Iñárritu da indicaciones durante el rodaje en presencia de DiCaprio.

Iñárritu se va al Oeste

'El renacido' es una espectacular aunque cansina odisea de supervivencia con la que el mexicano se dispone a hacer historia en los Oscar

Oskar Belategui

Miércoles, 3 de febrero 2016, 11:02

Un cinéfilo mexicano ha abierto una cuenta de Twitter paródica, Intenso Iñárritu (@GenioInarritu), haciéndose pasar por el director de 'El renacido'. En ella desgrana (falsos) aforismos que, aunque parezcan grotescos, beben de las entrevistas del propio Iñárritu. Dos ejemplos: "No sé cómo ... definir mis películas. ¿Pinturas sónicas, música visual, epifanías o los simples sueños de alguien que se atrevió a expresarlos?". O "no sé cuánto tiempo le quedan a mis alas. Soy Ícaro y el cine es mi sol".

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El malévolo tuitero define a su compatriota como un "compendio de intensidades", y razón no le falta. Desde que su ópera prima 'Amores perros' fuera nominada al Oscar de habla no inglesa en 2001, Iñárritu ha abordado en su cine cuestiones trascendentales, los grandes temas del ser humano, siempre con mayúsculas. Las historias entrelazadas de 'Amores perros', '21 gramos' y 'Babel' demostraron la brillantez narrativa y la ambición de un cineasta siempre preocupado por una puesta en escena envolvente. De las miserias de la sociedad mexicana a la globalización entendida como 'Efecto Mariposa'. Su última película en castellano, 'Biutiful', con un inmenso Javier Bardem, también confirmó que los mejores efectos especiales de su cine son siempre los actores.

'Birdman' no era quizá la película que uno esperaba del pretencioso Iñárritu. Los tres Oscar del mexicano por escribir, dirigir y coproducir esta imaginativa comedia negra sobre el ego de los actores y las miserias del mundillo le dieron carta blanca en Hollywood. Apenas un año después, tiene muchos visos de volver a ser el triunfador de los Premios de la Academia con 'El renacido', la gran favorita con doce nominaciones. Solo dos directores han ganado el Oscar en años consecutivos, John Ford y Joseph L. Mankiewicz. Y si la estatuilla premia lo mal que lo pasó un actor durante el rodaje, Leonardo DiCaprio puede estar tranquilo: en su quinta candidatura recibirá, al fin, su ansiado Oscar.

Los salvajes territorios de Estados Unidos en 1823, con montañas y ríos todavía sin cartografiar, son los escenarios de esta aventura de supervivencia anterior a la iconografía del 'western'. Aquí no hay vaqueros a caballo ni poblados con acogedor 'saloon'. Solo mugrientos exploradores con pelambreras dignas de un hombre de las cavernas, pérfidos franceses metidos en el lucrativo negocio de las pieles e indios que se cobran como triunfo la cabellera del hombre blanco. Las penurias de su protagonista, Hugh Glass, ya se contaron en otra película, 'El hombre de una tierra salvaje' (1971), con Richard Harris en el papel de DiCaprio.

"No encontraron tiempo para enterrarle, pero deberían haberlo hecho", rezaba el póster del filme de Richard C. Sarafian, incidiendo en el aspecto de venganza que también posee el filme de Iñárritu. Glass fue un trampero que conocía al dedillo el territorio por el que se movía. Un luchador nato que vio cómo su mujer india era asesinada por los soldados, mientra su hijo sobrevivía marcado por el fuego. Un líder arisco en el que el grupo de tramperos de 'El renacido' no tiene más remedio que confiar cuando la tribu de los arikara ataca su campamento.

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Tras huir en barco, Glass convence al grupo para proseguir a pie porque en el río son presa fácil de los indios. El ataque de un oso es la primera de las penurias que deberá afrontar el aventurero. Abandonado por sus hombres, renace literalmente de la tumba para vengar la muerte de su hijo a manos del taimado John Fitzgerald (Tom Hardy). Las casi tres horas de 'El renacido' narran esa experiencia extrema casi en tiempo real. Una odisea que arranca con el ataque indio más brutal y veraz visto nunca en una pantalla. Una sangrienta carnicería en el que las flechas atraviesan cabezas como si fueran piñatas.

Iñárritu quiere que suframos con Glass, que compartamos su frío, hambre y desamparo. Para ello, concibe su sexto largometraje como una experiencia inmersiva, puramente física. Si 'Birdman' se rodó en un (falso) único plano-secuencia, el director mexicano filmó 'El renacido' en orden cronológico y utilizando exclusivamente la luz del sol y de las hogueras. Su director de fotografía habitual, Emmanuel Lubezki, alias 'El Chivo', trabajó en digital con la nueva cámara Arri Alexa 65, cuyo objetivo salpica de sangre, saliva y fluidos varios. 'El Chivo' mezcló gruas telescópicas, steadicams y cámara en mano. Nos lanza por las gélidas aguas de los ríos y en peleas cuerpo a cuerpo. Las ansias de verismo de Iñárritu desecharon la tecnología digital... salvo en la escena del ataque del oso, recreado, aunque parezca mentira, por ordenador.

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Los paisajes del Salvaje Oeste son en realidad los de Canadá y la Tierra del Fuego argentina, adonde el equipo se desplazó ante la ausencia de nieve. El prodigioso trabajo de Lubezki se pone al servicio de un DiCaprio que las pasa canutas con complacencia casi masoquista. Y ahí radica uno de los defectos de 'El renacido'. Es tal la sucesión de catástrofes con las que topa el protagonista, que al final casi resultan risibles. Como si fuera el pobre Coyote cayendo una y otra vez en las trampas que tiende al Correcaminos, Glass sale de una para meterse en otra.

El otro pero que se puede poner a este espectáculo de primer orden es la dimensión espiritual/trascendental que Iñárritu no puede evitar imprimir a la historia. El pasado de Glass en forma de flahsbacks místicos conecta con la espiritualidad de los indios, que identificaban la naturaleza con lo Sagrado. Son los momentos 'a lo Terrence Malick' en los que Iñárritu engola la voz en una película que no los necesitaba. Bastaba con mostrar a la Naturaleza como infierno donde toman forma los demonios de un explorador enfermo de soledad. Con todo, 'El renacido' conecta con los 'westerns' de los años 70, de 'Un hombre llamado Caballo' al 'Jeremiah Johnson' de Sydney Pollack, en su visión de un Oeste crudo y brutal. Antítesis de 'Birdman', en esta aventura gore la palabra desaparece y el poder lo toma una imagen que desborda la pantalla del cine.

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