'La tía Tula', una de las cintas más significativas del 'nuevo cine español'.

Aquel nuevo cine español de los 60

La llegada de José María García Escudero a la Dirección General de Cinematografía propició una 'revolución' que dejó títulos tan significativos como 'Nueve cartas a Berta' o 'La caza'

Boquerini .

Jueves, 18 de febrero 2016, 11:50

En los primeros años 60 el franquismo mostraba sus primeras grietas que, aunque leves, reflejaban un imparable deseo de cambio. Llegaban los primeros turistas extranjeros, en nuestras playas empezaban a aparecer los primeros bikinis, por las radios, las coplas daban paso a nuevos ritmos y ... los Beatles irrumpieron con una fuerza descomunal en los gustos de los jóvenes de la época. En el cine había desaparecido el viejo Instituto de Artes y Experiencias Cinematográficas (creado en 1947), que en 1962 daba paso a la Escuela Oficial de Cine, a la que numerosos jóvenes con inquietudes artísticas se apuntaban renegando del cine español de estampita y cartón piedra que, con todas las bendiciones oficiales, se había impuesto en nuestras pantallas, buscando hacer realidad los postulados de aquellas Conversaciones de Salamanca y que el cine español fuese un reflejo de la sociedad de su tiempo.

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Este cambio contó con un aliado importante. Un relevo ministerial había cambiado al ministro de Información y Turismo, cesando Arias Salgado y llegado Manuel Fraga al ministerio. Este colocó como director general a José María García Escudero, que había participado en las Conversaciones de Salamanca. Todo ello provocó un punto y aparte en nuestra cinematografía, surgiendo lo que se llamó 'El nuevo cine español'.

García Escudero empezó a impulsar un cine intelectual alejado de los parámetros comerciales regidos hasta entonces. Se suceden una serie de cambios muy significativos: Se aprueba un código de censura con unas reglas claras (hasta entonces no había reglas por lo que las películas se prohibían y se mutilaban sin que nadie entendiese los criterios de los censores), se aprueban ayudas al cine, se impulsan las coproducciones, se crea la calificación de 'película de interés especial' que tenía diferentes ventajas, los títulos seleccionados por festivales internacionales tenían una ayuda automática, y se establecían muchas ayudas para las películas dirigidas por alumnos de la Escuela Oficial de Cinematografía (E.O.C.).

La E.O.C. era en aquellos primeros años 60 un hervidero de jóvenes generalmente muy contestatarios al régimen. Allí se podían ver películas muchas veces prohibidas y todos sus alumnos, llegados de todas partes de España, vivían en un verdadero estado de cine. En sus prácticas se intercambiaban las tareas. El que dirigía una, se ocupaba de la fotografía en la de un compañero, o colaboraba en el guión de otra. Pero el franquismo los utilizaba para llevar sus películas por festivales internacionales y mostrar, de cara al exterior, que en España las cosas habían cambiado, mostrando una apertura que era falsa.

Relevo generacional

Entre 1962 y 1968 debutaron en España 48 directores que habían pasado por la E.O.C. Un relevo generacional en toda regla. Hasta entonces los únicos cineastas españoles de prestigio eran Bardem y Berlanga, conocidos en el extranjero, incorporándose a finales de los 50 el italiano Marco Ferreri ('El pisito', 'El cochecito', 'Los chicos') A estos se suman progresivamente Basilio Martín Patino, Mario Camus, Carlos Saura, Francisco Regueiro, Julio Diamante, Pilar Miró, Manuel Summers, Manuel Gutiérrez Aragón, Miguel Picazo, Angelino Fons, Antonio Mercero, Antxon Eceiza o José Luis Borau, el más veterano de todos, que pronto pasará ser profesor de la Escuela. Más tardíamente se incorporan Claudio Guerín, Antonio Drove, José Luis Egea o Víctor Erice, ya cuando la EOC estaba próxima a desaparecer.

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Se puede uno hacer una idea de lo que supuso aquella 'revolución' si se comparan cifras. En 1966 la producción española alcanza la cifra récord de 164 largometrajes (de los que 97 eran coproducciones), mientras que hasta 1962 la cifra fluctuaba entre 50 y 90 anuales.

Películas muy representativas de aquel 'nuevo cine español' son 'Nueve cartas a Berta', ópera prima de Basilio Martín Patino; 'Los farsantes' y 'Young Sánchez', de Mario Camus, ambas de 1963; 'Del rosa al amarillo' (1963), 'La niña de luto' (1964) y 'El juego de la oca' (1965), de Manuel Summers; 'Llanto por un bandido' (1964, con Luis Buñuel haciendo un cameo) y 'La caza' (1965), de Carlos Saura; 'Brandy' (1964), de José Luis Borau; 'El buen amor' (1963) y 'Amador' (1966), de Francisco Regueiro; 'La tía Tula' (1964), de Miguel Picazo; 'De cuerpo presente' (1967) y 'El último encuentro' (1967), de Antxon Eceiza Muchos de los jóvenes salidos de la EOC que no encuentran hueco en el cine, lo tienen en la televisión, sobre todo cuando se pone en marcha lo que entonces era el U.H.F., (segunda cadena), más experimental. En la televisión debutan Antonio Mercero, Pilar Miró, Claudio Guerín Hill y realizadores como Fernando Méndez-Leite o Ramón Gómez Redondo.

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Aquella eclosión acabó en 1968, cuando García Escudero es destituido y Carlos Robles Piquer ocupa la Dirección General de Cinematografía. Se intentan cerrar las puertas y controlar aquel vendaval, pero la semilla estaba ya plantada y era imposible poner puertas al campo.

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