La sociedad española es en su conjunto una sociedad que puede llamarse pacífica. Según los datos sobre distintos tipos de criminalidad, se encuentra entre aquellas cuyas estadísticas sobre crímenes violentos muestran los porcentajes más bajos. En general, la población rechaza la violencia bajo cualquiera de ... sus formas, y muy especialmente cuando se ejerce para imponer sus postulados o exigencia por parte de un grupo a otros grupos, incluidas en ocasiones a las propias instituciones. En su conjunto es una sociedad generosa, que se entrega cuando es necesario. Muchos hechos podrían mostrarse, pero algunos botones bastan como muestra.

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Es el primer país del mundo en donaciones de órganos. Si ocurre una desgracia como ha sido el caso del niño Julen, caído en un pozo donde permaneció once días, nadie sugiere la menor crítica sobre que no se ha reparado en gastos para lograr dar finalmente con su pequeño cadáver. Se da por hecho que es lo que se debe hacer. Nadie hubiera tolerado lo ocurrido a la niña de 11 años Omayra en 1985 en Armero (Colombia) en un caso muy distinto, cuando quedó medio sepultada entre el lodo y los escombros por la erupción del volcán Nevado del Ruiz, que causó tantos destrozos y sumió en la miseria esas tierras. Ella quedó atrapada consiguiendo mantener la cabeza fuera del agua y el lodo, pero nadie pudo, por las razones que fueran, librar sus piernas y sacarla de allí. Tres días pasó así esa niña ejemplo de templanza y valor, muriendo y quedando allí enterrada. Quienes vimos esas imágenes en televisión no podremos olvidarlo nunca. En el caso del niño en Málaga, los habitantes de la localidad se han desvivido para apoyar logísticamente a los especialistas voluntarios que han llevado a cabo una obra ímproba y parece que nunca acometida en tan poco tiempo. No se le ha podido salvar, pero nadie se arrepiente del esfuerzo.

Más ejemplos. Siempre, pero especialmente en las crisis económicas, se ha visto a diversas organizaciones sin ánimo de lucro, como puede ser Cáritas, con el apoyo económico de católicos y otros, y sus múltiples voluntarios cubriendo las carencias que un Estado de bienestar no llega a proporcionar, alcanzando así a aliviar la situación de los más desfavorecidos. Ante catástrofes naturales se ven comportamientos similares. En el terrible atentado terrorista en Madrid, el mayor de Europa, los voluntarios para donar sangre y colaborar en las distintas tareas protagonizaron hechos dignos de ser mencionados y nunca olvidados. Los taxistas precisamente, participaron activa y gratuitamente para proporcionar el transporte necesario.

Empero, si la solidaridad mueve montañas -nunca mejor dicho- y estimula a las personas a dar y a darse, la violencia en cualquiera de sus formas repugna cada vez más en las sociedades actuales y muy especialmente en la española. La causa de la huelga de taxistas, o cierre patronal como dicen algunos entendidos, lo que por cierto está prohibido, obtuvo en sus inicios cierta simpatía y comprensión entre los ciudadanos. Luego el comportamiento violento entre los manifestantes, las arengas de esos mandamases -que no líderes- que han mostrado a los cuatro vientos mediáticos lo más soez y casposo de estilos de comportamiento social, que muchas personas creían superados en nuestra sociedad, se ha vuelto como un boomerang contra ellos. Cuántas personas prometen que no tomarán jamás un taxi. Y cuántas otras se habrán descargado una aplicación de VTC incluso en ciudades donde no se da ese conflicto. Para estar preparadas. En Francia, acostumbrados a la guillotina, que ha sido utilizada entre nuestros vecinos hasta 1971 cuando tuvo lugar la última ejecución (diez años más tarde se abolió la pena de muerte), incluso allí digo, los 'chalecos amarillos', con su extrema violencia como forma de chantaje, están consiguiendo que las personas se manifiesten en su contra.

El título del presente artículo no hace referencia a la película de los pasados años 70 'La naranja mecánica', sino a la hipótesis de que en las sociedades actuales la visibilización de la violencia ejercida por grupos o partidos conlleva la semilla de su rechazo entre, me atrevo a decir, la mayoría de la población. Resulta pertinente a este respecto recordar que la violencia y los estilos groseros y claramente mafiosos por parte de algunos representantes sindicales, políticos, y cualquier otro, junto con la prepotencia y la mentira como estrategia de ataque constante al adversario como ahora se lleva, pueden ser tanto o más letales para esas organizaciones que lo puede ser la corrupción.

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Esperemos, si la hipótesis es acertada, que la compasión hacia quien se percibe atacado injusta y vilmente, la generosidad, la solidaridad con el débil, y la preferencia de la racionalidad crítica en el pensamiento y el debate social (que empuje así al debate político) primen cada vez más sobre cualquier otro interés u objetivo egoísta. Se debe recordar que la educación en esos valores y virtudes humanos, su efecto se ve reforzado y perpetuado con un sistema legal que sancione adecuadamente los comportamientos sociales y políticos opuestos a esos valores, así como con un sistema de Justicia imparcial y eficiente que permita confiar a los ciudadanos en las instituciones que financian.

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