sugar' o 'El simpatizante'- y la olvidada Kátia Lund ('Todos los niños invisibles'), a la que se suela obviar cuando se cita el filme, que transcurría entre los años 60 y los 80. La salida de prisión de un narco de la zona pone Ciudad de Dios otra vez patas arriba (Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro). Estalla el enfrentamiento entre facciones criminales, afectando a la vida en las calles con abundantes daños colaterales y la perdida de vidas humanas inocentes. Las conexiones entre los traficantes y los políticos de la zona empeora el panorama. A la comunidad no le queda otra que hacer piña para enfrentarse a la terrible situación.
Para saber dónde estamos como espectador en la serie, no sólo conocemos qué ha sido de cada uno de los protagonistas de la película original y su estado actual gracias a la voz en off de Wilson, antes Buscapé. Algunos flashes con fragmentos del filme que inspira esta continuación se integran con las nuevas imágenes rodadas respondiendo al salto en el tiempo. Con las fichas ya colocadas sobre el tablero, solo queda jugar a lo largo de seis capítulos, duración de una primera temporada que ya tiene confirmada una siguiente sesión. Enseguida se intuyen los conflictos que empujan a la guerra entre bandas. La lucha por el poder y el dominio del territorio, la sangre nueva frente a la vieja guardia. Es imposible dedicarse a los negocios sucios sin tener enemigos.
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«Busco vida, pero acabo encontrando muerte», cita Wilson en una de sus palabrerías, no siempre necesarias, sobre la imagen. Sus soliloquios no resultan cargantes, pero a veces sobran. 'Ciudad de Dios: La lucha sigue' rompe en sus segundo episodio, cuando estalla la guerra entre narcotraficantes. Hasta entonces, al margen de la descripción de personajes, su pasado y presente, el argumento goza de poca chicha en comparación con la cinta de partida, a la que no logra igualar en intensidad, aunque no le falta energía. La secuela, y como tal carente de sorpresa, busca cierto realismo en su estética, empleando el zoom en momentos puntuales y la cámara nerviosa, como en un documental. No busca la innovación, aunque exhibe algunas ideas interesantes que no siempre terminan de explorarse y no se excede con algunos ramalazos videocliperos como la propuesta de 2002. Las escenas de acción no son espectaculares, más bien todo lo contrario, buscando probablemente la autenticidad mentada, una decisión que puede defraudar al público aficionado a la violencia explícita, expuesta en la ficción dedicada a las mafias que tanto gusta al personal adicto a las plataformas.
'Ciudad de Dios: La lucha sigue' se puede ver sin haber degustado antes la visceral obra de culto de Meirelles y Lund, pero se recomienda empezar por la película para una mejor comprensión de su continuación. Recordarla viene bien para cualquier audiencia, sin ser obligatorio (así, las comparaciones no son tan odiosas). En un marco donde solo queda matar o morir, huyendo de la pobreza, los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Las alianzas, el honor y la traición están presentes. Toma protagonismo la lucha colectiva de los residentes en las favelas frente a la delincuencia y los poderes fácticos. El actor Alexandre Rodrigues, en la piel de Bucapé, cámara fotográfica en ristre, encabeza el equipo artístico junto a Thiago Martins, Roberta Rodrigues, Sabrina Rosa, Kiko Marques y Edson Oliveira, quienes retoman a sus personajes (un buen momento para recuperar el documental 'Ciudad de Dios: 10 años después', dedicado a ellos). Completan el reparto nuevos rostros como Andréia Horta, Marcos Palmeira, Jefferson Brasil, Eli Ferreira, Luellem de Castro, Otávio Linhares, Rafael Lozano, Leandro Daniel, Luiz Bertazzo...
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