David López
Jueves, 3 de septiembre 2015, 10:53
Resulta cuando menos sorprendente que el western mantenga todavía intacta su vitalidad, que haya sido capaz de sobrevivir a su propia consumación y acabamiento. Ese género, cuyos orígenes se confunden prácticamente con los del arte cinematográfico (tomando prestada la pertinente observación de André Bazin), se ... ha beneficiado en las últimas décadas de la retroalimentación, de su potencial para influir y dejarse 'contaminar'. Es el caso del thriller, tal y como podemos constatar en el noir 'made in Hong Kong' de Johnnie To, o de ese cine de acción que cita continuamente a Howard Hawks a través del filtro de John Carpenter.
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Quizás el renovado interés por el western resida en su verdad histórica, en su persistente revisión de la mitología americana y su huella en la sociedad contemporánea. En el carácter fronterizo (literal y metafórico) de sus narrativas. O en las posibilidades que ofrece su actual indefinición. Cuando Tommy Lee Jones presentó en la Croisette su segundo trabajo tras la cámara, 'The homesman', se resistió a categorizarlo como tal ("¿la aparición de caballos y sombreros de vaquero justifica la etiqueta?"). Por ello, libre de ataduras, se presta al lirismo exacerbado ('El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford', de Andrew Dominik) y respalda aproximaciones oblicuas ('El ardor', Pablo Fendrik) o, si nos remontamos en el tiempo, lecturas existencialistas ('Dead man', de Jim Jarmusch) y caricaturescas ('Rápida y mortal', de Sam Raimi).
En ese sentido, de lo que está por llegar cabría destacar 'Slow West' (16 de octubre), ópera prima de John Maclean, otrora teclista de la banda británica The Beta Band. Galardonada con el Gran Premio del Jurado en el último Sundance, la película es, en palabras de su autor, "una 'road movie' que remite a los cuentos de hadas". Ciertamente, la historia de Jay Cavendish (Kodi Smit-McPhee), un adolescente que abandona su Escocia natal para viajar hasta el Colorado de finales del siglo XIX tras la pista de su amada, es un western melancólico y desnaturalizado que aúna tradición e iconoclastia. Como 'Meek's Cutoff' (Kelly Reichardt, 2010) o 'Jauja' (Lisandro Alonso, 2014), seduce en virtud del extrañamiento, por su desvirtuación de un imaginario conocido, el del lejano Oeste, ahora un lugar fantasmagórico, casi irreal, como sugiere la densa bruma que envuelve los primeros fotogramas del filme. Un terreno, proclive a la fantasía romántica, ideal para meditar sobre la lealtad y el destino.
Maclean, que dosifica concienzudamente el humor negro y los estallidos de violencia, puebla su microcosmos de sueños premonitorios, paisajes espectrales y personajes inolvidables: un cazarrecompensas que, sin saberlo, busca la redención (interpretado por Michael Fassbender, uno de los grandes valedores de la cinta), un antropólogo alemán que documenta la desaparición de la cultura autóctona o tres músicos congoleños que inspiran en su joven protagonista la reflexión que recorre todo el metraje ("el amor, como la muerte, es universal"). Como si se tratase del fin de una era, el director subraya el choque entre el inmigrante europeo y el nativo americano, o pone en boca de Jay una insólita predicción acerca de unos días futuros en los que el hombre pisará la luna.
Predispuestos al revisionismo, 'The keeping room' no sólo brinda otra perspectiva de la barbarie en los estertores de la Guerra Civil americana, sino que apuesta por un tratamiento decididamente feminista. Dirigida por Daniel Barber, que estuvo nominado al Oscar por un cortometraje basado en un relato de Elmore Leonard, y con guión de Julia Hart, un trabajo que formó parte en 2012 de la célebre 'black list', la película centra su atención en dos hermanas y su esclava negra, acosadas en una granja aislada de Carolina del Sur por una pareja de soldados renegados sin escrúpulos. Un universo insólito en el western: los hombres (padres y hermanos) se hallan lejos, combatiendo en el campo de batalla, y su peso se difumina en la trama. Con Brit Marling (musa de la reciente ciencia ficción indie) al frente del reparto, cuestiona los roles pasivos de la mujer, así como el papel que ésta ocupó en una economía de subsistencia vinculada al ámbito agrario.
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'The homesman' (13 de noviembre), que compitió el pasado año en Cannes, también nos interroga por la alienación femenina en el siglo XIX, aunque muchos de los presentes en el certamen no dudaron en tildarla, por el contrario, de misógina. En esta adaptación de la novela de Glendon Swarthout, Tommy Lee Jones no reniega de los clásicos (y de algunas de las convenciones que nacieron con 'La diligencia' de John Ford), aunque acentuando la poética inherente al género y los cambios tonales (de la comedia al drama, siempre desde una óptica taciturna). Arropado por un competente elenco de actrices, que incluye a Hillary Swank, Meryl Streep o una Haile Steinfeld que parece haberle cogido el gusto al western desde su participación en el remake de 'Valor de ley', describe, curiosamente, el viaje de los pioneros a la inversa: Mary Bee Cuddy (Swank), una suerte de heroína solitaria e independiente, debe traer de regreso a Nebraska a tres mujeres que han perdido el juicio en plena conquista del Oeste. Jones, que da vida a un desertor del Ejército, la acompañará en una travesía que, obviamente, se verá truncada por todo tipo de incidentes y amenazas bajo la apariencia de forajidos, indios o adversidades meteorológicas.
La violencia plástica y estilizada de Leone y Peckinpah baña de sangre la crónica de una venganza que propone 'The salvation', un western danés filmado en la meseta sudafricana. Enésima vuelta de tuerca al modelo que formula 'Solo ante el peligro' (el individuo contra el colectivo), desconcierta hallar en los créditos a Kristian Levring, una de las figuras más singulares del movimiento Dogma 95. A tenor del resultado, nada es casual: además del toque de distinción que aporta eso que Todd McCarthy denomina el "fundamentalismo nórdico" (algo que se traduce en "un temperamento lóbrego y desafiante"), las variaciones que experimenta el estilo visual del filme parecen precisamente una metáfora de los avatares que atravesó aquella generación de los noventa, un grupo de cineastas implicado en cuerpo y alma con el manifiesto redactado por Lars von Trier y Thomas Vinterberg. Por lo demás, una narración arquetípica, perfectamente disfrutable por su absoluta ausencia de pretensiones: el antihéroe (un idóneo Mads Mikkelsen) ajustando cuentas con el villano de turno en un pueblo repleto de cobardes y corruptos. Un esquema del que también se nutre 'The dark valley', otro eurowestern dirigido por Andreas Prochaska, antiguo editor de Michael Haneke, esta vez enmarcado en una región montañosa de Austria, con aires de terror gótico y unas sombrías gamas cromáticas que reverencian a los maestros de la pintura holandesa.
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Empero, será a comienzos de 2016 cuando desembarquen en nuestra cartelera dos de los títulos más esperados de la temporada. Amparado por el triunfo de 'Birdman', Alejandro González Iñárritu estrenará 'El renacido' (5 de febrero), un proyecto que estuvo en manos de realizadores como Park Chan-wook o John Hillcoat, y que se aproxima al western de supervivencia canonizado por 'Las aventuras de Jeremiah Johnson' o 'El hombre de una tierra salvaje'. Leonardo DiCaprio interpreta al prototípico 'frontiersman', un explorador abandonado por sus compañeros en el contexto de una naturaleza inhóspita. El mexicano se obsesionó con la idea de que sus actores sufriesen en sus carnes las condiciones extremas de la época (en torno a 1820), que "sintiesen el frío en sus traseros", para dotar de la máxima verosimilitud a esta "aventura emocional y psicológica en un territorio desconocido". Eso explica su empecinamiento a la hora de rodar cronológicamente en exteriores de Calgary (Canadá), con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero y escasas horas de luz natural, todo un reto que, por lo pronto, merecerá recompensar premiando la labor del director de fotografía Emmanuel Lubezki.
Y, por supuesto, Quentin Tarantino. 'The hateful eight' (8 de enero), su octavo largometraje, estuvo a punto de acabar en un cajón. El guión se filtró en Internet y canceló el rodaje. El éxito de su lectura pública en un teatro de Los Ángeles le animó finalmente a retomarlo. Después de tantear el género con 'Django desencadenado', garantiza un planteamiento "claustrofóbico" que alude, según Tarantino, a 'Reservoir dogs': ocho viajeros atrapados por un temporal en un refugio de Wyoming durante una larga noche de alta tensión. Filmada en 70mm y con un score compuesto por Ennio Morricone (uno de los anhelos recurrentes del director de 'Pulp Fiction'), promete diálogos corrosivos, humor negro a mansalva ("será el western nevado más divertido de todos los tiempos") y la resurrección de Jennifer Jason Leigh bajo la batuta de un especialista en rescatar estrellas estrelladas.
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