Godard

'Godard Cinema', el apasionante documental de Cyril Leuthy estrenado en Filmin (dónde si no), permite acercarse al hombre que se escondía tras los desplantes y las 'boutades'. Al 'joven turco' que ya parecía tenerlo todo perfectamente claro en los tiempos de 'Cahiers du Cinéma' y que tras el bombazo de 'Al final de la escapada' dirigió 'El soldadito', la película más incómoda y alejada del éxito que se le ocurrió.

«Están los obreros y los estudiantes en las calles y vosotros me habláis de primeros planos, estúpidos», recriminó a los periodistas en el Festival de Cannes de Mayo del 68, detonante de su etapa política con largometrajes que no han resistido el tiempo, pero que eran consecuentes con las ideas de quien vio fracasar la revolución.

Ya no existe la cinefilia que envidió a Godard, el cineasta petulante e inteligentísimo, emparejado con las mujeres más atractivas de la Nouvelle Vague, que un día optó por recluirse en Suiza y experimentar con el vídeo, ajeno ya a cualquier concepción industrial del cine. El documental de Filmin repasa una carrera de la que han bebido todos los cineastas que han venido después, pero sobre todo descubre a un hombre brillante, contradictorio, curioso, libre y radical, que siempre tuvo fe en su arte y se dedicó hasta el final a explorar las posibilidades y el poder del cine. «¿Qué se siente al estar en los márgenes del cine?», le preguntan en una de sus raras apariciones televisivas. «Bueno, en los márgenes del libro están las grapas, que mantienen unidas las páginas», responde.