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A Mikel Losada (Ermua, 46 años) le hemos visto en mil funciones teatrales, en muchas películas en euskera y hasta se pasó dos años en Madrid con un personaje fijo en 'Cuéntame'. Pero algo ha cambiado en su carrera. Series de Netflix, como 'Intimidad' y 'El silencio', y películas como 'Ane' y 'Modelo 77' recurren a este vecino del Casco Viejo bilbaíno, que en 'Los aitas' borda el mejor papel de su carrera. Padre de una niña de tres años junto a la actriz Olatz Ganboa, Losada posee en la película de Cobeaga el arco dramático más elaborado y emocionante, el de un hombre roto y sin asideros que no sabe demostrar cariño. Este viernes estrena 'Los aitas' en los cines y 'El zoo de cristal' en el Arriaga. Casi nada.
–Iba para guardia forestal. ¿Qué se torció?
–Era mal estudiante y con 16 años mi madre me apuntó a teatro. Pensaba que iba a aprender, a ser buen compañero y a tener la ropa organizada. Tuve una profesora maravillosa, Izaskun Asua. Estudié un tiempo Explotaciones Agropecuarias en Murguia. Hacía mucho frío y pensé: si lo mío es el teatro.
–Y se fue con Ramón Barea.
–Sí, a la escuela Juan de Antxieta. En el segundo curso Ramón me dio el papel protagonista en una función, y hasta hoy.
–¿Era usted cinéfilo?
–La pareja de entonces de mi madre dirigía el Cineclub de Ermua. Ahora veo menos películas que en mi adolescencia. Era muy fan de Ken Loach y el cine social. Y de la ciencia-ficción. Me flipaba Javier Bardem, es un actor alucinante que pasará a la historia. Me sorprende que diga que no se atreve a hacer teatro... ¡Este tío puede hacer lo que le da la gana!
–Ramón Barea y Felipe Loza han sido claves en su carrera.
–Felipe fue mi segundo profesor. Me enseñó cómo se interpreta, cómo te enfrentas a un personaje. Y Ramón me enseñó el oficio. Cuando hice el primer curso de la escuela de teatro, una profesora me puso en las notas que me planteara si de verdad quería ser actor. Mi madre me desapuntó, pero Felipe la llamó y la convenció durante veinte minutos para que siguiera.
–¿Cuándo se pone por primera vez ante una cámara? ¿En 'Goenkale'?
–No, en una película de Emilio Martínez-Lázaro, 'La voz de su amo'. Mi primer contrato profesional. Solo tenía una escena y era con Eduard Fernández. Yo decía 'algo habrá hecho'. Y Eduard me daba una patada en los huevos. Me pareció maravilloso.
–Estuvo dos años en 'Cuéntame'.
–Por suerte en 'Goenkale' me mataron y al mes hice el casting. Un chavalín de Ermua de 20 años en la serie más exitosa de España. Un regalo. Trabajaba dos o tres días y el resto de la semana disfrutaba de Madrid con dinero. Viví la noche con la edad con la que se tiene que vivir. Yo he sido más golfo en mi pueblo que con el trabajo, aunque disfruto mucho cenando en los rodajes o tras una función. Hay gente muy interesante en este oficio
–Sigue viviendo en Bilbo.
–Soy muy de pueblo, estoy feliz con mis amigos de siempre. Tengo la suerte de poder trabajar fuera, pero quiero seguir haciendo teatro. Ahora tengo una familia y este oficio es apasionante pero también muy puñetero. Si volviera a nacer sería actor de nuevo. Estoy en un buen momento, sí.
–Espero que conozca a su niña mejor que en 'Los aitas'.
–Mejor, ja, ja. Tiene tres años. He pasado mucho tiempo con ella. Su primer año estuve sin trabajo y mi chica en cambio sí tenía. Diría que yo he estado más con ella que su ama, pero la capulla prefiere estar con ella.
–La película no juzga a aquellos padres.
–Aquella forma de educar a los hijos venía dada. El hombre trabajaba, traía el dinero a casa y ya está. Yo como hijo he hecho esa reflexión respecto a mi padre, he intentado perdonarle. Y ahora que soy padre, más todavía. Eran otros tiempos, no se paraban ni a reflexionar sobre ello. Mi padre está perdonado, sí.
–Su padre era así.
–Un obrero sindicalista. Su vida era la empresa y luego los derechos de los trabajadores. La casa la pisaba muy poco. No tengo recuerdos de hacer cosas juntos.
–¿Ahora somos mejores padres? ¿O pecamos por exceso?
–Yo intento no cometer los errores que he visto en la educación que me han dado. Trato de dar cariño y autoestima para que sea lo quiera. Yo dije que quería ser actor y no me pusieron ningún problema. Probablemente mi hija dirá que me iba de rodaje y no la veía en un mes...
–¿Va a seguir dándose palizas con bolos teatrales o ya no?
–Ahora me pienso más las giras. Nos ofrecieron a Olatz y a mí el mismo espectáculo y dijimos que no, porque necesitamos a alguien que cuide de la criatura.
–¿Quién le gustaría que le llamase?
– Icíar Bollaín y Rodrigo Sorogoyen.
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