Cómo ser Charlie Kaufman

La primera vez que escuchamos su nombre con fuerza fue en su alabada labor de guionista en 'Cómo ser John Malkovich' (1999), una deliciosa majarada dirigida por Adam Spiegel, léase Spike Jonze, otro tipo interesante que antes de saltar al cine se labró una brillante trayectoria filmando vídeos musicales para artistas como Beastie Boys, Dinosaur Jr., Sonic Youth, Björk, Daft Punk y un largo etcétera. A Kaufman le van las mentes creativas con una desbordante capacidad visual, sin barreras. Otro gran nombre en el terreno del videoclip, Michel Gondry, se cruzó en su camino. Para él escribió 'Human Nature' (2001), debut en pantalla grande del excepcional realizador galo, con el que repitió en '¡Olvídate de mí!' (2004), la película perfecta para un director de sus características. Por el medio, 'Adaptation' (2002), conocida por estos lares como 'El ladrón de orquídeas', puro metalenguaje cinematográfico elevado al cubo con mano impecable, a pesar de contar con un protagonista de talento tránsfuga como Nicolas Cage. Jonze trasladó a imágenes un magnifico relato sobre el propio ejercicio de la creación.

En su papel de guionista Kaufman no se queda con los brazos cruzados esperando a ver qué pasa con lo que ha escrito una vez ha entregado su libreto. Se involucra en la creación del filme, como quedó claro en sus colaboraciones con Jonze y Gondry. La idea de un binomio guionista-director como un único ente creativo puede dar grandes frutos (y discusiones). Con semejante bagaje artístico no era de extrañar que el autor que nos ocupa quisiera asumir la dirección de sus delirios, como demostró vía 'Synecdoche, New York' (2008), acompañado por un plantel de altura encabezado por el malogrado Philip Seymour Hoffman, sinónimo de garantía. Ambiciosa y a ratos excesiva, con un montaje teatral como eje central, la película fue aplaudida por la crítica, siempre del lado de un sujeto capaz de entretener sin aparcar la reflexión, por algo recibió un Oscar al mejor guion original, un tercer Bafta y el prestigioso PEN American Center 2005 por '¡Olvídate de mí!', un ejemplo de desbordante imaginación que atrapa al público con una historia de amor inusual (y el rostro de Jim Carrey).

Humor

El humor es uno de los rasgos fundamentales en la escritura de Kaufman, sobre todo el negro. En sus comienzos estuvo detrás de algunos guiones de la sitcom de culto 'Búscate la vida' (1990-92), protagonizada por Chris Elliott, una chifladura que marcó a toda una generación, e incomprensiblemente no goza de una buena edición en nuestro mercado. Firmó 'Confesiones de una mente peligrosa' (2002) para George Clooney, probablemente la pieza más estrambótica en la filmografia del popular galán otoñal, y estos días visita nuestra cartelera su último asalto a nuestras adormecidas retinas, la genial 'Anomalisa' (2015), un cuento oscuro realizado con la técnica del stop-motion, fotograma a fotograma, dato a resaltar debido a uno de los últimos debates en nuestra prensa sensacionalista: los dibujos animados también pueden ser para adultos, como los tebeos, las marionetas o los videojuegos. Es importante tenerlo en cuenta porque algún personaje luce desnudo en la arrebatadora nueva propuesta animada de Charlie Kaufman, esta vez unido imaginativamente a Duke Johnson ('Mary Shelley's Frankenhole') para elaborar un filme diferente, Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia y con visos de llevarse el Oscar al mejor largometraje de animación.

El proyecto echó a andar gracias al crowfunding, el micromecenazgo, léase pequeñas aportaciones del público entregado, probablemente porque ningún productor se atrevió a apostar en un principio por tan loca premisa. Vía Kickstarter 5.770 patrocinadores contribuyeron con casi medio millón de dólares en la gesta, que cuenta con las voces de Jennifer Jason Leigh, Tom Noonan y David Thewlis en su versión original, y una banda sonora con instrumentos de viento de Carter Burwell. El protagonista es un coach que se dedica a motivar a la gente como profesión, pero mientras ayuda a los demás su vida pierde sentido y el embriaga el tedio. ¡Viva Kaufman!