De la misma manera que existe el 'landismo', podría haberse acuñado el 'lopezvazquismo' para definir el torrente de películas que este actor genial protagonizó antes de que Carlos Saura le refrenara las muecas. Hace cien años, el 11 de marzo de 1922, nació en Madrid ... José Luis López Vázquez, que en lo común de sus apellidos ya anticipaba los papeles que le iban a tocar en suerte. Nadie encarnó mejor que él al gris funcionario con manguitos, al dependiente servicial, al españolito colérico, al machito de boquilla que persigue suecas.
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El hijo de Quintanilla, «el de la serrería», que se pasaba todo 'Plácido' quejándose; el padrino búfalo abrazado a Chencho de 'La gran familia'; el desbordado inquilino de 'El pisito'; el admirador de Florinda Chico girándose torero y gritando «¡mo-nu-men-to!». Cuando López Vázquez aparecía los primeros minutos de 'Peppermint frappé' de Saura en 1967, el público se reía, porque se pensaban que estaban ante una comedia. En su libro 'A los actores', Manuel Gutiérrez Aragón recuerda que en 'Habla mudita' se empeñó en cambiarle «el aspecto de empleado de pompas fúnebres o de viajante de artículos de tocador».
Nunca rechazó un papel, nunca estudió interpretación ni supo explicar su método. Solo en 1967 rodó doce películas, casi una al mes. El mismo año podía aparecer en 'La colmena' y 'El fascista, Doña Pura y el follón de la escultura'. Pedro Olea, que le brindó en 'El bosque del lobo' una de sus composiciones más sobrecogedoras como buhonero epiléptico y asesino, cuenta que su manera de preparar el personaje era encerrarse en una habitación en silencio con los codos apoyados en el guion. Leía línea a línea e iba apuntando. Al final, había escrito anotaciones más extensas que el propio guion.
Después, en el plató, abrumaba a los directores con ideas e improvisaciones. Era «la revolera», el quiebro inesperado y genial con el que culminaba las secuencias, como lo definía Berlanga, que le dio su primer papel, empleado de unos grandes almacenes, en 'Esa pareja feliz' (1951) y lo quiso a su lado durante cuarenta años y once películas, hasta 'Todos a la cárcel'. Como en 'El verdugo', donde el actor hace de sastre eclesiástico y se pone a medir la cabeza del niño para ver si es normal. O en 'Atraco a las tres', donde insistió en recalcar el carácter servil de su empleado de banca con el mítico «¡Fernando Galindo, un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo!».
José Luis López Vázquez fue un niño solitario y melancólico, hijo de una modista y un funcionario de justicia que les abandonó cuando apenas tenía uso de razón. Nunca soñó con ser actor. Trabajó de mecanógrafo y encontró su oficio como dibujante y cartelista en los años 40 y 50, una labor que fue dejando cuando realizó una sustitución y empezó a recorrer España con las compañías de Alberto Closas y Conchita Montes.
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Concha Velasco le definió como «un hombre marcado por el miedo a no tener trabajo». Sabido era que nunca invitaba a un café. Como desvela Alfredo Landa en sus memorias, en la profesión le llamaban 'El Morito'. «Era fácil de llevar, porque siempre ha sido educado, pero con más conchas que un galápago», apunta el actor navarro. Paco Rabal sostenía que trabajaba tanto porque tenía que pagar una pensión a las tres mujeres que pasaron por su vida. Su mayor dolor, confesaba, era que nunca había logrado formar una familia estable.
López Vázquez pudo escapar de su personaje al atreverse a ser una mujer en 'Mi querida señorita' y lograr que, en vez de reírnos de él, entendiéramos su sufrimiento. El protagonista de 'La cabina', uno de los mejores actores del mundo según Chaplin, hasta pudo hacer carrera en Hollywood después de que George Cukor le dirigiera en 'Viajes con mi tía'. Pero no quiso. Murió a los 87 años en 2009, ciego y casi sordo. En su capilla ardiente en el María Guerrero, donde debutó, se leía en una corona de flores: «¡Qué disparate!». Era la de sus hijos, a los que siempre respondía con esa muletilla.
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'Del escenario a la pantalla. Los diseños de José Luis López Vázquez' es el título de la exposición organizada por Filmoteca Española que desvela la faceta del actor como dibujante para el teatro y el cine. La muestra, que este miércoles inauguró el ministro Iceta, permanecerá abierta en el palacio del Marqués de Perales hasta el 5 de junio. López Vázquez realizó figurines, carteles y bocetos de escenografía en el Teatro Español Universitario (TEU), heredero de La Barraca de Lorca, y en el María Guerrero en tiempos de Luis Escobar, donde coincidió con Salvador Dalí en su montaje de 'Don Juan Tenorio' de 1949. Ya como funcionario en la Organización de Actos Públicos, diseñó pabellones para ferias, carteles de festivales de cine, portadas de libros e incluso felicitaciones de Navidad.
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