Josu Eguren
Jueves, 17 de diciembre 2015, 20:14
Me preguntan por el sexo en 'Star Wars', y a mí, que no soy una autoridad en ninguna de las dos materias, me toca responder haciendo memoria de una saga a la que se le podría hacer una y otra vez la prueba del pañuelo ... ante las cámaras sin el menor motivo de preocupación. Pero ¿existe sexo en 'Star Wars'? Existe, aunque más allá de las imágenes de la trilogía original, en el fuera de campo, y una vez resuelto el triángulo incestuoso en cuyos vértices George Lucas colocó a dos hermanos (Luke Skywalker y Leia Organa) y al contrabandista Han Solo. La tensión sexual que elevaba dos grados la temperatura emocional con la que se vivían los primeros minutos de 'El imperio contraataca' (1980) quedó hibernada en el mismo instante en el que el piloto del Halcón milenario fue arrojado al interior de un lecho de carbonita líquida en una sala de congelación de la Ciudad de las Nubes en Bespin. Habría que esperar tres años para que el estreno de 'El retorno del Jedi' descubriese al gran público el cuerpo semidesnudo de la princesa Leia Organa (que en su presentación más pura parece ir ataviada con los hábitos de una monja guerrera) y su ya mítico bikini dorado de esclava de Jabba el Hutt (motivo central del famoso gag de 'Friends' protagonizado por Rachel y Ross). La pieza, diseñada por Richard Miller, un icono para fetichistas que hace poco menos de dos meses alcanzó la cifra de 96.000 dólares (89.000 euros) en una gran subasta online, sigue siendo el centro de gravedad del imaginario sexual que se ha desarrollado en paralelo a las escasas y pudorosas escenas románticas de la serie galáctica.
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Ni siquiera las precuelas, rodadas ya en pleno siglo XXI, echaron leña a un fuego cuyas llamas no se atreven a superar el umbral de lo políticamente correcto. Véase la libido que abrasa y corrompe el corazón de Anakin Skywalker (joven aprendiz de una orden guerrera que proscribe el amor terrenal de sus miembros), y cómo solo se le permite consumar la pasión a la que le arrastra la senadora Padme Amidala una vez que ambos han satisfecho los trámites del matrimonio secreto. De esta relación prohibida nacerán los futuros libertadores de la Galaxia, pero el precio a pagar será la condena eterna para Darth Vader/Anakin Skywalker y la muerte de Amidala en el paritorio.
Puede que la insistencia de Lucas en los peligros del sexo se desarrolle de manera inconsciente (no olvidemos que su filmografía previa incluye alusiones explícitas a este tema tanto en 'American Graffiti' como en 'THX 1138'), pero es imposible obviar como la represión sexual llega al paroxismo cuando el director y productor decide fechar el nacimiento de uno de los personajes más emblemáticos de su filmografía, el cazarrecompensas Boba Fett, escribiendo una línea narrativa donde se le presenta como el clon inalterado de Jango Fett: Boba es descrito como un niño incubado en las instalaciones biomédicas de planeta Kamino, el gran criadero de soldados clónicos que nutrió las filas del ejército de la República durante de la batalla contra los ejércitos droide de la Confederación de Sistemas Independientes.
Por acción u omisión, el sexo en 'Star Wars' ha sido marginado hasta tal extremo que su ausencia ha dado pie a interpretaciones que van desde la ya rumiada alusión a la simbología fálica de los sables láser, a la lectura en clave homosexual de las estrechas relaciones entre Anakin Skywalker y sus dos mentores, Obi-Wan Kenobi y el senador Palpatine (no tengo espacio para profundizar en la polémica sobre la homofobia en el universo expandido de 'Star Wars', por eso recomiendo la lectura sobre el tema que firmó Mary Hamilton para The Guardian bajo el título 'Star Wars: The Old Republic, the gay planet and the problem of the straight male gaze'). Si exceptuamos a 'Valérian y Laureline', de Jean-Claude Mézières, tampoco es que los grandes referentes de Lucas abunden en la sensualidad y voluptuosidad de las formas carnales, aunque la explicación a la pacatería -llámenlo sutileza- con la que se expresa habría que buscarla bien en la transversalidad del público multigeneracional al que iba dirigida la primera entrega de 'La guerra de las galaxias', o bien en su condición de western espacial heredero de una tradición narrativa que conecta los planetas de Akira Kurosawa y John Ford.
En cualquier caso, y para los espectadores sedientos de estímulos más directos, todo lo que en Star Wars es pureza y recato se desborda en la estimulante serie de películas que corrigieron a Lucas por la vía de un subgénero conocido como 'Spaceploitation', con mención especial para la seductora 'Galaxina', interpretada por Dorothy Stratten (William Sachs, 1980); y Stella Star (Caroline Munro), la protagonista de 'Star Crash, choque de galaxias' (Luigi Cozzi, 1978). Eran otros tiempos.
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La fértil y oportunista industria del cine X tampoco ha perdido la ocasión de hacer caja con la catarata de sueños húmedos de la legión de seguidores de Lucas mediante títulos como 'Star Wars XXX' (2012), un superproducción porno (11 millones de dólares) que ha visto como se multiplicaban exponencialmente sus ventas (tanto en DVDs como en descargas) con motivo del estreno de 'El despertar de la Fuerza'. La parodia de Axel Braun, sucesora de las bizarras, aunque hoy semi desconocidas, 'Star Babe' (1977) y 'Sex Wars' (1985), es solo un reflejo fantasma del extenso banco de reproducciones sexualmente explicitas que pueden encontrarse en Internet, junto a multitud de relatos en los que se cruza fanfiction y fantasías eróticas ('Star Wars: The Complete Erotic Saga'...).
El futuro de la saga, ahora en manos de Disney, tampoco parece que vaya a tornarse en amenaza para la sensibilidad moral de los defensores del canon, toda vez que el referido bikini de Leia (protagonista central de la famosa sesión de fotos 'eróticas' protagonizada por la cómica Amy Schumer para la revista GQ) está siendo borrado de un catálogo donde en breve no podrá encontrarse ningún tipo de referencia (a excepción de la escena en la que Carrie Fisher lleva el dos piezas metálico que la convirtió en sex symbol accidental de la década de los 80). En palabras del dibujante J. Scott Campbell (@JScottCampbell), habitual en la ilustración de portadas de 'Star Wars' para Marvel Comics: "Ni siquiera podemos dibujar a Leia en poses sexy en Marvel, menos aún con esa prenda (en referencia al bikini dorado)".
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Lo que en principio puede parecer una simple anécdota, corona una de las viejas aspiraciones de Carrie Fisher que aconsejaba de esta forma a Daisy Ridley, protagonista de 'El despertar de la Fuerza' y esperanzador modelo para heroínas del futuro, porque quizá sea el momento de encontrar un punto de equilibrio en el que la imagen cinematográfica del blockbuster transmita el poder de la sexualidad femenina sin perpetuar viejos esquemas de sometimiento y humillación. "Debes luchar por la ropa que vistas, No seas una esclava como lo fui yo".
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