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Borja Crespo
Jueves, 3 de septiembre 2015, 10:46
Se apagan las luces. La oscuridad invade la sala por completo. El público sentado en el patio de butacas espera expectante el acto de apertura del enorme telón rojo. Antes hay tres minutos de música ambiental que invita al hipnotismo del espectador. La banda sonora ... ayuda a crear una atmósfera especial. Transcurrido ese momento mágico, donde se para el tiempo, el haz de luz hace acto de presencia, proyectado sobre las cortinas en movimiento. Comienza el pase del filme en la gran pantalla. La gran ilusión invade el auditorio. No hemos viajado décadas atrás. No estamos recuperando un recuerdo. Estamos de cuerpo presente en una sesión de Phenomena, donde se percibe ir al cine como un acto de catarsis. Hace apenas un mes programaron '2001: Una odisea del espacio' en celuloide, en 70 mm., nada más y nada menos, con un pequeño descanso a 50 minutos del final e hilo musical antes y después de la película, exactamente como se podía ver en su estreno en 1968. Por supuesto, el sitio estaba hasta la bandera, con gente de todas las edades mostrando signos de curiosidad e interés. Este es sólo un ejemplo de la labor necesaria de una iniciativa empeñada en recuperar un hábito olvidado.
Phenomena busca rememorar el ritual del cine de antaño, la magia de penetrar en los dominios de la sala oscura y dejarse llevar como espectador, abducido por el séptimo arte en todo su esplendor. La experiencia, liderada por el cineasta catalán Nacho Cerdá, rompedor en su día con cortos viscerales como 'Aftermath' y el filme de horror crudo 'Los abandonados', ha pasado de plantear una serie de sesiones itinerantes en diversas ciudades a abrir directamente una sala en Barcelona, dedicada en espacio y alma a alimentar el espíritu cinéfilo. "A pesar de que el evento en sí mismo surgió hace cinco años, considero que Phenomena nació mucho antes; de hecho se gestó en los cines de barrio en los 70 y 80 donde muchos de nosotros pudimos ver grandes clásicos de re-estreno en pantalla grande", comenta sobre el génesis de la propuesta su máximo impulsor. Fue a raíz de esa experiencia de chaval, unido a la liturgia majestuosa con la que se exhibía entonces, el germen de Phenomena tal y como lo vivimos hoy. Simplemente hemos puesto al día un concepto que ya existía con anterioridad. Para ello han comprado un antiguo cine, el Nápoles, famoso en la ciudad condal, situado en la calle Sant Antoni María Claret 168, donde se crean llamativas colas semana tras semana. Han renovado el local cuidando hasta el más mínimo detalle, desde la fachada, con aires del pasado, hasta el interior, donde el suelo está cubierto por una alfombra cuyo estampado recuerda al Hotel Overlook de 'El resplandor'. Las paredes están decoradas con carteles e imágenes de otros tiempos. Un poderoso look vintage, con bar señorial incluido, que da paso a un patio de butacas donde predomina el color pasión de un telón gigantesco. Además está equipado con toda tecnología punta imaginable.
"Por desgracia, en las dos últimas décadas hemos perdido la oferta cinematográfica que ofrecían las grandes ciudades en favor de una programación fotocopiada y ubicada principalmente en centros comerciales", recalca Cerdá. "El cine de proximidad se ha perdido, y lo que es peor, en todas partes ofrecen lo mismo y de la misma forma. Phenomena recupera parte de la esencia que nos hacía amar el cine como espectáculo público. Nuestro local se ha decorado con el objetivo de que percibas esa magia que nos enamoró de chavales. En la pantalla hemos colocado cortinas de terciopelo rojo y visillo transparente que se abre y cierra de forma automática. Como en el teatro. De alguna forma, esa teatralización del cine es un elemento que considero imprescindible para la vivir la experiencia. Lejos de ser un acto nostálgico, Phenomena es una mirada hacia el futuro y hacia una forma de vivir el cine que nunca debió abandonarse. Más allá de un contenido, Phenomena es una filosofía de cómo disfrutarlo". El problema del bajón de la venta de entradas no es únicamente la dichosa piratería y el ivazo. Como oferta de ocio la exhibición cinematográfica se vuelve elitista por la política de precios, cada vez más caótica, y son muchos los cines que no cuidan la proyección, ni siquiera el enfoque de las imágenes, a pesar de contar con avances técnicos, algo esencial para mimar al público.
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En Phenomena hay una atención al detalle "casi enfermiza", ensalza su director. "Tratamos de cuidar siempre lo que proyectamos y cómo lo proyectamos. Queremos que el público se sienta cómodo y considere que ha hecho una buena inversion de su tiempo libre y dinero. Nuestro personal tiene un trato muy cercano y familiar con el fin de conseguir ese objetivo. En nuestro local puedes ver películas de cualquier época y condición, incluso estrenos, en las mejores condiciones posibles, con la mayor comodidad y tecnología actual. Además de la decoración 'retro', hemos dotado al local de proyectores de 70 y 35 mm, Digital 4K, 3D, sonido DTS, SDDS y Dolby Atmos. En fin, que aquí puedes experimentar de todo y en un pantallón de 15 metros. La mayor satisfacción ha sido comprobar como el público repite y te confiesa lo mucho que se ha perdido en los últimos años debido a una exhibición precaria en cuanto a calidad y trato personal".
Con especial querencia por títulos que marcaron la infancia y adolescencia de más de una generación, junto a grandes clásicos de la historia del cine, el menú de la sala apuesta igualmente por dobles programas delicatessen y maratones excepcionales que rescatan obras de culto y referencia. Títulos como 'Los Goonies' o 'La princesa prometida' nunca fallan, pero también hay un hueco para los ciclos dedicados a grandes maestros del celuloide, además de rescatar viejos trailers que suplantan a la aburrida publicidad actual. Las sesiones cuentan en ocasiones con la oportuna presentación de un autor o teórico del medio. Se celebra mensualmente la Beer & Pizza Night: con la entrada te dan una cerveza y puedes distraer el estómago mientras se suceden las imágenes a 24 fotogramas por segundo. El último en protagonizar este evento fue Santiago Segura. El popular rostro de Torrente presentó con su gracia habitual sus primeros cortometrajes ante el regocijo del personal, creándose un ambiente inusual, con el espectador entregado con todos los sentidos, dispuesto a gozarla con el magno acontecimiento.
'Tiburón' es uno de los clásicos más programados. No en vano es la película que marcó a Cerdá en su estreno con apenas seis años. "Me marcó d tal forma que llegué a obsesionarme", admite. "La he visto decenas de veces y siempre me produce la misma emoción. Esa es la magia del cine, poder vivir sensaciones reiteradamente y además compartirlas con otras personas. Tal vez de ahí venga mi vocación". Cine sin complejos, nostalgia, autenticidad y marketing se dan la mano en una sala que reverencia títulos indispensables en la historia del cine y respeta cómo fueron concebidos: no para degustarse en la pantalla de un teléfono móvil. La actualidad también manda, por supuesto. Por iniciativa de 'Phenomena' pudo verse en primicia mundial antes de su lanzamiento comercial 'Operación U.N.C.L.E.', con un buen equipo de sonido arropándola, para dejarnos llevar por la gran ilusión.
Ojalá hubiese algo así en cada pueblo. Afortunadamente muchas ciudades tienen su filmoteca, y hay un maravilloso todo gratis legal en las bibliotecas, pero la sed de cine es implacable y cultivar la pasión por verlo como hace décadas, con la capacidad de concentración intacta, es cada vez más complicado. ¡Larga vida a Phenomena!
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