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Benito Zambrano (Lebrija, 1965) cuenta que, de chaval, era de los pocos niños que jugaban a campo quemado o a saltar a la goma con las niñas en el recreo. «Nunca fui un niño fuerte y habilidoso, nunca presumí de tener la más grande», confiesa ... el autor de 'Solas', al que siempre le han interesado más las historias de mujeres que las protagonizadas por hombres. Zambrano era el menor de siete hermanos, cuatro chicas y tres chicos, y recuerda con emoción los días en los que no iba a clase y acompañaba a su madre al mercado.
El universo de confidencias femeninas en la cocina alimentó el ansia de contar historias del director sevillano, que este viernes 12 de noviembre estrena en los cines 'Pan de limón con semillas de amapola'. Adaptación del best seller homónimo de Cristina Campos, el filme es un melodrama sobre la sororidad, en el que un grupo de mujeres forma una familia sin que hagan falta hombres en un pueblo de Mallorca. Las protagonistas son dos hermanas, una ginecóloga que trabaja de cooperante y una burguesa casada con un hombre al que no ama (Elia Galera y Eva Martín), que se reencuentran gracias a una panadería que heredan en Valldemosa.
–Dedica la película «a las mujeres de mi tribu». ¿Cómo son esas mujeres?
–Diferentes y variadas, como todos nosotros. De distintas épocas, lugares y clases sociales. Son mujeres que van más allá de mi propia familia, incluyo a amigas y gente con las que he viajado en la vida. Mujeres con las que he entablado un vínculo de amistad y cariño y he compartido cosas. Cuando uno viaja tanto y ya no vive donde nació, el concepto tribu es abierto, no tiene nada que ver con un lugar y un tiempo.
–Está orgulloso de ser de pueblo, sus raíces siempre están presentes.
–Soy lo que soy porque vengo de donde vengo, ese es mi abolengo. Mi sangre aristocrática es jornalera y andaluza. Mi familia es mi patrimonio, y eso influye en mi manera de contar las historias. Aunque todos contemos lo mismo –celos, amor, dolor, maternidad, miedo a envejecer al mirarnos cada mañana al espejo–, mi manera de sentir no es la misma que la de un inglés o un francés. Nosotros, los andaluces, tenemos la Semana Santa y la Feria de Abril, el drama y la locura bacanal. Vivimos en los extremos de las emociones.
–'Pan de limón con semillas de amapola' ejemplifica qué es la sororidad.
–Sororidad... Yo había oído mucho Sor Ángela, Sor María... Hice la primera comunión y la catequesis con monjitas, me encantaban. Ahora se ha puesto de moda esa palabra, antes se utilizaba 'hermandad'. Apoyo, ayuda, que es lo que siempre he vivido en el mundo de las mujeres. Los tiempos han cambiado y las mujeres son las que crean comunidad, lo ves en el colegio, en cómo se ayudan recogiendo a los niños.
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–Sin que sean necesarios los hombres, como en la película.
–Efectivamente. Cada vez somos menos necesarios en la medida en que la mujer es más independiente y tiene más recursos. La tecnología ayuda. Yo vivía en una casa sin agua corriente ni frigorífico y mi madre tenía que ir al pozo a lavar la ropa. La mujer se ha podido liberar de muchísimas cargas y si es independiente económicamente puede hacer con su vida lo que le da la gana. Además es más activa en sectores culturales y demuestra más deseo de aprender. Yo doy cursos de interpretación, y la mayoría de alumnas son mujeres. Aun estando más preparadas se siguen formando, los hombres somos más soberbios y orgullosos.
–¿Cree que esos grupos de espectadoras que han mantenido abiertos los cines del centro de las ciudades van a volver?
–Las mujeres están protagonizando casi todo el mundo del activismo social y cultural, son las más activas. Yo quiero que vaya al cine todo el mundo, no solo mujeres. Yo no hago una película para mujeres, sino para el público. No miro entre las piernas del espectador, cuento historias para la gente. No quiero ser sectario ni sexista, pretendo emocionar a todo el mundo. En el Festival de Sevilla llenamos el teatro Lope de Vega mayoritariamente de mujeres. Si 'Solas' fue un homenaje a la mujer rural y trabajadora, esta película lo es a la mujer urbana y profesional.
orígenes
cine 'de mujeres'
–'Solas' cumplirá 25 años dentro de poco. Pocas óperas primas han tenido tanto eco, ganó cinco Goyas y puso sobre la mesa el cine andaluz.
– En este tiempo hemos pasado de rodar una película al año en Andalucía a tener una pequeña industria. Antes los técnicos tenían que venir de fuera y ahora los tenemos de altísimo nivel. El cine andaluz ha crecido, nos lo merecíamos. 'Solas' no ha envejecido en algunas cosas. La soledad en la vejez es una lacra de la que no nos vamos a librar, no nos estamos preparando como sociedad para hacer bien el final del camino. Y el mundo de las mujeres que optan por ser madres solas ha ido ganando actualidad, cada vez hay más. No hay nadie que no me diga que le gustó 'Solas', incluso entre las nuevas generaciones. Me siento feliz de pasar por esta vida y dejar una pequeña huella en forma de recuerdo bonito en el espectador.
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