Raúl Arévalo: «Rodar en África es toda una experiencia vital»
Entrevista ·
Estrenó hace un par de semanas 'Black Beach', cinta en la que da vida a un alto ejecutivo de una multinacional que debe mediar en el secuestro de un ingeniero en ÁfricaEntrevista ·
Estrenó hace un par de semanas 'Black Beach', cinta en la que da vida a un alto ejecutivo de una multinacional que debe mediar en el secuestro de un ingeniero en ÁfricaA Raúl Arévalo (Móstoles, 1979) no se le acaban los proyectos. Presente en el pasado Festival de San Sebastián para anunciar el rodaje de 'El lodo', participa estos días en 'Traición', el clásico de Harold Pinter, en el Teatro Kamikaze de Madrid, y promociona 'Black ... Beach', que llegó hace un par de semanas a la cartelera, donde da vida a Carlos, alto ejecutivo de una multinacional que debe mediar en el secuestro de un ingeniero en África.
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–¿Qué le sedujo del proyecto?
–En primer lugar, África. Rodar allí es toda una experiencia vital. Yo conocía a Esteban Crespo por sus cortos, que me encantaban, y había coincidido un par de veces festivales. Cuando me dijo que estaba pensando en mí para una película que se rodaría en Ghana... Antes de leer el guion ya estaba seducido copletamente. Luego me enteré de que trabajaría con Candela Peña, y eso era un aliciente.
–¿Había estado antes?
–Jamás. Como mucho había llegado a Marruecos, a Tánger y poco, pero no conocía el África negra.
–¿Y cómo fue la experiencia de rodar allí?
–Tan maravillosa como complicada, pero al final es una experiencia que vas a recordar siempre por lo bonita e intensa que ha sido. Lo negativo es, en realidad, más un tema personal de ver en primera persona lo que ya sabemos. Te sientes más que nunca un privilegiado que dice: «¡Qué horrible está esto!», pero que al final vuelve a casa sabiendo que hay poca solución a los problemas de desigualdad y de injusticia social.
–Deme un ejemplo.
–Estuvimos rodando en un sitio impresionante visualmente, a la vez que terrible, a las afueras de Acra. Eran toneladas y toneladas de desechos tecnológicos, trozos de móvil, de pantallas de ordenadores... Era un pueblo repleto de eso. Preguntamos si aquello era legal y un español nos dijo que era el mayor vertedero tecnológico de Europa, que todos los países, incluido España, mandaban la mierda y lo maquillan de donaciones.
–¿Y dónde está lo positivo?
–La energía tan potente que tiene la tierra y la gente tan maravillosa que hay. Tuvimos la suerte de que en el rodaje no pasó nada gravísimo y la experiencia fue tremenda. Actuar es incluso más fácil. Para mí lo complicado es lo que hacen los actores americanos, eso de actuar con la pantalla verde detrás, pero cuando estás en África, con el calor y el sudor de verdad, es más fácil.
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–Es un thriller con mensaje acerca de cómo se explotan los recursos de los países en vías de desarrollo. ¿Cree que puede contribuir a que se tome conciencia?
–Más que lo vemos todos los días en televisión... Creo que, entre los objetivos del cine, está el denunciar y dar a conocer injusticias, pero desgraciadamente este tipo de cosas ya las sabemos. Al final quizá lo que más me interesa de la película es esa cosa de que al final hasta que a uno le toca de cerca algo, no se implica. Y esto es algo que se puede trasladar, salvando las distancias, a la pandemia. Las personas que participan en los botellones o en las manifestaciones dudo que lo hicieran si tuvieran a un familiar cercano enfermo. Y eso es lo que le ocurre un poco a mi personaje.
–¿Cree que el ser humano es egoísta por naturaleza?
–No sé si diría tanto. Quiero pensar que depende de la persona pero que tendemos a ser egoístas o que el sistema nos lleva a eso, desde luego.
–Se pega sus buenas carreras en el filme, ¿entrenó mucho?
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–No soy muy deportista, pero sí que trabajé para estar un poco en forma. Correr allí, con unas temperaturas altas y un 95% de humedad fue una paliza.
–Protagoniza 'Traición'. ¿Desconcentra mucho eso de ver al público con mascarilla?
–Pasa una cosa muy curiosa. En el teatro, siempre hay alguien que tose, que abre el envoltorio de un caramelo... Siempre hay ruiditos. Hemos hecho ya diez días de función y ni una tos, solo he oído un garraspeo. Ahora nos da pudor toser y la concentración es máxima. Hay un silencio sepulcral. Se ha convertido en algo sagrado, como una comunión, sobre todo después de tanto tiempo sin teatro.
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–Lleva encadenando papeles muchos años. ¿Uno deja de temer el año en blanco?
–No, porque sabes que viene tarde o temprano. Mi madre siempre me dice: «¡Ahorra para las vacas flacas!». Si ves las carreras de los grandes, siempre hay parones. Me he releído la autobiografía de Fernando Fernán Gómez tuvo periodos de mucho tiempo en los que necesitaba dinero y trabajo. Va a rachas y hay que contar con ello.
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