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Teniendo en cuenta la tradición pirotécnica y fallera, los años de la Ruta del Bacalao o la vecindad de 'El Bigotes' cuando la 'Gürtel', es fácil pensar que la Guardia Civil habrá visto de todo en las naves industriales de Valencia. Ayer, sin embargo, una ... operación del instituto armado desembocó en el registro de una finca en la que se incautó lo nunca visto: 1.090 animales disecados. Entre ellos, elefantes, rinocerontes, panteras o guepardos. Si se fijan, no es fauna de la zona. Se sabe porque nada de eso se le echa a la paella.
Semejante zoológico inmóvil ocupaba dos naves industriales y albergaba un buen número de especies que, o bien están protegidas, o bien están extinguidas en estado salvaje. El órix cimitarra, por ejemplo: un antílope de cuernos espectaculares proveniente del Sahel. Pues uno de ellos estaba allí, petrificado en Valencia. La verdad es que hay algo muy extraño en esto de la caza y la taxidermia. La técnica aspira a la máxima fidelidad pero consiste en la máxima traición: hacer como que lo inanimado es, precisamente, el animal.
Otra cosa que también es muy rara son los coleccionistas, que se sabe cómo empiezan -por lo general, con dos ejemplares-, pero no cómo acaban. El dueño de la colección de animales disecados, la mayor de España según parece, es hijo de un conocido y polémico empresario y asegura que la mayoría de los animales los heredó de su padre. ¿Quién no ha tenido una de esas conversaciones melancólicas en la sobremesa familiar? A ver qué hacéis con las jirafas y los tigres de bengala cuando yo me muera. A la Guardia Civil, claro, no le interesa tanto el drama familiar como los posibles delitos contra la fauna o el tráfico de especies protegidas.
A la espera de que todo se aclare y se separe el delito y la extravagancia, celebremos al menos el buen momento vivido por el artista policial que se encarga de la 'mise en place' de las cosas incautadas y que con frecuencia tiene que trabajar con los más tristes objetos: un alambre, un mechero, un billete de cinco euros… Ayer ese artista pudo al fin expresar lo que lleva dentro con materiales de primera calidad estética y ordenar que el punto focal estuviese en la pupila del oso polar, que pusiesen más cuernos de marfil en los márgenes y que el cocodrilo se lo colocasen ahí, en primer término, dialogando con el perro de Las Meninas.
Sáhara
Cuando el Gobierno cambió el rumbo en el Sáhara sin previo aviso y Argelia llamó a consultas a su embajador, Felipe Sicilia, el portavoz de la Ejecutiva del PSOE, explicó que en absoluto había que preocuparse. Según él, Argelia llamaba al embajador para que ese hombre les contase lo sucedido, que era todo buenísimo, con muchos detalles, un poco como le contaba Búfalo a Juncal aquella tarde suya en el Puerto. Ahora el Frente Polisario anuncia que suspende sus contactos «con el actual Gobierno de España». Exteriores asegura que ellos mantienen en cambio abierta la interlocución. ¿Con quién? Apostando por la portavocía creativa, yo defendería que el fin de los contactos implica necesariamente una idea de perfección, ya que, como escribió Juan Ramón Jiménez, no le contactes ya más, que así es la rosa.
Tecnología
Entre los cuentos que favorece la época, pocos como el de las tecnológicas poniéndose al servicio del descanso cerebral y la relajación. «Atiéndeme también para desentenderte», nos dice ahora el Mefistófeles digital, con su acento californiano y su discurso optimista. «Conéctate para desconectar». Se trata, claro, de seguir comerciando con la atención. Y aniquilándola. Ya hay estudios que describen cómo la mera cercanía del móvil, aun estando inactivo, condiciona pavlonianamente el cerebro y disminuye su rendimiento. Solo la perpetuación del vínculo explica que el teléfono te ofrezca ahora vigilarte el sueño o que un congénere te susurre en YouTube para que te relajes. Lo que el dispositivo nunca dice es lo obvio: «Apágame».
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