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El exorcista' se estrenó en Bilbao el 1 de octubre de 1975. Lo hizo en el cine Astoria, el de los grandes acontecimientos, y la Warner pagó una página entera en EL CORREO para publicitar «el filme más impresionante de la historia del cine». «Jamás ... una obra de arte despertó tantas polémicas», exclamaban los anuncios. Aunque hoy nos parezca increíble, la cinta había llegado a las salas estadounidenses dos años antes.
En 1960, Hitchcock abrió con 'Psicosis' una nueva caja de Pandora en la representación de la violencia en pantalla. En 1974 llegaría 'La matanza de Texas', pero nadie estaba preparado el 26 de diciembre de 1973, hace justo medio siglo, para la truculenta historia de una niña poseída por el diablo, que su director, William Friedkin, llevó hasta sus últimos efectos granguiñolescos.
En recientes reposiciones, la chavalería se ríe nerviosa cuando la pequeña Regan (Linda Blair) se clava un crucifijo en los genitales. En los 70, los espectadores sufrían colapsos y ataques de histeria. Los cines dispensaban bolsitas de emergencia para los que no podían retener la comida. Miles de católicos, convencidos de que sus seres queridos estaban poseídos por el demonio, bombardeaban a la Iglesia con peticiones de exorcismos.
Estados Unidos ya hacía tiempo que había despertado del sueño hippy en aquella Navidad de 1973. El verano del amor se quebró en 1969 con el asesinato de Sharon Tate a manos de Charles Manson y sus acólitos. Y ardía Vietnam. 'El exorcista', la novela de William Peter Blatty, había demostrado que los americanos estaban preparados para historias de posesión demoníaca.
La capacidad perturbadora de esta obra capital del terror cinematográfico no ha menguado un ápice. Hagan la prueba y vuelvan a verla una noche sin móviles ni interrupciones. Friedkin, fallecido el pasado 7 de agosto, administra la tensión con tiempos muertos y premoniciones en una atmósfera sombría que huye del artificio. De esta manera, cuando el terror hace su aparición entre los pliegues de lo cotidiano el espectador se ve sobrecogido.
Tras el largo prólogo en Irak, donde se presenta al padre Merrin en labores arqueológicas (Max Von Sydow), viene la búsqueda de explicaciones médicas y psicológicas para el extraño comportamiento de la pequeña Regan. Hay que esperar bastantes minutos para que el demonio tome forma ante los ojos del torturado padre Karras (Jason Miller), obsesionado por la pérdida de la fe y la culpa por su moribunda madre. El combate se librará en la habitación de una casa de Washington; el ring será una cama donde una niña abre las puertas del infierno.
La prueba de casting para encontrar a la niña protagonista se resolvió en cinco minutos cuando Linda Blair charló con Friedkin. Tenía 12 años.
–¿Has leído 'El exorcista'?
–Sí.
–¿De qué trata?
–De una niña poseída por el diablo que hace un montón de cosas feas. Como masturbarse con un crucifijo.
–¿Y eso qué significa?
–¿Masturbarse? Hacerse una paja, ¿no?
–¿Lo haces?
–Yo sí. ¿Tú no?
El rodaje se prolongó de los tres meses inicialmente previstos a ocho. El director tiraba teléfonos, daba patadas, disparaba al aire para asustar a los actores y ponía la banda sonora de 'Psicosis' a toda pastilla. Un plano detalle de tiras de beicon friéndose requirió buscar por toda la ciudad beicon sin conservantes, porque a Friedkin no le gustaba cómo se iba arrugando.
El decorado de la habitación se construyó en una cámara frigorífica para alcanzar 40 grados bajo cero y que los actores exhalaran vaho. Ellen Burstyn, la madre de Regan, nunca se recuperó de la lesión de espalda que le provocó la escena donde un arnés tira de ella al ser golpeada por la niña. Dick Smith ideó el maquillaje de Linda Blair a base de piezas de látex. Construyó un muñeco a tamaño natural que giraba la cabeza 360 grados.
Mercedes McCambridge dobló a la pequeña y exigió que un sacerdote estuviera presente durante la grabación. La actriz demandó a la Warner porque su nombre no aparecía en los créditos. Cuando el gran Lalo Schifrin presentó la música del filme, Friedkin cogió la cinta, salió corriendo del estudio de sonido y la arrojó con todas sus fuerzas al aparcamiento de enfrente. «Suena a marimba mexicana. ¡Y yo odio la puta música mexicana!». Los cuatro minutos de 'Tubular Bells' de Mike Oldfield, una nana macabra que el director encontró en los archivos de Warner Music, se incrustaron en la memoria popular. Como fondo sonoro subliminal de algunas escenas suena el zumbido de abejas.
'El exorcista' costó 13 millones de dólares y recaudó 160 solo en EE UU. Jamás una película de terror había logrado una taquilla similar ni aspirado al Oscar (obtuvo dos estatuillas: guion adaptado y sonido). Su edición en vídeo estuvo prohibida hasta hace poco en Suecia, Finlandia y Reino Unido. Toda la mitología sobre posesiones demoníacas se cimenta en una cinta que, después de todo, habla de las dificultades de una madre soltera para criar a su hija adolescente.
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