Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Un asesino frío como el hielo, metódico y perfeccionista, rayando lo enfermizo, escucha al grupo británico The Smiths a todas horas. No es de extrañar, la música de la conocida banda que reinó en la escena independiente en los años 80 puede invitar a bailar, ... sus hits suenan alegres, aunque lo que canta Morrisey, su líder, vaya por otro lado. Es imposible no saltar de júbilo escuchando un temazo como 'Panic', tarareando «pánico en las calles de Londres» y gritando «¡cuelga al DJ, cuelga al DJ!», tras invitar a quemar una discoteca. El protagonista de 'The Killer', la última propuesta del igualmente preciso y cuidadoso David Fincher, contiene al máximo sus sentimientos, quizás sea un caos por dentro pero por fuera es un ser hierático, controlador y sistemático, como el propio Fincher, que ha rodado la película, de precisa caligrafía, como si fuese un crimen calculado. Un asesinato quirúrgico, cuidando hasta el más mínimo detalle, empezando por la excelente fotografía de su compañero de tropelías cinematográficas Erik Messerschmidt y la banda sonora, a ratos inquietante desde el minimalismo, firmada por Trent Reznor y Atticus Ross, también sospechosos habituales.
'The Killer', un thriller meticuloso sin fuegos de artificio que busca el encuadre perfecto, empieza presentando a su rol principal como un profesional cualquiera que necesita ser paciente para llegar a buen término, para cazar a su presa. Su cotidianeidad es aburrida, como el de muchos oficios, salvo que en esta ocasión se dedica a eliminar a un objetivo marcado a cambio de dinero. Como si protagonizase el reverso tenebroso de 'La ventana indiscreta', y fuera el asesino quien mira a James Stewart, Michael Fassbender vigila a su diana con parsimonia, manteniendo la templanza, entretenido con lo más nimio, mirando a través del ventanal del edificio por la mirilla de su rifle de francotirador. Pasa el tiempo pero no pierde los nervios, tal y como subrayan sus pensamientos, ilustrados con una voz en off. Apenas escuchamos palabras de sus labios pero sabemos lo que se le pasa por la cabeza. Mantener la calma y no sentir sentimiento alguno por la víctima anidan en su mente, es su lucha interna, aplacar todo indicio de humanidad. Así ha afrontado Fincher su nuevo filme como director, basado en el cómic homónimo de Matz (Alexis Nolent) y Luc Jacanon, publicado por Norma Editorial por estos lares. El notable cineasta apuesta por una narrativa milimétrica, actualmente en desuso. Bucea en las tripas de la naturaleza humana, nos recuerda su estimable trabajo en los créditos de la serie 'Mindhunter' y apunta a la empatía y la ética, disparando sin titubeos.
El quiebro en la existencia excesivamente equilibrada del personaje defendido con una fisicidad encomiable por Fassbender llega cuando erra en el tiro en un encargo, hasta el punto de ser perseguido para no dejar rastro. Lejos de vengarse violentamente de sus enemigos y quienes le contrataron y no quieren dejar ninguna pista de su tropezón, metiéndose en la piel de otro John Wick, busca a los culpables de su maldición sumergiéndose en un clásico del cine negro sin perder ni un ápice de actualidad. Hay detalles, en este sentido, que el máximo responsable de 'El club de la lucha' no deja pasar, como el hecho de que el sicario de lujo compre algunos elementos para sus fechorías hurgando en el catálogo de Amazon, señalando una vez más ese consumismo que nos devora. Esto es el siglo XXI, hay que adaptarse al signo de los tiempos, sea cual sea tu trabajo.
'The Killer' no es un filme espectacular, a pesar de su temática, pero cuenta con alguna escena de acción magnífica, creíble y dolorosa. Es otra cosa. Las dos horas de metraje fluyen con un ritmo construido internamente, no a base de montaje, que puede resultar indigesto para algunos comensales multipantalla en los tiempos de Netflix. Sin embargo, si entras como espectador en la psicología del siniestro protagonista, el retrato de un psicópata profesional sumido en una tragedia personal, atrapa y angustia por momentos. La paciencia es importante, dentro y fuera de la pantalla. El último pensamiento del matarife es vital para entender aquello que hemos visto. No hay nada épico en la venganza. Todos podemos ser el objetivo de algo o alguien. Todos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.